Bailar junto a los danzantes de Valverde de los Arroyos, a los pies del Ocejón

Danzantes de Valverde de los Arroyos

Poca gente, muy poca gente deambula por las calles de Valverde un día de diario. Apenas una treintena de personas resisten en invierno en este enclave al pie del pico Ocejón, en la sierra del mismo nombre y que se ha hecho famosa por sus construcciones de pizarra. Actualmente, según el INE, cuenta con 90 habitantes censados. En todo caso, Valverde es un rincón imprescindible de Guadalajara y un pueblo que mantiene sus constantes vitales. Sobre todo en primavera. Sobre todo en estos tiempos en que llega el buen tiempo, las casas empiezan a abrirse y aparecen por la era los danzantes y la botarga. El periodista Pedro Aguilar definió a este enclave como “el escaparate turístico de Guadalajara”. Son multitud de visitantes, principalmente madrileños, los que cada fin de semana abarrotan sus calles y plazas. Valverde, a pesar de toda esta parafernalia, sigue cobijando la esencia de las tradiciones rurales. Y sus danzas ancestrales son el mejor ejemplo de ello.

Valverde de los Arroyos conserva uno de los conjuntos de manifestaciones folclóricas más completos y mejor conservados de Guadalajara. Entre todas las fiestas destacan los autos que se representan para la Octava del Corpus. Junto a estas escenas dramáticas, que tienen como epicentros al bien y al mal, aparecen los danzantes y la botarga. Las danzas valverdanas se han convertido en santo y seña del folklore de Guadalajara por la fidelidad con que han llegado hasta nuestros días, por la constancia de su representación por parte de decenas de generaciones en Valverde y por el marco geográfico que engloba, en las eras del pueblo y al pie del pico Ocejón.

Danzantes de Valverde de los Arroyos

José María Alonso Gordo, estudioso local y natural de Valverde, fue el fundador y el primer director del grupo de teatro “El Portalejo”, que escenifica los autos sacramentales y navideños en Valverde. A su juicio, “no es extraño que este pueblo haya conservado tantas tradiciones, teniendo en cuenta donde estamos, tan lejos de todo, hay que buscarse mecanismos de asueto, se junta un lugar apartado, gente que tiene que divertirse, que se monta sus propios espectáculos, que es muy religioso, y alrededor de todo ello monta los autos y las danzas”.

En 1979, junto a Emilio Robledo Monasterio y Moisés García de la Torre, Alonso Gordo comenzó una investigación que duró entre dos y tres años. El resultado: la recuperación del legado tradicional de Valverde en toda su extensión, incluyendo la totalidad de las representaciones dramáticas que dejaron de ejecutarse en los años 50. “Hubo que recuperar –explica– todos los manuscritos que había sueltos, muchas veces con caligrafía ilegible, y luego en 1984 se presentó al premio de Investigación de Diputación”. Lo más sorprendente de aquel trabajo, según cuenta Alonso Gordo, “es que existieran tantas obras originales de Valverde”.

En aquellas fechas ya se conocía una de las obras, “El Papel del Género Humano”, publicado en 1967. En su introducción, Silvia Cañas da a entender que los autos de Valverde se remontan a épocas medievales, antes incluso del siglo XVI. Alonso Gordo y sus compañeros de estudio descubrieron casi una docena más de manuscritos: “El Auto de San Miguel” (no antes de 1836); “Sainete de Cucharón” (1850); “Loa de las tres virtudes y Sainete de Riñón y Susana” (1848); “Loa del pastor y el galán” (1849); “El papel del Divertimento” (copiado en 1895); “El pleito del pastor” (editado en Madrid en 1791); “El Papel de Marcos” (editado en Valencia en 1819); “El payo de centinela” (1859); “Los dos hermanos, el uno glotón y el otro desmemoriado” (editado en Valencia en 1816); “Entremés nuevo del cebadal”; “La Infancia de Jesús” (1784).

En 2006 se cumplieron 400 años de la concesión de la bula del Papa. Fue en 1606 cuando Paulo V autorizó la celebración del Corpus de Valverde. El documento original no se conserva y se cree que se quemó en un incendio. En cambio, en el pueblo existen unos estatutos de la cofradía hacia 1780 que hacen referencia a la autorización papal a la cofradía del Santísimo.

Danzantes de Valverde de los Arroyos

Los danzantes son el símbolo de Valverde y una de las imágenes culturales y turísticas más conocidas de Guadalajara. Afortunadamente la tradición ha podido conservarse y se ha traspasado de padres a hijos con total fidelidad. El origen de la danza es indescifrable y tampoco se conoce cómo ha podido evolucionar. No se sabe si existían en 1606, aunque parece lógico pensar en la existencia anterior de los danzantes si la concesión de la bula papal se produce aquel año. Son danzas de paloteo, aunque el repertorio también agrupa otras de castañuelas y la clásica danza de las cintas. El espectáculo en la plaza de Valverde o en las eras, con el colorido traje de los bailadores, proporciona una estampa sin parangón en Guadalajara.

Los autos sacramentales en Valverde se representan una vez al año, siempre para el día de la Octava del Corpus. De la transmisión de estas obras poco se sabe. En todo caso, en el grupo de danzantes había un encargado de poner orden y dirigir la danza. Los papeles están escritos en cuadernillos de colegios. Puede que incluso se los aprendieran de viva voz pero en todo caso, al menos esta es la conclusión de los investigadores, “no había tradición oral, sino que se aprendía a través de los manuscritos”. En 1954 o 1955 se produjo la última representación hasta que el grupo “El Portalejo” recuperó la tradición a finales de los sesenta.


Del libro “101 Cosas que hacer en Guadalajara”, de Raúl Conde y Angel de Juan. Editores de Henares, 2016. Colección Temas de Guadalajara, volumen 12. ISBN: 978-84-608-7324-2 D. Legal: GU-72-2016