
Este título forma parte de la letra de una famosa y popular ranchera cantada por el gran Jorge Negrete en los años 40 del pasado siglo. Una ranchera mexicana que no ha pasado de moda y que todavía las bandas siguen cantando por la ciudad de Guadalajara–Jalisco. Esto viene a colación a contar y narrar una reciente visita a la ciudad tapatía, que bien es verdad no se parece en nada a nuestra pequeña ciudad castellana y ambas hermanadas desde hace varias décadas.
Un viaje a México de entre 10 y 15 días, da tiempo suficiente para aprovechar a visitar la ciudad tapia, que lleva por nombre el mismo que la capital alcarreña.
De Ciudad de México (CDMX) hay numerosas combinaciones para llegar a Jalisco, bien en coche por carretera. Hay autopistas, pero no es el viaje más recomendado por las autoridades. También se puede hacer en autobús. Son entre siete y ocho horas de largo recorrido y termina siendo una paliza. La mejor opción es el avión, en un vuelo de la compañía mexicana Viva Aerobús, que apenas en una hora y media aterriza en el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo y Costilla de la ciudad tapatía. Hay muchos vuelos diarios y son relativamente baratos.

La «Perla Tapatía», como también se la conoce, es una gran urbe de algo más de 5.200.000 habitantes, menos caótica que CDMX con casi nueve millones de habitantes y un tráfico infernal, tanto en sus calles como en el área metropolitana.
La estancia perfecta para visitar Guadalajara es entre cuatro o cinco días, en los que el turista se hace una idea de lo que ofrece la ciudad y sus alrededores.
Hay mucha oferta hotelera, por lo que la mejor recomendación es buscar uno que este en el centro y que permita moverse caminando sin problemas, aunque hay que tener en cuenta que las distancias son largas, es el hándicap de estas ciudades. Un hotel recomendado, el Santiago de Compostela, situado en la calle Colón, y frente a la plaza donde se erige el bello templo de Nuestra Señora de Aránzazu, catalogado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que fue construido por el fray Pedro Íñigo Vallejo con la ayuda financiera de la familia Basauri, proveniente del País Vasco entre 1749 y 1752.

Allí también se encuentra el convento e iglesia franciscana de San Francisco de Asís. Su construcción se inició en 1668 y finalizó en 1692, mandado construir con un estilo barroco novohispano por fray Antonio de Avellaneda. El templo está catalogado como monumento histórico. Estamos, pues, en pleno centro y a unos 15 minutos a pie de la catedral, verdadero punto neurálgico de Guadalajara.
La amplia avenida «16 de septiembre», más peatonal que de tráfico rodado, nos lleva en pocos minutos hasta la Catedral Metropolitana de Guadalajara, que bien merece una visita. Es, oficialmente, Catedral Basílica de la Asunción de María Santísima y uno de los principales templos de la iglesia católica en México.

Da vista a la gran plaza Guadalajara desde donde podemos admirar su fachada con dos hermosas torres. El edificio fue mandado construir por Felipe II y a lo largo de los años ha sufrido numerosas reconstrucciones, debido a los frecuentes terremotos que asolan la ciudad y el país, y que la han dañado de forma considerable. Su amplio interior nos permite una sosegada visita y terminando en sus criptas donde se encuentran enterrados varios obispos. Al anochecer es recomendable volver de nuevo a la catedral para verla iluminada.

En esta misma plaza de Guadalajara y, a un costado, se encuentra el Palacio Municipal de la capital jalisciense. Se trata de un nuevo edificio de arquitectura neocolonial española y construido entre 1949 y 1952. En su interior un gran patio de cinco arcos y columnas a cada lado, destacando los cinco murales creados por el pintor Gabriel Flores.
Rodeando la catedral hay cuatro grandes plazas: la indicada de Guadalajara, la de Armas, la de la Liberación y la rotonda de los Jaliscienses Ilustres. Todas ellas de grandes dimensiones y la totalidad de ellas destacan por algo interesante.

En la trasera de la catedral se encuentra la Plaza de la Liberación, de forma alargada y en la que hay una escultura con las letras de «GUADALAJARA», lugar que tanto turistas como guadalajarenses se hacen multitud de fotografías. Es, quizás, el lugar más fotografiado de la ciudad. Muy cerca está el Monumento a Manuel Hidalgo y Costilla, el héroe de la liberación mexicana frente a los españoles –por cierto, a lo largo y ancho de México hay numerosas estatuas erigidas a Manuel Hidalgo–.

En esta misma plaza, y al fondo, se encuentra el Teatro Degollado, un edificio de mediados del siglo XIX, que es escenario habitual de recitales, conciertos y diversos espectáculos. Es considerado uno de los edificios más emblemáticos de Guadalajara. Muy cerca se emplaza la Plaza de los Mariachis, un lugar para escuchar música tradicional mexicana. Asimismo, en las proximidades se puede recorrer uno de los mercados más curiosos de la ciudad, el de Libertad-San Juan de Dios, con más de 2.900 puestos y en el que se puede encontrar prácticamente de todo.

Volviendo a la catedral nos quedan dos plazas, una en cada costado. La plaza de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde se hallan enterrados ilustres personajes que levantaron este estado mexicano y a los que también se les ha dedicado una estatua.

Y en la cuarta plaza, la de Armas, se sitúa –en un costado– el edificio del Gobierno del Estado de Jalisco. Es decir, la casa del gobernador. Histórico edificio de estilo barroco novohispano, construido entre 1750 y 1790 con una fachada ornamentada y murales interiores de José Clemente Orozco.

Tiene un gran y precioso patio, del que nace una escalinata para ascender al piso superior, que está decorado con un gran mural realizado por el artista Jalisciense José Clemente Orozco. Debido a que no existe ningún libro con la descripción de sus murales, la interpretación se relaciona con la historia de México y el mundo.
En este mural, se observa al padre Miguel Hidalgo y Costilla, llamando a los indios a levantarse en armas en contra de los españoles. Hecho acontecido el 16 de septiembre representado por cráneos, serpientes y dagas.

El panel central representa los primeros disturbios del siglo XX, como los trabajadores con sus banderas de huelga. En el panel derecho se distingue a políticos vestidos como payasos, mientras que en el centro hay una cruz debido a que la religión era un factor político importante, según Ana Cecilia Amezcua Volante, de la Secretaría de Turismo de Jalisco (2016). Impresiona al visitante el mural, que es de obligada visita.

Desde la catedral, y por la amplia avenida Fray Antonio Alcalde, el caminante puede llegar hasta el Santuario de la Guadalupe (de gran devoción mariana en todo el país mexicano). Es de estilo herreriano y fue construido entre 1777 y 1781.
Hay otras muchas cosas que ver, como el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, de la Universidad de Guadalajara (UdG), situado en un costado del teatro Degollado. Frente a su fachada, podemos ver un monumento dedicado a nuestro Doncel de Sigüenza.

El Museo regional de Guadalajara, el Hospicio Cabañas o el Acuario Machín son otros de los complejos que se han de visitar en la Guadalajara mexicana.

Otra propuesta interesante es la de visitar un lienzo charro, en el que se practica la modalidad deportiva de la Charrería, deporte por excelencia en todo México y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En este recinto se hacen diversas actividades entre ellas la Charreada, una competición de charros, madre del rodeo estadounidense.

Sería imperdonable estar en Guadalajara y no visitar la capital del tequila, es decir el pueblo de donde nace la bebida –Tequila–, situado a algo más de hora y media de la ciudad tapatía.
Hay muchas destilerías, entre las que destaca la de José Cuervo, que organiza visitas guiadas para turistas. Nosotros, sin embargo, recomendamos otro complejo, situado poco antes del citado pueblo. Se trata de la destilería «Tres Mujeres», con una atenta visita guiada que explica el proceso de elaboración de esta bebida, desde la planta del agave hasta verlo en la botella y disfrutarlo.

El pueblo de Tequila bien merece una visita, aunque sea poco tiempo. Una vez en sus calles, se ha de conocer la pequeña iglesia de Santiago Apóstol. Además, en la plaza principal de la localidad se habrá de admirar a los Voladores de Papantla mientras se disfruta de un «cantarito», una bebida elaborada con tequila.
No todo ha de ser ver, caminar y conocer.
De hecho, la cocina mexicana –y, en especial, la de Guadalajara– es muy recomendable y exquisita. Se suceden muchos establecimientos con diferentes precios, no muy caro, donde se come muy bien.
A Guadalajara y a Jalisco se le ha cantado con las rancheras, dejo para el final la letra de la ranchera mexicana que pone título a este reportaje y que interpretaba magistralmente el gran Jorge Negrete y otra más del inolvidable Vicente Fernández.
Ya se cayó el arbolito donde dormía el pavo real
Ahora dormirá en el suelo
Ahora dormirá en el suelo
Ahora dormirá en el suelo
como cualquier animal
La águila siendo animal se retrató en el dinero
para subir al nopal
para subir al nopal
para subir al nopal
pidió permiso primero
Guadalajara en un llano, México en una laguna
Me he de comer esa tuna
Me he de comer esa tuna
Me he de comer esa tuna
aunque me espine la mano.
Dicen que soy hombre malo, malo y mal averiguado
porque me comí un durazno
porque me comí un durazno
porque me comí un durazno
de corazón colorado.
Guadalajara en un llano, México en una laguna (bis)
Me he de comer esa tuna
Me he de comer esa tuna
Me he de comer esa tuna
aunque me espine la mano.
También el gran Vicente Fernández, conocido como ‘El Rey de la Música Ranchera’, canta a la ciudad tapatía de Guadalajara, destacando la esencia mexicana de la ciudad. La repetición del estribillo “Guadalajara, Guadalajara” y las exclamaciones de “Ay, ay, ay” son un llamado a la celebración de la identidad cultural y la belleza de esta tierra mexicana.
Guadalajara, Guadalajara
Guadalajara, Guadalajara
Tienes el alma de provinciana
Hueles a limpio, a rosa temprana
A verde jara fresca del río
Son mil palomas tu caserío
Guadalajara, Guadalajara
Sabes a pura tierra mojada
Ay, Colomitos lejanos
Ay, ojitos de agua hermanos
Ay colomitos inolvidables
Inolvidables como las tardes
En que la lluvia desde la loma
Irnos así, hasta Zapopan
Ay, Tlaquepaque pueblito
Tus olorosos jarritos
Hacen más fresco el dulce tepache
Para la birria, junto al mariachi
Que en los parianes y alfarerías
Suenan con triste melancolía
Ay, Zapopitan del alma nunca
Escuche otras campanas como
Las grandes de tu convento
Donde se alivian mis sufrimientos
Triste zapopan mi salalierto, donde sufraile mis
Sufrimientos
Ay, Laguna de Chapala
Tienes de un cuento la mágia
Fuerte de ocasos y de alboradas
De enamoradas noches lunadas
Quieta Chapala es tu laguna
Novia romántica como ninguna
Ay, Guadalajara hermosa
Quiero decirte una cosa
Tu que conservas el agua del pozo
De tus mujeres lo más hermoso
Guadalajara, Guadalajara
Tienes el alma más mexicana
Ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Guadalajara, Guadalajara
Un viaje a México que descubre la grandeza de un gran país, de su gente, de su cultura, de su historia precolombina, de su paisaje, de sus monumentos, de su gastronomía…. Un país para volver en otras ocasiones.