La calzada romana de Paredes de Sigüenza se niega a desaparecer

Un tramo de la Calzada Romana en Paredes de Sigüenza (Foto Antonio Herrera Casado)
Un tramo de la Calzada Romana en Paredes de Sigüenza (Foto Antonio Herrera Casado)

Se trata de uno de los monumentos más antiguos de Guadalajara. Cuenta con dos milenios de historia a sus espaldas. A pesar de ello, es uno de los ejemplos patrimoniales más desconocidos y descuidados de todos los que existen en el territorio arriacense. Nos referidos a los restos de una de las calzadas romanas que atravesaban la actual provincia y que la conectaban con el resto de la Península Ibérica. Sin embargo, y aunque la importancia de estas infraestructuras fue muy relevante durante siglos, hoy apenas quedan vestigios de las mismas. Entre los más relevantes, los que se encuentran en los alrededores de Paredes de Sigüenza.

Se ha de tener en cuenta que el espacio caracense “fue surcado por las calzadas que, primero durante la etapa republicana y luego en el periodo imperial, se hicieron y mantuvieron para unir y cohesionar los territorios de Hispania”, describía el investigador José Luis García de Paz, ya fallecido, en su libro «Patrimonio Desaparecido de Guadalajara». “La vía más conocida era la que discurría desde Alcalá de Henares a Medinaceli, para seguir a Zaragoza. Otra opción, transversal, se trataba del antiguo camino que conectaba la zona de Cuenca con la de Burgos”.

De hecho, esta última alternativa era la que pasaba por Paredes de Sigüenza. “El camino iba, más o menos, de Mandayona a Baides, Santiuste, Riofrío del Llano, para –a continuación– recorrer el espacio de Atienza a Tordelloso, y seguir por Alpedroches, luego a Miedes, Retortillo de Soria y, de allí, a Tarancueña”, describía García de Paz. “Las obras para cambiar el trayecto de la carretera de Guadalajara a la capital soriana hicieron desaparecer un importante tramo de esta antigua calzada, que pasaba por Paredes de Sigüenza”. Dicha localidad se constituía como “un punto de «parada» en el deambular de la submeseta norte hacia la sur”.

A pesar de las escasas huellas que quedan de la referida infraestructura, las que se observan todavía son de una gran relevancia y permiten conocer cómo fue la mencionada edificación. “Nos encontramos con tramos de muy buena construcción, con bordillos a ambos lados”, aseguraba el investigador Jesús Valiente Malla en su libro «Guía de la Arqueología en Guadalajara». “El firme se conserva perfectamente en bastantes puntos y, en su recorrido, aparecen tres alcantarillas que sirven para cruzar el arroyo de «La Laguna» y otros cauces menores que drenan la llanura, que se inunda con facilidad”.

Asimismo, si se analizan a los vestigios que se mantienen en pie, la obra respondía a un «sistema modular». “La calzada mide de ancho un total de 5,30 metros, mientras que los bordillos están formados por sillares prismáticos de 1,40 metros de longitud máxima por 0,53 metros de ancho y alto, menos los que miden de 1,50 metros de longitud por 0,32/0,40 metros de alto y 0,53 metros de ancho”, confirmaba Valiente Malla.

Por tanto, hoy en día todavía se puede recorrer parte de esta antigua vía de comunicación. Lo que queda de la mencionada construcción “parte directamente del casco urbano de Paredes de Sigüenza en dirección sur, bajo el nombre de «camino de la Virgen»”, subrayaba Jesús Valiente. Posteriormente, sus restos pasan “frente a la ermita de la Soledad”, aunque los mencionados vestigios “no son perfectamente visibles hasta que se recorren unos 300 metros”, confirman los especialistas en la materia.

Otros restos de la «Carretera Clásica»
Pero más allá de las huellas de la calzada romana que se pueden disfrutar en Paredes hoy en día, también se han de mencionar otros rastros que ya no están en su ubicación original. “Había un puente romano justamente al otro lado del núcleo urbano, pero fue desmontado en su día para hacer otro más ancho”, critican los investigadores. “Los restos que permanecen del mismo se encuentran retirados a un lado del emplazamiento antiguo”.
Incluso, hay elementos de dudosa atribución que la sabiduría popular los han vinculado –tradicionalmente– con la mencionada vía de comunicación. “Existe también una fuente con su pilón, muy maltrecha, que en el pueblo se data en la época imperial de Roma, aunque quizá no sea de estas fechas, extremo que podría aclararse mediante una excavación y la consiguiente restauración”, indican los arqueólogos.

A pesar de ello, de lo que no hay duda es que el patrimonio se ha de seguir protegiendo, defendiendo y poniendo en valor. Es la única forma de conservarlo y, al mismo tiempo, conocer un poco más de nuestra historia. Por ello, los fragmentos de la calzada romana que aparecen en Paredes de Sigüenza se niegan a desaparecer, a pesar de sus dos milenios de vida. Un empeño por la supervivencia del que todos deberíamos ser cómplices, ya que, como dijo el escritor argentino Ernesto Sábato, «la historia no es mecánica, porque los hombres son libres para transformarla».

La calzada que no cesa
No muy lejos de Paredes de Sigüenza se pueden encontrar más vestigios de otra de las antiguas calzadas romanas que surcaban la provincia de Guadalajara, y que llegaba hasta la capital aragonesa procedente de Extremadura. Más concretamente, se observan diversos restos en las proximidades de la Ciudad del Doncel, en el punto kilométrico 36 de la carretera 304, donde se emplaza el puente de «El Rebollar». Esta infraestructura “no salva ningún cauce permanente de agua, por lo que su estructura y aspecto no responden a la estampa característica de estos monumentos”, confirmaba Jesús Valiente Malla en su libro «Guía de la Arqueología en Guadalajara». 

De hecho, la mencionada edificación “funcionaría más propiamente a modo de viaducto por el que discurría la vía romana (o uno de sus ramales) que enlazaba Mérida con Zaragoza a su paso por las proximidades de Segontia”, explican los arqueólogos. “El puente mide en su cumbrera algo más de diez metros, tiene un solo ojo y alzado de mampostería no muy cuidada”, subrayaba Valiente Malla. “La obra está apoyada por contrafuertes, tiene bóveda de cañón formada por losas de piedras acuñadas y sujetas con argamasa, aunque el arco exterior, formado por dovelas bien talladas, parece más moderno, puesto probablemente en el curso de una reparación”.

 

Bibliografía.
GARCÍA DE PAZ, José Luis. «Patrimonio desaparecido de Guadalajara». Guadalajara: Ediciones AACHE, 2003.
VALIENTE MALLA, Jesús. «Guía de la Arqueología en Guadalajara». Guadalajara: Ediciones AACHE, 1997.