Los postulados religiosos tienen muchas formas de materializarse. El arte es un claro ejemplo de ello. A lo largo de la historia, la creencia en Dios ha impulsado diversas iniciativas pictóricas, arquitectónicas, literarias e –incluso– musicales, que han perdurado a lo largo de los siglos. Sin embargo, estas alternativas no son las únicas. Existen otras opciones que, aunque casi desconocidas, no son menos importantes, como los «exvotos pictóricos». Los mismos consisten en “la manifestación del agradecimiento por el favor recibido por parte de la deidad, así como de la reciprocidad, ya que no hay exvoto si no se produce el supuesto milagro”, explica la investigadora, Eulalia Castellote Herrero. “Cumple también una función propagandística, al mostrar al visitante la potencia milagrosa de la imagen, en su intersección ante la divinidad”.
Estas obras “se cuelgan en las paredes del camarín y en las del templo, cuando más próximos a la talla, mejor”, asegura dicha especialista. “Por su escasa consideración, tras las reformas del Concilio Vaticano II, en su mayor parte han desaparecido”, aunque en algunos emplazamientos –como en el santuario de Nuestra Señora de la Salud, en Barbatona– continúan siendo muy comunes. “Con antecedentes en el mundo clásico, los exvotos pictóricos resurgieron en Italia en el siglo XV, desde donde se extendieron por la Europa mediterránea de la Contrarreforma, que frente a la concepción religiosa, privada y directa –defendida por el protestantismo–, exaltaba la intercesión de Dios, la Virgen y los Santos”. E, incluso, abogaba por “la gracia y la protección divina manifestada en los milagros”. Pero en un contexto alejado de la escritura, “era indudable el valor pedagógico de estas imágenes y su colaboración en la difusión del catolicismo”.
En dicho contexto, este tipo de representaciones “han de ser públicas, deben contar la historia de un milagro y contener los datos precisos de la persona, el lugar y la causa, como prueba verificable del hecho y un testimonio de devoción”. Y en un momento de grandes tasas de analfabetismo, “la imagen pictórica resultaba fundamental”. Así, proliferaron las referidas representaciones en Barbatona. En su oratorio de la Virgen de la Salud se distinguen diferentes tipos de ofrendas. En un primer grupo se encontrarían las donaciones para la imagen y la ermita –dinero, joyas, mantos, etc.–. En segundo lugar, se hallarían “las de carácter metafórico”, cuya relación “se basa en la semejanza”, como las figuras y órganos humanos de cera o las fotografías.
Asimismo, se han de mencionar los exvotos “metonímicos”, fundamentados “en la contigüidad con el oferente”, y entre los que destacan las prótesis o muletas. “Representan la enfermedad y la curación, hábitos usados, trajes de comunión, uniformes militares, cintas, pañuelos, trenzas de pelo o joyas de mujer, que añaden –además– el valor de limosna”, añade Eulalia Castellote Herrero. Además, existe un cuarto grupo –correspondiente a los testimonios escritos–, que surgió al difundirse la alfabetización. “Su tipología oscila desde los collages enmarcados de materiales diversos –como grabados de la imagen, bordados, fotografías, trenzas de pelo, cuero, etc., con textos de agradecimiento– a los simples escritos enmarcados, pasando por las lápidas de mármol con inscripciones grabadas o –últimamente– las tarjetas de visitas anotadas, las fotos de carné escritas o los graffiti”, explican los investigadores.
Por último, se ha de hacer referencia a los exvotos pictóricos, que también se encuentran presentes en Barbatona. Los mismos “representan el suceso que dio origen al milagro, acompañado de un texto explicativo, en el que se da testimonio del favor recibido con datos precisos, como nombre, fecha y lugar”, relata Eulalia Castellote Herrero. “Los últimos ejemplos de este arte existentes en Barbatona son del siglo XIX, pero la tradición se mantiene aún viva en América Latina, con singular presencia y vitalidad en México”. En el caso arriacense, en su mayoría, predominan los conocidos como «exvotos de alcoba», ya que “el motivo que origina con más frecuencia el ofrecimiento del voto –un 87%– es la enfermedad”. En segundo término, aparecen los accidentes e –incluso– hay un caso de agradecimiento a la Virgen por librar al creyente del “peligro en el campo de batalla”, como se verá más adelante.
Un arte con historia

En cuanto a los exvotos pictóricos, que son los más habituales en el caso barbatón, pertenecen a los siglos XVIII y XIX. Además, y entre los que se conservan, “los más numerosos coinciden con el reinado de Isabel II, y más concretamente con el periodo que va desde 1850 a 1868”, confirman los historiadores. “El soporte de mayor frecuencia del dibujo es una tabla mal labrada, de pequeño tamaño y forma rectangular, sometida a un proceso de preparación antes de pintarla. En ocasiones, se rebaja el borde de la madera para conseguir la apariencia de marco”. Los materiales empleados son óleos, témpera, acuarela y lápiz.
El creador se ajusta a «un modelo fijo», “a una tradición iconográfica común a otros muchos santuarios y repite la estructura del mismo, variando tan sólo la escena terrenal y la leyenda en cada uno de los casos”. No se puede olvidar que, en un contexto en el que la ciudadanía era ágrafa, “la imagen debía ser comprendida por los devotos –dentro del código común– y, al tiempo, aceptada por el oferente como única y singular”. A pesar de ello, “el paso del tiempo y las malas condiciones de conservación han oscurecido los colores de estos exvotos, pintados antaño claros y luminosos”, rememora Castellote Herrero. El cromatismo se compone mediante tonalidades planas, que rellenan el perfil trazado de los contornos figurativos trazados. “Se suprime el claroscuro en favor de la línea, por falta de los conocimientos técnicos mínimos”.

Además, algunos colores poseen un valor significativo, “como el rojo, que aparece en la enfermedad o el accidente; el azul del mundo celestial; o el negro del suelo y la cartela”, indica Eulalia Castellote. “No hay foco luminoso, ya que la luz reside en la tonalidad cromática, que se constituye como el elemento fundamental”. De hecho, “el pintor –en estas representaciones– no intenta crear una obra de arte, ya que únicamente pretende expresar ideas de forma gráfica”. En consecuencia, “su objetivo es narrativo, expresivo y descriptivo”. Así, los exvotos se distinguen por carecer de primeros planos, las caras son manchas rosas en las que –a lo sumo– se dibujan unos ojos y una nariz, mientras plasma con todo detalle el mundo celestial, de manera que se identifique la imagen concreta de la advocación de la Virgen”. En cualquier caso, “lo importante es el hecho milagroso, el valor testimonial del momento del prodigio, en el que las plegarias son recibidas por la divinidad”, que es la responsable de “sanar o salvar” al enfermo.
Además, los exvotos custodiados en Barbatona consisten en “imágenes que nos muestran una valiosa información sobre la vida cotidiana de la época: la decoración, el mobiliario, la ropa de cama, la indumentaria, las prácticas médicas y religiosas, el papel de la mujer, oficios, clases sociales…”. Sin embargo, las mencionadas composiciones tienen más elementos iconográficos de interés. “La escena celestial aparece delimitada por nubes, siguiendo la concepción tradicional de que el cielo está encima de ellas, que son un velo natural”. Precisamente, la presencia virginal en la tierra se constituye como “la prueba del milagro”, irradiando “rayos luminosos que llegan a la escena inferior –al devoto–, especialmente en las representaciones del siglo XVIII”, explica Castellote Herero. En pocas ocasiones, “la imagen surge en un cuadro colgado de las paredes de la habitación del enfermo, ya que lo más frecuente es que apareciera sobre un pedestal o a través de la ventana”.

A su vez, “la escena terrenal es hierática, frontal y simétrica”, al representar “una situación difícil –especialmente la enfermedad o un accidente–, con una perspectiva imposible, en la que el suelo sirve de apoyo a las figuras, a base de unas baldosas inclinadas”. Asimismo, y con frecuencia, “aparecía una mesa auxiliar con las tisanas, medicinas, utensilios para iluminar o motivos religiosos, como cuadros, rosarios y crucifijos, que formaban parte de la decoración del dormitorio tipo”. Incluso, cuando quería remarcarse la gravedad del doliente, “se mostraba un sacerdote dispuesto a dar la extremaunción”. También solía representarse al médico con su indumentaria característica, “vestido con levita y chaleco, sombrero de copa, etc.”.
Pero si existe una imagen habitual en los exvotos pictóricos de Barbatona, ese es el de una figura femenina “en actitud de servicio”, que se encarga de los cuidados del moribundo, al mismo tiempo que reza por su alma. “Es, además, quien pide la medicación de la Virgen, frecuentemente arrodillada ante su imagen”, aseguran los especialistas. A pesar de ello, las composiciones de estos exvotos resultan frías, al transmitir un “escaso dramatismo”. “No generan la intensidad de la emoción”, debido a “la falta de recursos técnicos”, aunque “el simple hecho de aparecer en el lecho, en la sociedad rural de aquellos tiempos –cuando la cama sólo se empleaba para dormir o en caso de enfermedad–, ya aportaba una lectura dramática”.
En último lugar, debajo del conjunto pictórico, aparece el texto del exvoto, “siempre con fórmulas fijas que utilizan un lenguaje impersonal, en tercera persona”, explica Castellote Herrero. El mismo “refuerza la veracidad de los hechos, porque la escritura –en una sociedad analfabeta– tiene un valor simbólico enorme”. El pasaje se inicia con el nombre y apellidos del donante, seguidos de la narración del hecho grave y de la persona que dirigen la petición. “La caligrafía cuidada se apoya en una falsilla y presenta abreviaturas originales, exigidas por el desajuste que se produce entre el escaso espacio de la tabla y la cantidad de datos aportados acerca del milagro”, añaden los lingüistas. “La ortografía se ajusta a los modelos de la época”.
Los artistas

Sin embargo, y a pesar de la fama de estos exvotos, “no sabemos nada de sus pintores”. Todos son anónimos. Eso sí, “siempre se ajustan a un esquema fijo, siguiendo una tradición imaginaria establecida. “Parece ser que eran artesanos de otros oficios que –circunstancialmente– realizaban esta tarea”, confirma Eulalia Castellote. En Barbatona, de acuerdo a las características pictóricas, se pueden identificar hasta cinco creadores de más de una obra. “Fuera de este corpus, se expone un exvoto de característica singulares, pintado al fresco, en el que se representa la retirada del ejército francés que atacaba Sigüenza, donde se hallaba la partida de «El Empecinado», durante la Guerra de la Independencia”, señalan los investigadores. “En medio del día, por intervención mariana, se hizo de noche, lo que produjo la retirada de los asaltantes y la salvación de los paisanos”.
“Los exvotos pictóricos formaron parte –desde hace siglos– de la religiosidad popular, marcando –con su palabra figurativa y colorista– los límites de una entrega y una emoción”, explica el cronista provincial de Guadalajara, Antonio Herrera Casado. “En Barbatona llegaron a ser muy numerosos, como lo fueron también en el Santuario de la Virgen de la Hoz, en Molina; en el de Nuestra Señora del Peral, de Budia; o en los monasterios de Monsalud o de Sopetrán, a cuyas respectivas tallas milagrosas se acercaron –durante siglos– los creyentes, en demanda de una salud que nadie más que la divinidad podía conseguirles”.
Por tanto, nos encontramos ante una realidad –los exvotos pictóricos habidos en el santuario de Barbatona– en la que se combina –a la perfección– el arte, las creencias sociales, la historia y las potencialidades turísticas. Por ello, han de ser estudiadas, conservadas y potenciadas, para que no sólo puedan ser conocidas por la ciudadanía, sino que se conserven para generaciones futuras. De esta manera, se podría reconstruir –de manera un poco más exacta– la trayectoria pretérita de nuestra provincia y de España. Al fin y al cabo, y como señaló el filósofo alemán Friedrich Hegel (1770-1831), «la historia universal es el progreso de la conciencia de la libertad».
Bibliografía CASTELLOTE HERRERO, Eulalia. «Exvotos pictóricos del santuario de Nuestra Señora de la Salud de Barbatona». Guadalajara: AACHE Ediciones, 2005. HERRERA CASADO, Antonio. “Prólogo”. En CASTELLOTE HERRERO, Eulalia. «Exvotos pictóricos del santuario de Nuestra Señora de la Salud de Barbatona». Guadalajara: AACHE Ediciones, 2005. |

Historiador y periodista, especialista en comunicación ambiental y en Masonería mexicana. El reporterismo es mi vocación. Ahora informando desde Guadalajara. “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” (Benito Juárez, 1867).