La tradición de las danzas de Galve de Sorbe, un año más fiel a su cita

La fiesta de los Danzantes y Zarragón de la Virgen del Pinar, declarada de Interés Turístico Provincial, se celebrará los días 18 y 19 de agosto

El paloteo galvito es una de las celebraciones ancestrales de la Sierra Norte de Guadalajara

Danzantes y Zarragón de Galve de Sorbe y Gaiteros Mirasierra. // Foto: Antonio Garrido Cerezo.
Danzantes y Zarragón de Galve de Sorbe y Gaiteros Mirasierra. // Foto: Antonio Garrido Cerezo.

“Fue muy difícil recuperar la fiesta y fue también complicado empeñar a enseñar las danzas a los más jóvenes porque había gente en el pueblo reticente, pero al final se consiguió. Las danzas de Galve estaban perdidas y no sólo las hemos conseguido salvar sino que se ha logrado traspasar la tradición a decenas de chicos y chicas a lo largo de todos estos años”.

Quien así habla es Pascual Gordo, jubilado, residente en Galve de Sorbe que pasó el grueso de su vida en Barcelona. A su vuelta al pueblo se dedicó en cuerpo y alma a salvar la fiesta de su pueblo. En esa tarea tuvo la ayuda de Pepe Herrero, ya fallecido. Ambos fueron los motores de la recuperación de una tradición que se había perdido después del éxodo rural a las ciudades. Hoy, en cambio, la que aún es villa condal de la sierra puede lucir en su calendario una de las fiestas con más soleras del ciclo festivo de la provincia de Guadalajara.

Danza de El Cordón.
Danza de El Cordón.

La fiesta de los Danzantes y Zarragón de Galve, enmarcada dentro de las fiestas patronales de esta localidad -cuya organización corre a cargo del Ayuntamiento de Galve– volverá esta semana a las calles del pueblo. El viernes 18 de agosto, a partir de las 12:30h, tendrá lugar una misa en honor de Nuestra Señora del Pinar y la procesión acompañada de los danzantes por las calles del pueblo. Al día siguiente, el sábado 19 de agosto, los danzantes volverán a salir a bailar acompañando la procesión hasta la ermita de la Virgen del Pinar, situada en las proximidades de Galve. Por la tarde, a partir de las 19:30h, actuarán en la Plaza Mayor. En todas las actuaciones estarán acompañados por los Dulzaineros Mirasierra.

En Galve de Sorbe, a caballo entre la Sierra de Pela, el Alto Rey y el Macizo de Ayllón, el centro de la fiesta son los Danzantes y Zarragón, declarados de Interés Turístico Provincial. Se celebra siempre el tercer fin de semana de agosto, por lo que este año tendrán lugar los días 18 y 19 de este mes. En la villa galvita se han mantenido vivas danzas cuyos pasos ejecutan los bailadores con palos, castañuelas y cintas. Se trata de un repertorio ancestral en el que prima el paloteo, es decir, los danzantes van provistos cada uno de dos palos que entrechocan con los del compañero o entre sí.

Este tipo de manifestación folclórica es muy frecuente en Castilla, aunque se extendió por otras regiones. El origen de las danzas de Galve es desconocido. La tradición oral ha ido transmitiendo la fiesta durante la generación, hasta llegar a nuestros días, sin apenas alteraciones salvo en las características del atuendo. Antonio Herrera Casado, cronista oficial de Guadalajara, opina que “la raíz celtíbera y guerrera se encuentra en las danzas de Galve, igual que en las de Molina, Valverde o Utande”.

La cristianización de la península influyó en todo tipo de expresiones culturales y artísticas. Las danzas de Galve no fueron una excepción. El antiguo ceremonial, cuya idea motriz era agradecer la deidad de los dioses paganos, fue adoptado, absorbido y transformado por el cristianismo en una fiesta, plenamente imbuida de religiosidad, que tenía como misión honrar a las diferentes advocaciones católicas, en el caso de Galve, a la Patrona de la Villa, Ntra. Sra. de la Virgen del Rosario.

Danzantes de Galve, en 1975. // Foto: Jesús Herrero.
Danzantes de Galve, en 1975. // Foto: Jesús Herrero.

Después, en el siglo XX, años 50 y 60, la emigración hizo mella en la tradición, que estuvo durante casi treinta años sin practicarse. Las danzas parecían perdidas hasta que un grupo de danzantes veteranos las recuperaron en agosto de 1989. Desde entonces la fiesta ha experimentado un auge notable con la incorporación de jóvenes. Incluso algunos años hubo dos cuadrillas de danzantes: la de jóvenes y la de niños. Los trajes se han renovado atendiendo al diseño original de principios de siglo: rayas verticales amarillas y rojas para los danzantes y amarillas y azules para el Zarragón.

El grupo galvito durante su participación en el programa 'Con ton y son' de CMM.
El grupo galvito durante su participación en el programa ‘Con ton y son’ de CMM.

“Somos de un pueblo pequeño pero muy bonito en la sierra de Guadalajara. Agradecemos el trabajo de Pascual, de Pepe y de todas las personas que colaboraron en salvar las danzas”, explicó Azucena Ricote en la televisión pública de Castilla-La Mancha (CMM), durante el concurso Con ton y son en el que participó (con éxito) el grupo galvito. Azucena es una de las jóvenes que actualmente mantiene con vida las danzas.

El repertorio de los danzantes de Galve se compone de alrededor de una veintena de danzas, la mayoría de paloteo, aunque también hay de cintas y castañuelas. Los danzantes van provistos de palos de madreselva que entrecochan entre sí interpretando una coreografía transmitida por tradición oral y aprendizaje. El zarragón, que es el “jefe de la Danza”, lleva estacas huecas en lugar de palos. El acompañamiento musical es de dulzaina y tamboril.

Algunas de las piezas más conocidas son “La rosa”, “Taraverosán”, “La urraca”, “El pastor”, “Señor Mío Jesucristo”, “Los higaldos de Bustares”, “Tres hojas”, “Es María Pura y Bella” y “Tero-Lero”. Además de las piezas de paloteo, la danza de Galve conserva dos pasacalles tradicionales y el denominado “Baile a la Virgen”, que se ejecuta durante la procesión en honor de la Virgen del Pinar. Uno de los pasos más significativos es la danza de “El castillo”, en la que los danzantes forman una pequeña torre humana que corona con uno de los bailadores boca abajo.

Los danzantes de Galve, con los dos trajes que se conservan: el de rayas rojas y amarillas y el de estampado de flores. // Foto: Raúl Conde.
Los danzantes de Galve, con los dos trajes que se conservan: el de rayas rojas y amarillas y el de estampado de flores. Imagen de 2001. // Foto: Raúl Conde.

Los danzantes de Galve bailan cada año con ocasión de las fiestas patronales del pueblo, pero también han ‘exportado’ su arte fuera del pueblo. Han realizado múltiples actuaciones fuera del pueblo, en otros lugares, en Madrid, Tarragona, Burgos, Segovia, Cuenca, FITUR, San Sebastián de los Reyes, Uceda, Cogolludo, Sigüenza, Valls, Almagro (Ciudad Real), La Coruña o Guadalajara. En su momento también editaron el boletín de fiestas y una página en Internet. Y, a lo largo de varios años, bailaron dos cuadrillas de danzantes -la de mayores y la de niños-, con los dos últimos trajes utilizados: el de estampado de flores y de rayas verticales. Los palos y las castañuelas, además de la música de dulzaina y tambor que aportan los Gaiteros Mirasierra, son el reclamo de la fiesta en Galve.

Tres generaciones de Zarragón en Galve: Celedonio Sierra, Jorge Martín y Óscar Esteban.
Tres generaciones de Zarragón en Galve: Celedonio Sierra, Jorge Martín y Óscar Esteban.

En 2006, los danzantes de Galve y los gaiteros Mirasierra editaron un CD musical que recopila todo el legado folklórico de esta villa de la Sierra de Guadalajara. “Es una de las cosas de las que nos sentimos más orgullosos. Coger una fiesta que estaba prácticamente perdida y preservar el legado en un disco y, además, poder enseñar la coreografía, los pasos y la música a decenas de jóvenes, es lo que en realidad garantiza el futuro de la tradición”, puntualizan Raúl Conde y Víctor de la Vega, dos de los jóvenes que contribuyeron activamente en este proceso de recuperación.

Villa histórica

La villa de Galve está situada en la ladera norte de la sierra del Alto Rey, en la comarca de las Serranías de Guadalajara. Ocupa una posición geográfica estratégica al ser el centro de comunicaciones de la Transierra, a la puerta de la sierra del Ocejón, el Hayedo de Tejera Negra, el macizo de Ayllón y la sierra de Pela, que sirve de frontera natural con las provincias de Soria y Segovia.

Las fiestas de Galve se celebran en honor de Nuestra Señora del Pinar. // Foto: www.galvedesorbe.es
Las fiestas de Galve se celebran en honor de Nuestra Señora del Pinar. // Foto: www.galvedesorbe.es

Este elevado enclave serrano perteneció, tras la reconquista, al Común de Villa y Tierra de Atienza, siendo luego, en el siglo XIII, de propiedad del infante don Juan Manuel, quien levantó un primitivo castillo sobre el lugar. Pasó luego a la Corona por muerte del revoltoso Infante, y en 1354 el rey Pedro I dio Galve a Iñigo López de Orozco. Después los señores de Beleña vendieron Galve al almirante de Castilla Diego Hurtado de Mendoza y al Justicia Mayor del Reino, Diego López de Estúñiga. Éste último fundó mayorazgo en 1428 con Galve y los lugares de su tierra. Un descendiente suyo, Diego López de Estúñiga “el mozo”, levantó hacia 1468 el castillo que actualmente otea sobre el pueblo.

En 1543 compra el lugar Ana de La Cerda y su hijo, Baltasar Gastón de Mendoza y de la Cerda, fue nombrado por Felipe II en 1557 primer conde de Galve, y en esta familia, enseguida también duques de Pastrana, siguió el condado serrano. Ya en el siglo XVIII, por entronques familiares, pasó a la casa de los duques de Alba, que hoy ostentan el título de condes de Galve. Fue este pueblo cabeza de un amplio territorio de lugares serranos, extendidos por los agrestes vericuetos de la vertiente sur de las serranías del Ocejón. Eran estos: Valdepinillos, La Huerce, Zarzuela de Galve, Valverde de los Arroyos, Umbralejo y Palancares, más los actuales despoblados de Castilviejo, Pedro Yuste, Majadas Viejas y La Mata de Robledo, que constituían el condado de Galve.

Conserva esta villa algunos variados recuerdos de su pasado. Son de admirar sus construcciones rurales, todas de firme sillería bien trabajada, dando sensación de reciedumbre y buen hacer: muchos dinteles tallados, algunas buenas rejas… en la plaza Mayor, ante el soportalado Ayuntamiento, se alza el rollo, de fuste cilíndrico y remate pinacular con adornos góticos, muy bello ejemplar de finales del XV o principios del XVI, y que viene a simbolizar la categoría de villa que tuvo Galve.

También a la entrada del pueblo, por levante, se alza otro rollo de la misma época y parecidas características. La iglesia parroquial es obra del siglo XVI, y presenta una fábrica inexpresiva de sillarejo, con portada de dovelas bien trabajadas, pero sin otro detalle artístico destacable. Al construir este templo, fue derribado el primitivo románico que asentaba en su mismo lugar.

Danza de "El castillo" en la que los bailadores forman una torre humana. // Foto: Asoc. Cultural Danzantes de Galve.
Danza de “El castillo” en la que los bailadores forman una torre humana. // Foto: Asoc. Cultural Danzantes de Galve.

Sobre un alto cerro al norte de la villa, se alza majestuoso el castillo. Es un excelente ejemplar de la arquitectura militar medieval, obra de la segunda mitad del siglo XV. Erigido por los Estúñiga, cuyos escudos aparecen distribuidos en las talla-das piedras de muros y estancias, sufrió luego el abandono y la ruina, el destrozo programado en la guerra carlista, y la reconstrucción arbitraria que su nuevo dueño le impuso hace algunos años, dejándolo luego, como hoy está, abandonado. Consta el castillo de Galve de un amplio recinto externo, de elevada muralla almenada, en la que se presentan sendas torres cuadrangulares en las esquinas, más un cubo semicircular adosado al comedio de la cortina sur.

Sobre la esquina noroeste se alza la hermosa Torre del Homenaje: de planta cuadrada con fuertes muros de sillar, en lo alto de las esquinas rompen su línea recta cilíndricos garitones sobre repisas varias veces molduradas, luciendo cada uno un escudo de los Zúñigas constructores. Se remata esta torre con un saledizo sujeto por modillones de triple moldura.

Tiene su interior, ya restaurado, cinco pisos, en uno de los cuales aparece una gigantesca chimenea de piedra sillar, con gran arco escarzano, y ventanales escoltados de asientos de piedra, y una superior terraza desde la que se contempla un increíble panorama.

Lucha por el castillo

Sin embargo, la importancia del castillo no le está salvando de la ruina. La fortaleza atraviesa una situación de deterioro lamentable, acentuada por la inacción tanto de su propietario como de la Administración. La Junta de Castilla-La Mancha abrió el pasado año un expediente sancionador al dueño del castillo, cuya sanción –superior a 70.000 euros- ya ha sido ejecutada. Pero la recuperación del monumento está pendiente del proyecto de rehabilitación presentado por la propiedad, que los técnicos de la Delegación de Cultura

Vista general de Galve de Sorbe desde el castillo. // Foto: Raúl Conde.
Vista general de Galve de Sorbe desde el castillo. // Foto: Raúl Conde.

Desde la Asociación Castillo de Galve, que desde hace 10 años luchan de forma incansable por la salvación de este monumento, confían en que esta vez sea la definitiva y se den pasos concretos para evitar que el castillo se caiga. La fortaleza erigida en el siglo XV por los Estúñiga está considerado uno de los monumentos de mayor valor histórico y artístico de la Sierra. “Entendemos que una rehabilitación integral es muy complicada pero sí exigimos una intervención que garantice la estructura, que limpie el interior del edificio, que está lleno de maleza y de basura, y que lleve a cabo los trabajos arqueológicos necesarios”, subraya Rosa Herrero, miembro de esta asociación.