El viaje era largo y pesado. Desde la capital casi dos horas de camino y unos 200 kilómetros, tanto a la ida como de vuelta. El tiempo amenazaba tormenta durante toda la semana, aunque las últimas previsiones lo descartaban. Aun así decidimos ir el sábado a Checa a empaparnos de nuevo de la magia a la luz de las velas.
Checha encendió, por barrios las velas, fue a partir de las 22,00 horas cuando el pueblo se quedó completamente a oscuras y solo iluminado por más de seis mil velas. La buena temperatura permitió que todos los checanos e incluso gente llegada de fuera a recorrer las calles una a una observando el el bello espectáculo. Mucha gente con buenas cámaras de fotos, pero la gran mayoría con sus moviles captando el momento.
Buena iniciativa de estos de Checa, que año a año se va consolidando: una pena que este tan lejos, pero el viaje merece la pena.
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