Guadalajara, tierra de castros

Yacimiento arqueológico de El Ceremeño
Yacimiento arqueológico de El Ceremeño

Cuando se habla del legado monumental en la provincia, muchos pensamos en localidades con un importante patrimonio, como Sigüenza, Molina de Aragón, Brihuega, Cifuentes, Atienza o Pastrana. Incluso, los más avezados son capaces de mencionar edificios concretos, como el Palacio del Infantado, el Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo –ambos, en la capital–, el castillo de Zafra o la antigua vivienda de los Duques de Medinaceli, en Cogolludo. Sin embargo, muy pocos se refieren a la herencia arqueológica arriacense, que es muy relevante tanto a nivel nacional como internacional…

Un ejemplo de ello se observa en los castros, que son numerosos y de gran importancia. “Los pueblos celtibéricos habitaron los territorios que se extendían entre el sur del valle del Ebro y la cabecera del Duero, siendo una de las zonas centrales las parameras molinesas y seguntinas, al norte de la provincia guadalajareña”, señala la investigadora y profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), María Luisa Cerdeño. “Fue una sociedad rural, con una economía básicamente ganadera, pero que alcanzó un alto nivel de desarrollo –entre otras razones– por su precoz conocimiento de la metalurgia del hierro, que le permitió fabricar eficaces armas”.

Yacimiento arqueológico de El Ceremeño
Yacimiento arqueológico de El Ceremeño

El caso más conocido de este tipo de asentamientos se encuentra en el término municipal de Herrería, en el Señorío de Molina. Se trata del castro de «El Ceremeño», un yacimiento que ha sido investigado –entre otros– por la propia Cerdeño. Dicha especialista ha dirigido las excavaciones en este poblado, “convirtiéndolo en uno de los mejor estudiados de aquella cultura prerromana”.

El mencionado asentamiento se ubica sobre un cerro testigo a las orillas del río Saúco, un afluente del Gallo. “Se trata de un castro de unos 2.000 metros cuadrados, rodeado de una potente muralla, en cuyo interior se disponen las viviendas en torno a dos calles casi paralelas”, confirman los arqueólogos. En cualquier caso, la habitabilidad del lugar no fue uniforme. Se han hallado hasta dos fases sucesivas de la misma….

Reconstrucción de una vivienda en El Ceremeño
Reconstrucción de una vivienda en El Ceremeño

La primera corresponde a la conocida como «Ceremeño I», que se constituyó como como el primer asentamiento. Su ocupación tuvo lugar entre los siglos VII y VI a.C. “Se han identificado 12 viviendas cuyo tamaño oscila entre los 30 y los 50 metros cuadrados. Constan de dos o tres estancias interiores, que se distribuyen en un vestíbulo de entrada, una gran habitación central con el «hogar» y una despensa al fondo, contra la muralla, donde se guardaban las provisiones”, explica Cerdeño.

El Ceremeño
El Ceremeño

La segunda de las fases, denominada «Ceremeño II», se asocia a la segunda ocupación del poblado, realizada en el siglo V a.C. Aquí, se han registrado 31 viviendas, que “ofrecen una notable homogeneidad y un tamaño más reducido que las anteriores, al no sobrepasar los 20 metros cuadrados”. De todos modos, “este enclave es un buen ejemplo de los típicos asentamientos en altura de la Edad del Hierro meseteña, con una buena planificación urbana de tipo «calle central», según la cual las viviendas son rectangulares, adosadas entre sí y con la trasera apoyada en la muralla”, indican los arqueólogos.

Todo esto convirtió al mencionado asentamiento en un espacio muy interesante para la investigación. “El buen estado de conservación de este castro y su ubicación en la región de Molina de Aragón, formando parte del territorio de la Celtiberia, hicieron idónea su excavación, ya que se identificaron viviendas de dos poblados superpuestos, conservados en perfectas condiciones, además de un destacado sistema defensivo”, confirman María Luisa Cerdeño, José Luis Pérez de Inestrosa y Emilio Cabanes.

Un lugar con vida…
Pero la información sobre este castro no finaliza aquí. También se ha podido intuir la cotidianeidad de sus habitantes. “Se han obtenido datos interesantes sobre las actividades económicas de aquellas poblaciones, a través de los análisis de pólenes, semillas, maderas, fauna y sedimentos de los suelos y de los metales”, explica la docente de la UCM. “Consumían cebada, trigo común, escanda, mijo, bellotas y otras plantas herbáceas comestibles”.

Castro Castilviejo de Guijosa
Castro Castilviejo de Guijosa

Sin embargo, “la presencia de estos frutos no es un hecho aislado en el contexto meseteño, pues se han identificado bellotas en yacimientos bien estudiados de la Edad del Hierro, tanto del Valle del Duero como de otras zonas”, confirman los arqueólogos. “Y siempre se ha considerado que era un producto típicamente consumido por poblaciones agrícolas, que lo utilizaron como complemento dietético y para alimento de los animales”. Además, se ha conseguido documentar su actividad ganadera, que –ante todo– se basaba en la cría de ovejas, cabras, bóvidos y cerdos. Incluso, se ha hallado actividad cinegética, gracias a los restos encontrados tanto de ciervos como de jabalíes….

Asimismo, en el lugar se excavó –a finales de la década de 1990– una necrópolis, que fungía como cementerio del asentamiento. “Ello supuso un paso adelante, al ampliar –notablemente– los conocimientos que se tenía sobre los celtíberos”. De hecho, “durante el análisis del recinto funerario atendimos a la organización del propio camposanto como lugar sagrado –incluyendo tanto el espacio terrestre que lo circunda como el ámbito celeste visible desde allí–, basándonos en la creencia de que los buenos estudios «topoastronómicos» pueden proporcionar datos adicionales sobre aspectos simbólicos e ideológicos”, confirma María Luisa Cerdeño.

Castro La  Cava
Castro La Cava

En cualquier caso, “la mayor parte de los elementos materiales del poblado apuntan un parentesco cercano a formas bien identificadas en los asentamientos de la Edad del Hierro del valle del Ebro”, aseguran Cerdeño, Pérez de Inestrosa y Cabanes. “Nos referimos, en primer término, al propio modelo de emplazamiento en altura dominando las tierras fértiles de un valle, pero –sobre todo– a la organización interna del mismo, respondiendo al esquema urbano de «espacio central», con las viviendas rectangulares adosadas entre sí, apoyadas sus traseras en la muralla que rodea el perímetro del cerro y con las puertas abiertas a las calles interiores”.

Una riqueza provincial
Por tanto, la importancia de «El Ceremeño» es más que evidente. Sin embargo, la presencia de castros en Guadalajara es mucho más rica. Existen otros ejemplos. Entre ellos, el de «Los Rodiles», en Cubillejo de la Sierra; «La Cava», en Luzón; «Castilviejo de Guijosa», en el término municipal de Sigüenza; el de «Hocincavero» –también conocido como «Los Castillejos»–, en Anguita; el de «Castil de Griegos», en Checa; o el de «Peña Moñuz», ubicado en las cercanías de Olmeda de Cobeta.

Castro Peña Moñuz
Castro Peña Moñuz

Éste último “destaca por su posición, en el extremo de un farallón, dominando la vía de comunicación que éste constituye”, explican Blanca Ruiz, María José Gil, Tomás Martín y Jesús Arenas. “Sus sistemas defensivos constan de una muralla de piedra de tres metros y medio de altura, un foso de sección rectangular –excavado en la roca– y un anillo exterior de piedras hincadas, conocido como «caballos de frisia»”. Su estructura interna se encuentra organizada en viviendas y espacios para el almacenaje y molienda de productos vegetales…

En consecuencia, el legado histórico y patrimonial de Guadalajara va más allá de los conjuntos monumentales tradicionales. Atienza, Sigüenza o Brihuega se constituyen como destinos a tener en cuenta. Son fundamentales. Pero la riqueza y variedad de la provincia transcienden a estas magníficas alternativas. Y para comprobarlo, sólo hay que observar la gran cantidad de yacimientos arqueológicos que existen en el territorio arriacense. En esta ocasión, se han repaso algunos ejemplos del legado celtibérico. Pero existen otras muchas muestras encuadradas en diferentes épocas. ¡No te las pierdas!

Bibliografía
CABANES MIRÓ, Emilio, PÉREZ DE INESTROSA, José Luis, CERDEÑO SERRANO, María Luisa. «Secuencia Cultural del Castro de “El Ceremeño” (Guadalajara)», Kalathos: Revista del seminario de arqueología y etnología turolense, 13–14 (1993–1995), pp.: 61-88.
CERDEÑO, María Luisa. «“El Ceremeño” entra en el Museo Arqueológico Nacional como asentamiento representativo de la Hispania Céltica», Boletín de Noticias Científicas y Culturales, 32 (2014), pp.: 5–7.
CERDEÑO, María Luisa. «El uso de las evidencias materiales en la investigación de la cultura celtibérica: la zona arqueológica de “El Ceremeño” (Guadalajara, España)», Trabajos de Prehistoria, 65, 1 (2008), pp.: 93-114.
RUIZ ZAPATA, Blanca; GIL GARCÍA, María José; MARTÍN ARROYO, Tomás; y ARENAS ESTEBAN, Jesús. «El impacto del asentamiento celtibérico de Peña Moñuz (cuenca superior del Tajo) sobre el paisaje vegetal: análisis polínico». Geogaceta, 55 (2014), pp.: 83-86.