El PP de Guadalajara organiza este sábado en Molina de Aragón un encuentro llamado “I Foro contra la Despoblación”. El tema está de moda y los populares no quieren perder la ocasión de rebañar el voto de algún despistado. Porque hay que estar muy despistado para acudir a escuchar cómo pontifican sobre la falta de oportunidades del medio rural los mismos dirigentes que apoyaron incondicionalmente la política de recortes ejecutada por el PP durante el mandato de María Dolores de Cospedal.
Es fácil disertar sobre los pueblos cuando se está en la oposición. Lo difícil es llegar al Gobierno y adoptar medidas tangibles. Es cierto que ninguno de los grandes partidos ha mostrado una voluntad real de abordar la despoblación como una política de Estado. La diferencia es que mientras el PSOE impulsó la Ley de Desarrollo Rural –luego desactivada por completo por la falta de dotación económica- y mientras el Gobierno de Emiliano García-Page reabre escuelas rurales y blinda la sanidad pública, Rajoy agita el “reto demográfico” y Cospedal arrasó el medio rural: laminando servicios públicos, hundiendo el Hospital Universitario, atacando las urgencias médicas, cerrando aulas rurales, cercenando la banda ancha y esquilmando los fondos destinados a renovar la red de infraestructuras.
Cospedal aseguró recientemente en Toledo que su gobierno no ejecutó recortes. No deja de ser asombrosa la facilitad con la que la actual ministra de Defensa falta a la verdad. Podría decir: cogimos el Gobierno regional con un déficit desbocado y una deuda pública insoportable, y teníamos la exigencia de cumplir con el ajuste impuesto por Hacienda y la UE. Sin embargo, prefiere negar la evidencia.
Entre 2011 y 2015, el Gobierno de Cospedal redujo siete puntos de déficit. Pero también suprimió el Servicio Público regional de Empleo; expulsó a más de 5.000 interinos en Educación; cerró más de 70 escuelas rurales; paralizó la construcción de los nuevos hospitales de Toledo, Guadalajara, Albacete y Cuenca; paró las obras de los centros de salud de Azuqueca de Henares y Alcolea del Pinar; despidió a 3.000 profesionales de la sanidad pública; implantó el copago a los pensionistas; eliminó casi 700 camas en los hospitales de la comunidad autónoma; retiró los fondos a la dependencia (el recorte en la ayuda a domicilio a los mayores dependientes alcanzó el 50%) y redujo el presupuesto de teleasistencia, absolutamente fundamental para la envejecida población de las comarcas con menos habitantes; cercenó las ayudas a Fenavin, la feria del vino de Ciudad Real, referente nacional; recortó el número de trabajadores de Geacam y el personal de las oficinas comarcales agrarias; y cerró el Instituto de Promoción Turística y el Centro Regional de Promoción de la Artesanía, dos sectores clave para la sostenibilidad del medio rural.
La realidad es que los recortes de Cospedal no se debieron sólo a la necesidad de corregir el rumbo de las cuentas de la Junta. En el fondo subyacía una planificación ideológica orientada a dañar lo público. De ahí que no dudara en sacrificar los servicios en aras del criterio de rentabilidad, que resulta letal para los pueblos; o que dejara pudrir el mantenimiento de los centros sanitarios con el objetivo indisimulado de forzar su privatización, tal como estaba previsto en las áreas sanitarias de Tomelloso, Villarrobledo, Almansa y Manzanares.
A estas alturas, provoca vergüenza ajena que dirigentes como Ana Guarinos, la presidenta que congeló la Diputación hasta liquidar su función de asistencia a los pequeños municipios, vengan ahora a la zona cero de la despoblación a dar lecciones. Es un insulto para los molineses después del maltrato constante e intenso infligido a una comarca que durante los cuatro años del Cospedalato mantuvo enhiesto el orgullo de lo rural a través del tesón y la dignidad de La Otra Guadalajara. Las represalias fueron evidentes: ni autovía, ni Parador, ni telecomunicaciones, ni consultorios, ni carreteras. El PP no cumplió ninguno de los compromisos que le habían servido de ariete contra Zapatero y Barreda.
Es fácil predecir que el cónclave orquestado por el PP de Guadalajara con la excusa de la despoblación se convertirá, lisa y llanamente, en un mitin para fustigar a García-Page. Está dentro de lo normal que la oposición atice al Gobierno. Lo que resulta inadmisible es que lo revistan de una hipócrita preocupación por el desarrollo rural.
Aunque lastrado por la parálisis de la legislatura, el Gobierno sigue teniendo a su alcance la posibilidad de movilizar recursos en la España vacía. Señores del PP: son ustedes los que aún gobiernan la Nación. No les toca organizar foros para pasar el fin de semana, ni marear la perdiz con propuestas retóricas. Les toca poner encima de la mesa medidas y demostrar con hechos, no palabras, que de verdad les preocupa el futuro de los pueblos. Lo demás son cuentos para entretener al personal.
Periodista. El Espanyol es mi tormento y los Ribera del Duero, mi debilidad. «Cultura, justicia, libertad» (Azaña).