Encandilarse ante el Palacio de Cogolludo

Cogolludo es villa de abolengo y una de las principales puertas de entrada a la Sierra de Guadalajara. Su castillo, máximo símbolo desde la carretera por la que abordamos el pueblo, es una carta de presentación que da una idea al visitante de lo que después hallará en las entrañas de sus callejas.

La plaza Mayor constituye el núcleo principal de Cogolludo. La plaza es, sencillamente, extraordinaria. Pocas habrá en Guadalajara que ganen a la de Cogolludo en amplitud. Uno prefiere bajarse del coche y gozar, sin perder un minuto, de su elegancia, de su refinada factura, castiza como pocas. Enfrente, se yergue el Palacio ducal mandado construir por don Luis de la Cerda, primer duque de Medinaceli. Su construcción comenzó entre los años 1488-1489 y finalizó en 1492. Fue diseñado por Lorenzo Vázquez de Segovia.

La estructura renacentista de esta joya artística rivaliza con la suntuosidad de sus detalles góticos, como los maineles y las cresterías. La portada del palacio de Cogolludo es un espectáculo de arte y arquitectura, un pedazo de la huella florentina en el páramo de Castilla. El frontón de este inmenso pórtico surge ornamentado con diversas filigranas arquitectónicas y por el escudo de la casa de la Cerda. El muro de la fachada es almohadillado florentino. La horizontalidad y la simetría dominan un edificio que sobresale por la ausencia de torreones y la escala humana en los volúmenes, según coinciden los estudiosos del arte renacentista. El palacio, actualmente propiedad del Ministerio de Cultura, se puede visitar.

Justo al lado del palacio, otrora residencia de duques, se sitúa el edificio del ayuntamiento, levantado en el siglo XVIII. Preside la sala un escudo de la villa. La plaza, en la cual señorea noblemente el palacio del siglo XV antes mencionado, se completa con diversas casonas típicas y una formidable retahíla de soportales que nos evocan la esencia castellana. En la plaza, además de una fuente en el centro, hay algunos asientos que permiten leer el periódico o echar el rato al cobijo de una radiante sombra.

El castillo de Cogolludo, situado en la parte alta del pueblo y actualmente en ruinas, es otro elemento relevante de su patrimonio. Se llega tras ascender por varias calles que forman una piña o cogollo, y es posible que de ahí le venga el nombre a esta hermosa villa. Se trata de un castillo de planta pentagonal, con torres en los ángulos, tres de ellas macizas y en ruinas, y una cuarta hueca, de planta circular, y todavía alzada en uno de sus extremos. La orden de Calatrava recibió el castillo en el siglo XII, conservándola hasta el siglo XIV, en que pasó a propiedad de Diego Hurtado de Mendoza. Posteriormente, el duque de Medinaceli incorporó entre sus títulos el de marqués de Cogolludo.

Cabe señalar que el padre del novelista Víctor Hugo, general Hugo, combatió en la zona de Cogolludo con Juan Martín “El Empecinado”. Y, para que éste no pudiera conquistar el castillo de Cogolludo, decidió destruir la fortaleza y sus murallas.

El emplazamiento de la fortaleza permite otear un paisaje de gran tradición castellana, con el río Aliendre en primer lugar. Son estos campos de Cogolludo plateados, de una textura fina que parecen constituir una alfombra idónea para pasear en unos atardeceres de ensueño. Desde el pico del castillo, a su izquierda, se divisa la iglesia de Santa María y a sus pies, quedan los tejados desde los que se divisa el fértil valle del Henares.