España descubre a Ana Guarinos

Ana Guarinos, presidenta del PP de Guadalajara.
Ana Guarinos, presidenta del PP de Guadalajara.

Al PP de Castilla-La Mancha le hubiera bastado con consignar el giro de Emiliano García-Page y Podemos para arbitrar un enlace de conveniencia que sirve para aprobar los Presupuestos de 2017 y, en principio, dar estabilidad a la legislatura. Al PP de Castilla-La Mancha le hubiera bastado con acentuar las contradicciones internas del presidente (Pedro, no pactes con Podemos”) y de sus nuevos socios (que en Vistalegre II abjuraron del PSOE) para fustigar al Gobierno regional. Al PP de Castilla-La Mancha le hubiera bastado con mostrar su absoluto desacuerdo con unas cuentas públicas que, a su juicio, conducen a la región por una senda equivocada. Le hubiera bastado con exhibir su enmienda a la totalidad al Gobierno bipartito.

Pero no. Ha preferido optar por el catastrofismo y la ridiculez. Porque no se pueden calificar de otra forma las hipérboles, los memes en las redes sociales y las burradas verbales empleadas por algunos de los más altos dirigentes del PP de Castilla-La Mancha para responder al pacto entre el PSOE y Podemos, que ha supuesto la entrada de dos consejeros de la formación morada en el Ejecutivo regional.

Se puede entender la reacción en bloque en las Cortes, con Vicente Tirado a la cabeza, para escenificar la posición del PP ante el nuevo bipartito de izquierdas. Lo que ya es más difí­cil de digerir, salvo que se quiera tratar a los ciudadanos por idiotas integrales, es la absurda y exagerada campaña emprendida para menospreciar el acuerdo PSOE-Podemos.

Francisco Núñez, alcalde de Almansa y portavoz adjunto del Grupo Popular en las Cortes regionales, tuiteó una foto de Garcí­a-Page ataviado como Nicolás Maduro, y del que salía el siguiente bocadillo: “Bienvenidos a mi pequeña Venezuela, soy vuestro comandante Nicolás Garcí­a-Page”. Y Ana Guarinos (presidenta del Grupo Popular, presidenta del PP de Guadalajara, concejal del Ayuntamiento de Guadalajara y fiel escudera de Cospedal) traspasó el umbral de la descalificación para decir que Page “ha entregado el gobierno a un partido que está lleno de delincuentes y pederastas“. Al lado de esto, los calificativos que empleó para referirse a Podemos (“radicales extremistas muy peligrosos para Castilla-La Mancha”, “socialcomunistas”) parecen de brocha fina…

Los exabruptos de Guarinos, largamente conocidos en Guadalajara, han encontrado un eco nacional, lo que es de suponer que a ella le augura el aplauso de su bancada. Pablo Iglesias reaccionó en Twitter y Echenique, secretario de Organización de Podemos, anunció una querella contra la dirigente del PP si no se retractaba de sus palabras, cosa que, echando mano de su habitual chulería, ya ha dejado claro que no va a hacer.

Es la misma Guarinos que aprovechó de forma partidista el incendio mortal del Ducado. La misma que sirvió de azote de Barreda durante los años en que Cospedal ni siquiera era diputada regional. La misma que, ante los gritos de decenas de vecinos de Molina de Aragón durante una visita institucional de Cospedal en 2014, les respondió con un “que se jodan”, al más puro estilo Fabra. La misma que fue condenada por vulnerar los derechos de la oposición. La misma que durante cuatro años presidió la Diputación de espaldas a los pueblos y castigando a los alcaldes que no eran del PP. En Guadalajara ya está muy calada, tanto que sus paisanos políticos molineses nunca la quisieron de alcaldesa. Ahora ya la conoce toda España.

Volviendo al asunto de fondo. Es difí­cil, dado que en Castilla-La Mancha nos conocemos todos, que un discípulo de Bono -de Bono, eh, el mismo que firmaba convenios con la Iglesia y se paseaba por todas las romerías- pueda ser pintado ahora como un peligroso bolivariano. De ahí­ que no se entienda la porfía de los populares de la región para llevar al absurdo lo que ya de por sí­ tiene suficientes elementos de crítica, incluida la decisión sobre los altos cargos y su acceso a la mejor posición en la escala funcionarial.

El pacto entre los socialistas y Podemos era la única opción viable para ambos teniendo en cuenta la aritmética parlamentaria. Los Presupuestos que han acordado responden al programa y a la lógica de las dos formaciones, y ninguna de las medidas contempladas puede decirse que fuercen la legislación o que resulten incompatibles con el ideario de dos fuerzas propias de la izquierda europea.

Esto no quita para subrayar que el acuerdo entraña riesgos tanto para el PSOE como para Podemos. Y es evidente que existe una visión antagónica entre el presidente regional -no así­ en Ferraz- y la dirección de Podemos sobre la conveniencia de extrapolar la alianza al ámbito nacional. Habrá que ver, también, el engrase entre los dos consejeros de Podemos y el resto del Equipo de Gobierno y cómo se aclimata el discurso oficial y la estrategia del Gobierno en asuntos que exceden lo local: la educación concertada o el desafío independentista en Cataluña, por ejemplo.

Pero, precisamente por todo esto, es una bobada que el PP de Castilla-La Mancha frise la estupidez con montajes en los que se asimila a José Garcí­a Molina o al propio Page con los cancilleres del chavismo. No sólo porque es dudoso que este márketing de mercadillo tenga alguna eficacia, sino porque revela lo mal que ha encajado el PP el matrimonio PSOE-Podemos y el nerviosismo que cunde en sus filas.

Tranquilidad, señores populares. Sosiéguese, doña Ana Cristina. Queda mucha legislatura y es probable que las fricciones en la izquierda, que son marca de la casa, les proporcionen suficientes motivos para embestir contra Page sin necesidad de caer en la chacota. Ahórrennos la vergüenza ajena.