La provincia de Guadalajara es lugar de tradiciones y leyendas. No en vano, durante muchos siglos fue una zona de frontera entre dos culturas –la árabe y la castellana–, que acabaron imbricándose. Y esto desembocó en multitud de relatos y costumbres centenarias. Un ejemplo de ello se puede encontrar en Brihuega, una localidad medieval en la que han perdurado múltiples hábitos y fiestas de antaño…
Quizá, una de las más conocidas es la procesión de la Cera, que tiene lugar cada 14 de agosto. Según cuenta la leyenda, la princesa Elima se refugió en el castillo de «Piedra Bermeja». Lo hizo en compañía de su padre, el mandatario árabe de Toledo Aly–Menón.
“Custodiaba a dicha princesa un esclavo cristiano conocido como «El Cimbre», que la inició en su religión. Hasta tal punto que una noche, a los pies de un inmenso barranco, a la joven noble musulmana se le apareció la Virgen”, señalaba el especialista José Ramón López de los Mozos, ya fallecido, en su libro «Fiestas tradicionales de Guadalajara».
La hija del rey árabe informó de este suceso a su sirviente cristiano. Tras ello, formaron un grupo de «expedicionarios» de confianza, que se «descolgaron» por la peña hasta encontrar –en una oquedad– la imagen de la Virgen. En este momento, Elima se convirtió definitivamente al credo de la cruz. “Con el paso del tiempo, y para conmemorar este encuentro, se hizo una procesión en la que era necesario llevar velas encendidas y alfombrar las calles briocenses con espliego”, señalaba López de Los Mozos antes de dejarnos. Así surgió la mencionada procesión que sale a las calles cada 14 de agosto.
Sin embargo, ésta no es la única celebración conocida en Brihuega. También se deben mencionar sus tradicionales encierros, que tienen lugar a partir del 16 de agosto con motivo de las fiestas patronales. “Consisten en una desenfrenada carrera por las calles del pueblo, llegando a las afueras, para recoger las reses por la noche en la plaza de San Felipe, espacio desde el que –al día siguiente– se vuelven a soltar hasta la plaza de toros, donde serán lidiadas”, se explica «Fiestas tradicionales de Guadalajara».
Existe un gran debate en torno al origen de esta fiesta. “Hay quienes afirman que apareció durante el reinado de Felipe V, con el fin de festejar su triunfo en la batalla de Villaviciosa”, señalaba López de los Mozos antes de fallecer. Sin embargo, desde el Ayuntamiento briocense adelantan esta fecha casi un siglo y medio. “Existe constancia escrita de su celebración desde el año 1531”, confirman fuentes municipales. Ésta última es la opinión mayoritariamente aceptada en la actualidad.
Sin duda, la procesión de la cera y los encierros son los dos eventos tradicionales más conocidos de Brihuega. Pero desde hace unos años también está adquiriendo una gran relevancia todo lo relacionado con la floración de la lavanda. “Este cultivo excede las mil hectáreas de plantación en el término municipal, convirtiéndose en un atractivo turístico clave para la población. La floración se produce durante el mes de julio, ofreciendo una inolvidable experiencia para los sentidos”, aseguran desde el Consistorio. No en vano, este pueblo es conocido como el «Jardín de la Alcarria»…
Además, a lo largo de todo el año, esta villa guadalajareña acoge otra serie de iniciativas, muy llamativas de cara al turismo. Unas propuestas que van desde la realización de exposiciones, conciertos y otras iniciativas relacionadas con actividades históricas, que hacen más atractivo –si cabe– a este municipio, muy conocido –también– por su buena gastronomía.
El legado monumental
En este sentido, no se debe obviar el amplio pasado que tiene Brihuega. “La villa conoció un gran desarrollo durante la plena Edad Media, sus ferias centraban la economía de la comarca y se desplegó la enorme muralla que salvaguardaba esta riqueza y la hacía indiscutiblemente preeminente entre todas las aldeas del entorno. [Más tarde], en el siglo XVIII, tras haber sufrido un asedio durante la Guerra de Sucesión, y ver entrar victorioso dentro de sus muros al rey Felipe V, primer Borbón en España, se levantó la Fábrica de Paños, que daría fama a este municipio durante años”, explica el cronista provincial, Antonio Herrera Casado, en «Guadalajara entera. Diez rutas para conocerla».
De hecho, todavía hoy se pueden observar los restos de esta factoría en una de las partes altas de la localidad. En este sentido, por un lado se encuentra el antiguo complejo de edificios industriales, y, por otro, los jardines anejos, construidos en el siglo XIX. Sin embargo, esta localidad conserva otras muestras de su pasado patrimonial. Entre ellas, las murallas, de las que destacan las puertas del Cozagón y de la Cadena; las iglesias de San Miguel y San Felipe; o la plaza Mayor, también llamada del Coso, desde la que se puede acceder a las llamadas «cuevas árabes», que también merecen una visita.
Además, ocupa un lugar especial el castillo de «Peña Bermeja», de origen árabe y más tarde ocupado por los cristianos. De hecho, en su interior se distingue el templo de Nuestra Señora de la Peña, patrona de la localidad. “Dentro de un espacio cerrado, que fue albácar de la fortaleza y al que llaman «Prado de Santa María», se alza este santuario construido en el siglo XIII”, asegura Herrera Casado.
Por tanto, Brihuega depara muchas sorpresas. Sobre todo en lo relativo a leyendas, costumbres, actividades culturales, monumentos e historia. El viajero no tiene tiempo de aburrirse en esta villa. Y, sobre todo, disfrutará recorriendo sus calles, un placer al alcance de todos. “La localidad es una encrucijada de callejuelas pinas y de pasadizos angostos –donde parece que el tiempo se quiso detener–, de rincones evocadores y de plazuelas que transmiten la recia personalidad de aquel importante burgo”, concluye José Serrano Belinchón en «La Alcarria de Guadalajara».
Bibliografía: HERRERA CASADO, Antonio. Guadalajara entera. Diez rutas para conocerla. Guadalajara: Ediciones AACHE, 1999. LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón. Fiestas tradicionales de Guadalajara. Guadalajara: Ediciones AACHE, 2000. SERRANO BELINCHÓN, José. La Alcarria de Guadalajara. Guadalajara: Ediciones AACHE, 2003. |
Historiador y periodista, especialista en comunicación ambiental y en Masonería mexicana. El reporterismo es mi vocación. Ahora informando desde Guadalajara. “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” (Benito Juárez, 1867).