Mi solsticio

Pseudónimo: Alednac

Autora: Candela Díaz. 11 años

Finalista categoría infantil

En la sierra norte de Guadalajara se hallaba Tordelrábano, un pequeño pueblo plagado de casas que en cada solsticio de invierno cambiaban de sitio. Lo único que siempre permanecía en su lugar era el colegio, un edificio encontrado en la entrada del pueblo, abandonado hace unos treinta años, cuando dejaron de nacer niños.

La mañana siguiente al solsticio, la mayoría del pueblo se reunía en la plaza para comentar los cambios ocurridos ese año. Siempre había algún anciano que juraba haber escuchado un ruido desagradable: el chirrido de una tiza contra la pizarra, etc

Días después, alguien apareció muerto. Nunca fallaba. Durante mucho tiempo, los vecinos pensaban que eran simples coincidencias. Hasta que un día, el panadero descubrió el patrón: siempre fallecía la última persona en pasar por el aula aquella noche.

Durante los siguientes años, los vecinos de Tordelrábano intentaban evitar ese edificio a toda costa, y la vieja historia quedó en el olvido. Una década más tarde, en Navidad, los nietos de María del Mar, regresaron al pueblo con los familiares.

Laura, Santiago, Miguel y María vivían en Madrid, pero recordaban a la perfección las leyendas que les contaba su abuela cuando se juntaron.

La noche del solsticio, mientras sus padres hacían la cena, los cuatro primos decidieron ir al antiguo colegio a desmentir aquella historia.

Una vez allí, abrieron la puerta y se dirigieron a la primera aula. -Pero si aquí no pasa nada- dijo Miguel.

En ese instante una tiza cayó al suelo, los primos quedaron impactados. Entonces comenzó el chirrido. Unos segundos más tarde, en la pizarra se podía leer: volveré a por vosotros.

Los chicos salieron corriendo y no contaron a nadie lo sucedido. Un par de días después, Miguel apareció muerto en la cama de sus padres. Los vecinos al escuchar eso sabían que la historia volvía, bueno, que nunca se había ido.

Laura, Santiago y María, jamás regresaron al pueblo, pero se dice que cada solsticio de invierno se sigue escuchando aquel chirrido insoportable.