Alcorlo-Beleña: ¿a quién hacemos caso, a Román o a Cospedal y Carnicero?

Los representantes del Ministerio de Medio Ambiente, la Junta de CLM y la Mancomunidad de Aguas del Sorbe firman el 26 de junio de 2013 los convenios para la conexión Alcorlo-ETAP. // Foto: MAS.

Igual que las setas de cardo brotan a poco que caigan cuatro gotas en entretiempo, la reivindicación para conectar Alcorlo con Beleña rebrota en cuanto las lluvias aumentan el agua embalsada. Y como estos menesteres siempre son propicios para el oportunismo político, no tardan tampoco en eclosionar aquellos que no se resisten a aprovechar que el Sorbe pasa por nuestra sierra.

Sostiene Antonio Román, alcalde de Guadalajara y eterno candidato a secretario de Estado, que la conexión del pantano de Alcorlo con la presa de Beleña es “necesaria”. Por eso exige a la Junta de Castilla-La Mancha que acometa las modificaciones legales pertinentes para facilitar esta obra y no “desperdiciar hectómetros cúbicos de agua”. Es el mismo discurso que han resucitado los agricultores y ganaderos (APAG), en aras –dicen- de salvar los regadíos amenazados primero por la sequía y ahora por el anegamiento de fincas y parcelas. Nunca llueve a gusto de todos.

Ciertamente, la interconexión de Beleña con Alcorlo permitiría blindar el abastecimiento del Corredor y también dotar a los regantes del Bornova del agua del Sorbe, de calidad superior según los análisis de las entidades agrarias, si bien es cierto que la Mancomunidad de Aguas del Sorbe (MAS) asegura tener estudios que demuestran que su calidad es similar. En todo caso, se trata de una obra frustrada en 2011, en las postrimerías del Gobierno de Zapatero, tras emitir Medio Ambiente un informe ambiental negativo al proyecto presentado por los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT). Fue una decisión política sustentada en argumentos técnicos alrededor del impacto que hubieran provocado las obras necesarias y la protección de la fauna y la flora. La voluntad de la Junta chocó con la hipersensibilidad conservacionista de aquel Ejecutivo, y cuelgo aquí el enlace del BOE que me envió recientemente mi colega y amigo Óscar Cuevas con la resolución ambiental del 8 de febrero de 2011.

La cuestión es que la propuesta descarriló y el Gobierno de Rajoy, que asumió la decisión heredada de su predecesor, ofreció en 2015 a los agentes implicados la posibilidad de articular un proyecto alternativo para ser de nuevo evaluado en el trámite medioambiental. Sin embargo, agua. Nadie ha presentado nada y sólo ahora, tras las precipitaciones de las últimas semanas y el desembalse de Beleña, se han acordado de Santa Bárbara. Lo curioso, aunque no sorprendente, es que tanto el presidente de la APAG, Antonio Zahonero, como los dirigentes del PP de Guadalajara han orientado su queja hacia Toledo. Ni siquiera se han molestado en llamar a la puerta del Gobierno… del PP.

Si tan imperiosa es la conexión entre las cuencas del Bornova y el Sorbe, ¿por qué el PP no la impulsó durante el mandato regional de María Dolores de Cospedal? Si tan perentorio resulta este trasvase, ¿por qué nadie del PP de Guadalajara y de Castilla-La Mancha levantó la voz aprovechando la mayoría absoluta de Mariano Rajoy? Y si esta obra es tan necesaria, como aduce Román, ¿por qué su vicealcalde aseguró en 2014, tras finalizar la tubería de 35 kilómetros que une Alcorlo con la ETAP de Mohernando, que la doble conducción no era necesaria y que la prioridad era la tercera conexión de la potabilizadora hasta Alcalá de Henares?

Jaime Carnicero era entonces presidente de la MAS. Tras firmar los acuerdos pertinentes con el secretario de Estado de Medio Ambiente y el Gobierno regional, calificó estos convenios de “históricos, fundamentales, trascendentales”, y añadió: “suponen la garantía absoluta y definitiva a buena parte de la provincia de Guadalajara, del Corredor del Henares y, en definitiva, a más de 400.000 personas que componemos la Mancomunidad de Aguas del Sorbe”. Cospedal, presente en el mismo acto, apostilló: “Se ha garantizado el abastecimiento de agua para Guadalajara, el crecimiento del Corredor del Henares y que el agua no será un obstáculo, sino fuente de vida, de crecimiento para el impulso económico de la provincia de Guadalajara”. Vean, les invito a pinchar en la web de la MAS y observar la pompa que presidió la firma de estos convenios y la felicidad de los firmantes. Ni los acuerdos de Yalta contaron con tanta escenificación.

Un lustro más tarde, la pregunta es: ¿cómo es posible que el PP reclame ahora una obra que en aquel momento consideraba prescindible? ¿Por qué Emiliano García-Page tiene que darse prisa en considerar una infraestructura que Cospedal desdeñó como innecesaria? ¿Por qué la APAG no la exigió entonces con tanta insistencia como ahora?

El cambio de postura en el PP sería elogiable si la demanda de agua hubiese aumentado de forma vertiginosa. No es el caso. Las necesidades de abastecimiento hoy son análogas a las de hace cinco años, entre otras razones, porque el volumen de población es prácticamente el mismo y el incremento del regadío ha sido muy inferior al registrado en el resto de Castilla-La Mancha. Por tanto, no cabe más que interpretar un deseo de capitalizar políticamente lo que en buena medida puede considerarse una justa reivindicación de los regantes de Guadalajara.

Quizá también subyacen motivos que atañen al celo político. La conducción entre Alcorlo y la estación potabilizadora se abrió definitivamente a finales de julio del pasado año, después de que García-Page y el alcalde de Alcalá, ambos socialistas, lograran desbloquear su puesta en marcha tras las trabas burocrático-políticas impuestas por la CHT. Es un paso sustancial. La MAS aumenta su concesión en 4,2 hectómetros cúbicos (hm3), desde los 40 hm3 actuales hasta los 44,2 hm3, que se suman a la reserva de 53hm3 de Beleña. Para los agricultores no es suficiente. De ahí que hayan aprovechado el chorrón de agua que expulsan los aliviaderos de ésta última presa para recuperar el discurso trasvasista.

La segunda conducción desde Alcorlo es ahora mismo jurídicamente inviable –antes habría que modificar la Ley del Parque Natural de la Sierra Norte- y ambientalmente cuestionable. El proyecto rechazado contemplaba la construcción de una represa aguas arriba del Pozo de los Ramos para acumular una balsa. El agua descendería por gravedad no a través de una tubería, sino de un túnel excavado en roca madre que tendría nueve kilómetros de longitud y tres metros de diámetro hasta Alcorlo. Este sistema permitía prescindir de una captación directa en Beleña, lo que hubiera exigido un bombeo eléctrico.

Con las reservas que ahora tiene concedidas la MAS en la segunda conducción, y dado que ni siquiera la pertinaz sequía de los últimos tres años ha puesto realmente en peligro el abastecimiento de Guadalajara y su área metropolitana, resulta cuanto menos discutible la urgencia de impulsar la doble conducción. No digo que no sea necesaria. Digo que no es urgente. Máxime teniendo en cuenta el derecho que se ha reservado la MAS para elevar sus reservas en caso de necesidad y la posibilidad que se guarda en la manga de habilitar la denominada tercera conducción. Una nueva tubería de 39 kilómetros de extensión con la que, en teoría, se incrementaría la capacidad de transporte de agua en 1.500 litros por segundo, duplicando la capacidad de transporte actual.

Dicho lo cual, es evidente que la interconexión Alcorlo-Beleña es cuestión de tiempo porque confluye el interés de todos los actores implicados. El propio consejero de Agricultura ha dejado claro en varias ocasiones que está “estudiando” esta posibilidad. Por tanto, se hará. No sé sabe cuándo, pero se acabará haciendo. Entre otros motivos, porque la alternativa consistiría en construir una nueva presa Sorbe arriba, y eso sí que supondría una agresión al ecosistema.

Lo que me parece desacertado es abordar la cuestión desde el oportunismo y la visión gregaria del río, tratando al Sorbe como una mera tubería al servicio del sector primario y a la Sierra Norte como una especie de hidrocolonia de la Guadalajara interior. Hormigón y mercantilismo del agua, las dos principales patas en las que algunos parecen seguir instalados. La misma matraca que sigue determinando la política hidrológica de España.

El pantano de Alcorlo, con apenas un 35,5% de reservas, tiene 180 hm3 de capacidad frente a los 53 hm3 de Beleña, que en pocos meses ha pasado de agonizar a rozar el 85%. No tiene sentido, efectivamente, que los agricultores padezcan restricciones en el riego mientras Beleña desembalsa. Sin embargo, este excedente no es agua que se tira, sino la consecuencia natural de su ciclo. Y, de hecho, la propia CHT, como el resto de confederaciones, dispone de mapas de zonas inundables.

La Asociación de Agricultores y Ganaderos de Guadalajara se ha apresurado a exigir a la Confederación que limpie los cauces y las riberas de los ríos, que ahora amenazan con desbordarse a raíz de la crecida provocada tras las intensas lluvias de los últimos días. Por pedir que no quede, pero no parece un planteamiento pragmático. “Un río es un río y no una acequia controlada”, como muy bien recordaban recientemente desde la asociación que aglutina a los municipios ribereños de Entrepeñas y Buendía. Esto no quiere decir que se desatienda por completo este requerimiento. Quiere decir que hay que respetar la naturaleza siempre que no provoque desórdenes de gravedad o ponga en riesgo la seguridad.

Volviendo al abastecimiento del Corredor. En un mes de invierno “normal”, el consumo en la MAS es de 2,9 hm3. Esa cantidad está satisfecha con el agua que entra desde Beleña a la potabilizadora. Además, desde enero pasado esta mancomunidad dispone de otros 4,26 hm3, aunque es cierto que en su día la solicitud era de 16 hm3. A ello se suma la reducción del consumo en los municipios de esta cuenca –un 20% durante la última década, según la MAS-, pero también el bloqueo de pozos por parte de la CHT, la inexplicable falta de inversiones de este organismo para mejorar el aprovechamiento de Beleña y la opacidad en el caudal que se deriva a Madrid desde el Pozo de los Ramos.

Por tanto, hay muchas cuestiones pendientes que deberían atenderse antes de acometer la segunda conducción. Y todas confluyen en la voluntad política –o más bien, hasta ahora, la falta de la misma- del Ministerio de Medio Ambiente y de la Confederación Hidrográfica del Tajo. Es decir, de la Administración del Estado. Es decir, del Gobierno. Es decir, del partido de Román, Carnicero, Cospedal y el presidente de la APAG.