Fuentenovilla, corazón de La Alcarria

Fuentenovilla

Las tierras alcarreñas son una encrucijada de caminos. Se emplazan en el centro peninsular, no muy lejos de grandes cadenas montañosas, como los sistemas Central e Ibérico. Además, se trata de una comarca asentada sobre un altiplano, que –en ocasiones– supera los 1.000 metros de altitud. Por tanto, la combinación entre su magnífica ubicación y sus condiciones únicas, le ha convertido en un enclave estratégico. No en vano, durante siglos, La Alcarria se constituyó como una zona de frontera entre cristianos y musulmanes. Una serie de rasgos geográficos e históricos que han dejado huella en los municipios que salpican sus caminos.

Y para muestra, Fuentenovilla, una localidad de 587 habitantes –según la última actualización del Instituto Nacional de Estadística (INE)–, que se emplaza en el corazón del referido espacio. Una posición que le ha permitido tener una luenga historia y un patrimonio digno de mención. No en vano, se domicilia en lo que fue el «camino real» desde Cuenca y Huete hacia de Alcalá de Henares y Madrid, lo que permitió tener un dinamismo sin igual. Sobre todo, tras la conquista castellana, acaecida a finales del siglo XI.

Justo en aquella época, la localidad pasó a formar parte del alfoz de Zorita, que –a su vez– fue propiedad de la Orden de Calatrava. Perteneció a dicha entidad militar hasta que fue comprada en el siglo XVI –hacia 1538– por el marqués de Modéjar, Luis Hurtado de Mendoza. El enclave se mantuvo bajo su linaje hasta 1812. En aquel año, la Carta Magna de Cádiz suprimió los Señoríos, por mandato de las Cortes gaditanas.

Desde ese momento, todos los municipios españoles –incluido el de Fuentenovilla– se constituyeron como ayuntamientos constitucionales. Un matiz que se ha conservado hasta la actualidad, salvo en determinados lapsos, como los reinados absolutistas de Fernando VII –en el siglo XIX– o la dictadura franquista, en el XX. De todos modos, esta localidad alcarreña siempre mostró un especial dinamismo. Y para muestra, lo que acaecía a mediados del XIX, cuando llegó a alcanzar los 292 habitantes, una cifra reseñable para la época.

La villa se describía en el octavo volumen del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, realizado por Pascual Madoz. En el mismo se indicaba que contaba con 180 casas, entre las que destacaba la consistorial –donde se situaba la cárcel–, una carnicería y una escuela de instrucción primaria, que –por aquel entonces– se encontraba frecuentada por 37 alumnos. Asimismo, existía un pósito para almacenar las cosechas; una iglesia parroquial, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora; o un cementerio, ubicado a “unos 100 pasos de la villa y contiguo a una ermita, dedicada a la Purísima Concepción”.

Asimismo, el trabajo impulsado por Madoz aseguraba que en el término municipal de Fuentenovilla existían dos fuentes –ambas del siglo XVI–, “una de agua dulce que provee al vecindario para sus necesidades domésticas, y otra de agua salobre”. En ambas, “había pilones para abrevar los ganados y con sus sobrantes se surtían los lavaderos y se regaba un pequeño valle”. De igual forma, en los alrededores de la localidad había “una ermita arruinada” –dedicada a san Blas–, así como los despoblados de Torrejón, Castrueña y Conchuela.

En cuanto a los servicios postales, “el correo se recibía y se despachaba en la estafeta de Pastrana por un cartero, que llegaba a Fuentenovilla los miércoles y los domingos”. La producción más habitual consistió en trigo, cebada, avena, judías, almortas, patatas, melones, cebollas, cáñamo, vino y aceite. Asimismo, se criaba ganado lanar, cabrío, mular, vacuno y asnal. Incluso, se distinguía actividad cinegética, mediante la caza de liebres, conejos y perdices.

La producción económica se basaba –sobre todo– en el sector primario y en un incipiente tejido artesanal e industrial, mediante la fabricación de yeso, algunos telares de lino, dos molinos aceiteros y uno harinero. Este dinamismo aseguró a Fuentenovilla el sustento de una población muy estable, que hace dos siglos se encontraba en torno a 292 personas.
Importantes monumentos.

Además, la luenga historia de este municipio le ha permitido contar en sus calles de una gran cantidad de patrimonio. Del mismo, destacan construcciones como la picota, que fue realizada durante la segunda mitad del siglo XVI, por lo que se adscribe al estilo renacentista. “Sobre una serie de gradas de piedra y encima de un grueso pedestal se levanta una esbelta columna, en la cual pueden distinguirse diversos elementos”, explican desde el Ayuntamiento.

Por ejemplo, “su primer tercio es cilíndrico, después una pequeña moldura da paso a un friso con decoración vegetal para continuar con un fuste acanalado. La columna se remata con un capitel corintio en cuyas esquinas hay cuatro grandes carátulas y cabezas leoninas”. Encima de las mismas, “se levantan un ábaco y cornisa intermedios que sustentan un templete abalaustrado rematado por un capitel piramidal, con decoración de escamas y rematado por una cruz de hierro”.

Un poco posterior es el templo parroquial de Fuentenovilla. Se trata de una construcción barroca temprana. De hecho, “la cabecera o crucero, así como la pila bautismal, son del siglo XVI, mientras que el campanario es del XVII”, confirman los historiadores. Asimismo, se debe mencionar el edificio consistorial, inaugurado en el XVIII, entre 1750 y 1760. “En dicho complejo se puede ver una torre sobre la que se asienta un vistosos carillón para el reloj municipal, que fue instalado a principios de abril de 1900”, aseguran los responsables locales. En la primera planta del conjunto se alberga la Biblioteca Municipal «Blas de Salcedo».

De igual forma, en los alrededores del casco urbano se puede disfrutar de un impactante entorno natural, en el que se encuadra el puente de «La Venta», que cruza el Tajuña. “Está diseñado enteramente en piedra y data de 1786. Dos años después se inauguró el edificio aledaño, denominado La Venta”, explican desde el Ayuntamiento. En el mismo residía un ventero que se encargaba de cobrar el impuesto de las alcabalas. Además, “era utilizado por Carlos III y su séquito, para pernoctar en sus viajes entre Madrid y Huete o Cuenca”.

Por tanto, Fuentenovilla ofrece una combinación perfecta para el visitante. En su interior se amalgaman –de manera inmejorable– la historia, los monumentos y el medio ambiente. Se trata de una magnífica opción para pasar un fin de semana. ¡No la dejes pasar!

Bibliografía
MADOZ, Pascual. Diccionario geográfico–estadístico–histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid: 1845–1850.