Molina apuesta por sus Parameras

El Señorío es una zona muy fría. Incluso en verano, sus vecinos salen a la calle con una rebeca, por «lo que pueda pasar». Una circunstancia que también ha dejado su impronta en el paisaje. Sus amplias llanuras e imponentes altiplanos definen a una comarca que se caracteriza por un clima extremo. En este contexto se domicilia una de las unidades ambientales más famosas de Guadalajara. La misma que, en 2004, fue declarada Zona de Especial Protección Para las Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC). Nos referimos a las Lagunas y Parameras de Molina.

Dicho espacio protegido “está formado por un conjunto de llanuras, lagunillas y charcas estacionales”, aseguran desde la Junta de Comunidades, encontrándose compuesto por “cinco emplazamientos vinculados entre sí, ubicados en el extremo noreste de la provincia”. Estamos ante “un conjunto de altos páramos desabrigados, en los que se abren profundos y escarpados valles”, explican desde Castila–La Mancha. “Pertenecen al dominio ibérico, dentro de la unidad geoestructural alpina, y están formados –en las cumbres– por rocas calizas y dolomías (del Jurásico inferior), y –en las depresiones– por areniscas, conglomerados compactos y margas, de edades mesozoicas y paleógenas”.

Así, “las distintas litologías influyen sobre el tipo de vegetación que podemos encontrar en el lugar”, explican desde la Consejería de Desarrollo Sostenible. De esta forma, los altiplanos “se encuentran desprovistos de vegetación arbórea, prevaleciendo el matorral almohadillado denominado «cambronal», hábitat que alberga una importante población de aves esteparias, destacando la alondra ricotí y la Dupont, con la población mejor conservada de la región”.

Por otro lado, “en la raña de Campillo de Dueñas, zona de deposición de materiales en forma de conglomerados y arcillas, aparecen numerosas lagunas que constituyen por sí mismas un elemento geomorfológico de interés”, añaden desde el gobierno regional. Pero, al mismo tiempo, y en el caso de los altiplanos, se distinguen dos tipos de paisajes: “las parameras con cambronal asociadas a la ganadería tradicional y las estepas cerealistas modeladas a lo agrícola”.

Un amplio espacio protegido
Como consecuencia, esta ubicación protegida ocupa una superficie de 6.163,8 hectáreas, que se distribuyen en los términos de Campillo de Dueñas, Embid, Molina de Aragón, Rueda de la Sierra, Tartanedo, Torrubia, Tortuera y La Yunta. Su altitud media es de 1.140 metros. La ZEPA y el LIC se hallan compuestos por “humedales estacionales, someros, que se encuentran situados sobre lechos de cantos rodados de cuarcita, unidos por una matriz arcillosa, que se recargan fundamentalmente del agua de lluvia”, explican los especialistas. En total, se han identificado 3.170 formaciones hídricas, donde se han observado –entre otras especies– comunidades del helecho acuático Marsiela strigosa, o trébol peludo de cuatro hojas.

Además, “el hábitat que se desarrolla en las charcas estacionales se encuentra constituido por vegetación de carácter anfibio y por pastizales humedales”, indican desde la Junta de Comunidades. En los márgenes de estas lagunas –“donde la inundación es más rara, pero existe cierto grado de hidromorfia”– se desarrollan juncales de diversas variantes –como la churrero y el articulado–, que tienen la consideración de «hábitat de interés comunitario».
Y en “las épocas en la que las pozas se inundan, las mismas sirven como lugar de invernada y/o paso a numerosas especies de aves acuáticas, limícolas y otras de mayor tamaño, como cigüeñas o grullas”, como ocurre en la «Laguna Honda», de Campillo de Dueñas, que cuenta con una lámina de agua permanente. Asimismo, también se han detectado otras especies de interés en los alrededores, como la lechuza campestre, “presente durante el invierno y raramente como reproductora”. Asimismo, se ha de mencionar el caso del elanio común, que cría en el entorno.

Al mismo tiempo, se debe poner en valor la vegetación acuática y anfibia existente en las parameras del Señorío de Molina. “La diversidad que manifiestan estas comunidades es extraordinaria, en gran medida debido a su adaptación a la estacionalidad del encharcamiento que, en estas lagunas, es extremadamente variable”, explican desde el Ejecutivo Autonómico. “La vegetación amoldada a este medio cambiante presenta formas de resistencia durante las épocas de sequía –órganos subterráneos, semillas o esporas– que permiten que, aunque se desarrollen actividades agrarias tradicionales como cultivos extensivos o pastoreo, vuelvan a aparecer cuando se dan las condiciones de hídricas apropiadas”.

De hecho, “la variabilidad del nivel del agua en las charcas aludidas motiva la «movilidad» de sus hábitats, dándose sucesiones temporales de los mismos conforme al aumento o disminución del nivel hídrico durante los procesos de inundación interanuales”, indican los investigadores. Además, “en zonas donde la presencia del agua es más prolongada, pueden llegar a desarrollarse otras comunidades de vegetación estrictamente acuática”.
Incluso, “en las escasas manchas forestales insertas en este espacio protegido se distinguen dos tipos de masas, consistentes en encinares y quejigares”, aseguran desde Castilla–La Mancha. Gracias a todo ello, “las lagunas del Señorío de Molina tienen una gran importancia en cuanto a flora, ya que incluyen, en conjunto, una extensa representación de lagunas temporales mediterráneas, donde se desarrollan comunidades vegetales específicas de este ambiente”.

La importancia de la fauna
Sin embargo, la riqueza ambiental del lugar también es enfatizada por la variedad de sus especies animales. “En dicho espacio, la fauna ocupa como zonas de reproducción, refugio y/o alimentación, en enclaves tan dispares como lagunas estacionales y sus pastizales anfibios, parameras de cambrón o cultivos extensivos de cereal”, explican desde la Consejería de Desarrollo Sostenible. Los pastizales naturales circundantes a las lagunas conforman un tipo de hábitat ideal para micromamíferos, entre los que destacan la rata de agua, el topillo mediterráneo o el campesino. “Cumplen una importante función en el ecosistema como especies presa de distintas rapaces –que sirven de control natural de sus poblaciones frente a episodios de superpoblaciones–, como son aguiluchos o elanio azul”, añaden los científicos.

Tampoco se puede olvidar la impactante avifauna del entorno, entre la que se han de mencionar las especies asociadas a los páramos abiertos –como la alondra ricotí, el alcaraván o la calandria–, así como las aves agroesteparias, entre las que ocupan un papel fundamental las avutardas o el sisón. “La continua reducción de las superficies dedicadas a los cultivos tradicionales en secano, derivada de su menor rentabilidad, unida a la intensificación de su gestión para optimizar los rendimientos, supone una amenaza para el mantenimiento de las poblaciones de estas especies”, explican los investigadores.

Por otro lado, en la zona se alimentan y crían rapaces de carácter estepario, como el aguilucho pálido y el cenizo, el elanio azul y el cernícalo primilla. Incluso, en las lagunas temporales, “sólo pueden acoger pequeñas poblaciones de aves acuáticas reproductoras durante los años en los que permanecen inundadas durante la época estival”, aseveran los expertos. “Para el grupo de aves acuáticas y limícolas migratorias les sirve como zona refugio y/o alimentación durante sus movimientos migratorios, especialmente a lo largo del paso prenupcial”. Justo en ese momento es cuando se distinguen diversas especies de interés, entre las que se hallan la garceta común, la garza imperial, las cigüeña negra y blanca, la grulla, la cigüeñuela, el chorlito dorado europeo, el andarríos bastardo o el fumarel común.

Por tanto, “la rareza y fragilidad de los hábitats presentes en este espacio molinés, así como la existencia de numerosas especies protegidas –florísticas y faunísticas–, confirman la importancia de este conjunto de humedales y parameras, tanto por sus comunidades vegetales como por las distintas poblaciones de aves amenazadas que habitan los diferentes ambientes de este entorno”, explican desde la Junta de Comunidades. Una circunstancia que motivó a su designación como LIC y ZEPA en el 2004”.

Sin duda, se trata de una riqueza que se ha de conocer. Una magnífica opción para recorrer este espacio es la práctica senderista, de la mano de rutas como la RCGU-61: «De Hombrados al castillo de Zafra y el Lituero». Se trata de una alternativa de 17 kilómetros de longitud, cuya ida y vuelta se hace por el mismo camino. “La opción la hacemos entre unas seis horas. Todo dependerá del tiempo que dediquemos al castillo de Zafra y al Lituero”, explica Ángel de Juan, experto en la materia. “Transitamos por tramos de caminos y sendas en buen estado”. ¡No te lo pierdas!

No todo es oro lo que reluce
Entre las amenazas a las que se enfrenta la ZEPA y LIC de las Lagunas y parameras del Señorío de Molina, se hallan las actividades agrícolas se desarrollan en sus alrededores. Una circunstancia que tiene lugar debido a los impactos que, sobre el deterioro de la vegetación y la contaminación de las aguas, tienen las mencionadas ocupaciones campesinas, siempre y cuando se modifican sus usos y costumbres. “Las comunidades vegetales más afectadas son las propias de los hábitats marginales y anfibios, más expuestas al impacto de las referidas prácticas”, aseguran los científicos.
“Los recursos naturales existentes en este enclave están íntimamente ligados a los usos agrícolas y ganaderos tradicionales junto a los que han coevolucionado y a los que se han adaptado durante siglos, por lo que la mayor amenaza que sobre estos recae es la modificación de los mismos, revistiendo especial importancia la intensificación para las lagunas temporales”, concluyen los expertos