Apicultura en Guadalajara: la asignatura pendiente de la profesionalización

La Asociación de Apicultores integra a 700 socios de Guadalajara y otras provincias cercanas, de los que solo cerca de 30 se dedican en exclusiva

Mejorar la información del etiquetado y aumentar la producción son algunos de los retos que afronta el sector apícola en la Alcarria.

En Castilla-La Mancha se produjeron 2.300 toneladas de miel en 2016, un 8% del total nacional

Miguel Ángel Casado, apicultor de Hombrados, en la comarca de Molina. // Foto: HD

Miguel Ángel Casado es uno de los apicultores más innovadores de la provincia de Guadalajara. Vinculado a Hombrados, un pequeño pueblo de 32 habitantes del Señorío de Molina, en 2003 decidió dar un giro a su vida como trabajador de la construcción en Zaragoza y emprendió su nueva experiencia como apicultor en Molina, una de las comarcas que acumula mayor tradición apícola de la provincia junto con la Alcarria. Dedicado a la agricultura, cuenta, también con 300 colmenas de las que cosechó 3.000 kilogramos de miel en 2017: “Hemos pasado cuatro años de gran caída de la apicultura por la falta de lluvias”, admite Casado a Henaresaldia.com.

Este apicultor, que defiende la producción ecológica de la miel, afirma que “debe prevalecer la calidad del producto frente a la cantidad”, y hace hincapié en que “no hay que echar herbicidas ni fertilizantes a los cultivos”, una idea que “muchos agricultores no entienden, porque entonces las colmenas no dan fruto y no son rentables”.

Pero si hay algo en lo que trabaja incansable Miguel Ángel es en ayudar a que la apicultura sea una actividad sostenible y que contribuya a frenar la despoblación rural. “Estoy trabajando en un proyecto de selección genética artificial de cría de la abeja reina”. El objetivo de esta iniciativa es conseguir los mejores ejemplares para aumentar el rendimiento y la productividad de las abejas, mediante métodos que respetan el medio ambiente.

Otro de los planes que este apicultor molinés madura es la creación de una cooperativa apícola en la comarca, que, según explica “trataría de aglutinar a todos los apicultores de la comarca para crear una marca de calidad de miel en la zona”, que permitiría envasar y comercializar el producto de una forma coordinada.

Atrae población
Casado ejemplifica la situación de la mayoría de los apicultores alcarreños que se dedican a la apicultura como actividad secundaria para completar la renta familiar. La Asociación de Apicultores de Guadalajara, radicada en la principal zona productora de miel de Castilla-La Mancha, está integrada por 700 socios, de los que tan sólo cerca de 30 son profesionales y se dedican a la apicultura como medio de vida. Asimismo, esta organización tiene registradas 30.000 colmenas en toda la provincia.

Ángel Marco, vicepresidente de esta entidad, es uno de los apicultores que forman parte de ese reducido censo de profesionales. Su relación con la apicultura hunde sus raíces en la tradición de su familia con el mundo de la miel, que se ha transmitido de generación en generación. “La apicultura es mi forma de vida desde hace 22 años y es una actividad muy arraigada en la comarca que ayuda a asentar población en esta zona”, admite Marco a este digital.

En estos hornos de miel se producía antaño la miel en la comarca de Molina de Aragón.

Las familias que viven exclusivamente de la producción de la miel cuentan con explotaciones de alrededor de 600 colmenas que “es el mínimo de colmenas que se cultivan para que el negocio sea rentable y viable como única actividad. Otras personas, trabajan la apicultura como tarea secundaria o son aficionados y trabajan 30 0 40 colmenas”, admite el apicultor. Marco dispone de 2.000 colmenas en el Señorío, pero, según puntualiza, “soy un apicultor trashumante y muevo mis colmenas por toda España”. Ahora, su negocio se encuentra en vías de expansión con la puesta en marcha de una envasadora y una tienda para vender la miel de su propia cosecha en un comercio, que abrirá próximamente sus puertas en Molina de Aragón.

La apicultura ha supuesto un nuevo horizonte laboral para algunos jóvenes que, durante los años de la crisis, decidieron emprender su propia experiencia apícola en la provincia. Para Ángel Marco, “esta actividad es cómoda, no exige una gran inversión inicial y ha permitido arraigar gente en esta comarca tan despoblada”. El esfuerzo económico que un apicultor ha de realizar para montar su colmenar es de alrededor de 40.000 euros, que destina a la compra de colmenas, enjambres y otros materiales necesarios para iniciarse en este sector.

Sequía y etiquetado
La pertinaz sequía que se ha vivido nuestro país desde 2011 ha afectado de forma notable a la apicultura hasta el punto de que desde el Consejo Regulador de la Miel de La Alcarria aseguran que, en Castilla-La Mancha se han perdido durante este período un 40% de las colmenas y que la producción de miel se ha podido quedar en un 60% de lo que el sector considera una cosecha normal.

La escasez de precipitaciones impide que las abejas se alimenten con normalidad. Como consecuencia, enferman por la acción de las plagas y no pueden llevar a cabo la polinización de las flores. “En 2017, a pesar de la sequía que hubo en otoño, la cabaña apícola no ha sufrido tanto como otros años anteriores, se han perdido colmenas, pero la producción de miel de romero fue buena y los productos fitosanitarios que empleamos cada vez funcionan mejor”, asegura el vicepresidente de los apicultores de Guadalajara. En Castilla-La Mancha, la producción melera se situó en 2016, en torno a las 2.300 toneladas, es decir el 8% del total nacional.

En Guadalajara hay 700 apicultores, pero sólo 30 se dedican en exclusiva. // Foto: Fadeta

Una de las reivindicaciones tradicionales de todas las asociaciones de apicultores tiene que ver con la salud alimentaria y la información sobre el producto. “Reclamamos desde hace muchos años que se haga un etiquetado correcto con el que se informe al consumidor del origen de la miel que compra”, porque, según, advierte, Ángel Marco, “se mezcla miel de calidad alta como es la nuestra con otras de calidad inferior, que no pasan los mismos controles sanitarios y el consumidor desconoce esta realidad”. De este modo, cualquiera que trate de averiguar cuál es la procedencia de un bote de miel se encontrará con la etiqueta ‘Miel de la Unión Europea o fuera de la UE’ sin concretar el país de producción. Por eso, el sector reclama que se explique al público de dónde viene el producto en porcentajes tales como ‘50% de miel española, 50% de otro país.

Este problema repercute, además, en el precio final de la miel. Mientras en España un envase de miel de flores de la Denominación de Origen de Miel de la Alcarria se vende a 5 euros al por mayor y a unos 10 euros en los establecimientos, la miel de China se comercializa a 1 euro. “Es una competencia desleal ya que en China se hace miel sin abejas, es todo glucosa”, afirma el apicultor.

España es el segundo productor de miel de la Unión Europea, por detrás de Hungría. El año pasado se recogieron en España 30.000 toneladas de miel, de las que la mayor parte se destinan a la exportación, porque el precio que se paga a los productores por envase de miel es mayor que aquí. Sin embargo, estas elevadas cifras de producción contrastan con la escasa cantidad de miel que cada habitante consume al año: 600 gramos por persona, frente a los 3 kilogramos de media que se agotan en Europa.