La memoria de Guadalajara a través del diario de Lino Muela

Conocer el pasado es fundamental. Un acercamiento a la historia es muy relevante para entender el presente y poder afrontar el futuro. Por ello, es muy notable el hallazgo documental dado a conocer en los últimos días. Se trata del diario inédito del guerrillero Lino Muela Román, adscrito al XIV Cuerpo Guerrillero en el frente del Alto Tajo. “Es un documento redactado a máquina de escribir y con ilustraciones hechas a mano. Fue realizado en Francia [donde el protagonista pasó su exilio] durante junio de 1968, con motivo de las protestas que –durante aquellas fechas– sacudían aquel país”, confirma Alan Herchhoren, historiador por la Universidad de Alcalá de Henares y especialista en la materia.

“En su diario, Lino Muela relataba los sucesos de la Guerra Civil y la represión franquista en el entorno de Riba de Saelices (Guadalajara), de donde era natural”, explica el referido investigador. “Estas memorias han pasado de mano en mano, escondidas, sin llegar a más público que al lector que las tenía delante”. De cualquier forma, Muela tuvo un objetivo al escribir su dietario. “Lo hizo para que no se olvidasen las barbaridades que ocurrieron en esta zona de la provincia” durante el enfrentamiento bélico y al inicio de la dictadura franquista.

En este sentido, “los problemas empezaron con acusaciones estúpidas y maliciosas de cosas que habían sucedido –incluso– antes de la guerra”, denunciaba el autor de estas memorias. “¡Cuántas muertes sin sentido se cometieron bajo el denominador común de la envidia y el odio!”. En definitiva, nos encontramos ante una «caza de brujas» pura y dura…

De hecho, el propio Muela Román acabó en una cárcel cifontina, en la que fue testigo de la represión. “Aquellos que cometieron todos esos «autos» de vandalismo, y que se llamaban «hijos de Dios», me hicieron la sucia jugada de prenderme durante el bautizo de mi hija”, denunciaba. “Cuando yo llegué a la prisión, todos los que estaban recluidos ya habían pasado por el Tribunal. De los 90 existentes, 73 fueron condenados a muerte”.

Sin embargo, Lino Muela consiguió escapar del referido penal. “Me aferré a la idea de salir. Tenía que escapar. No podía –ni debía– resignarme a morir. Así que decidí hacer lo que no me había atrevido antes”, escribía el afectado. “Yo tenía una diminuta lima con la que hacía anillos para «matar el tiempo». Comencé a raspar el candado del calabozo. En poco rato lo conseguí. La puerta se abrió sin que casi pudiera dar crédito a lo que estaba viendo. Se me abría no solo la puerta, sino también la esperanza de sobrevivir”.

Tras salir del presidio, estuvo vagando por el bosque, escondido. “El único objetivo era alejarme lo más rápido posible. Corrí alocadamente hasta que me puse fuera del alcance de los soldados”, rememoraba el preso político. “A partir de ese momento comenzaba la odisea de la huída y la persecución. Mi vida se convertía en una continua alerta y sobresalto. Iniciaba un peregrinar clandestino que iba a perdurar a lo largo de varios años”.

Una circunstancia en la que también influyó el clima de polarización que, en aquel momento, sufría España. “En mi pueblo, como ocurría en todos los demás, estábamos divididos en dos bandos: fascistas a un lado y partidarios de la República, al otro”, describía Lino Muela. Sin embargo, el paso del tiempo comenzó a hacer mella en el miliciano y decidió dejar la naturaleza. “Llegó el invierno y lo pasé fatal. Comí hojas, masqué raíces y pude hacerme con algún bicho que llevarme a la boca. Descalzo y casi desnudo, aturdido por el frío, deambulé por las montañas hasta que comencé a cundir en la desesperación. Entonces, se apoderó de mí el deseo de abandonar. Tenía que salir del monte”, explicaba en sus memorias.

Por ello, y una vez tomada esta decisión, el antiguo combatiente comenzó un periplo por diferentes puntos de la geografía española. Vivió en un pueblo de Soria, en una localidad de Ávila y en la ciudad de Madrid. Sin embargo, tras ver que la represión de la dictadura también había llegado a la capital española, decidió salir del país. “Sentí la necesidad de escapar de todo aquello. Entonces, me surgió la idea de pasar a Francia. Comencé a albergar la esperanza de cruzar la frontera para –luego– llevarme a los míos conmigo”, rememoraba.

“Con ese fin escribí a un amigo de Riba de Saelices que había pasado a su señora y a su hija gracias a la mediación de un espía. Muy pronto me contestó que haría todo lo posible para ayudarme”, relataba Muela. Poco tiempo después, Lino recibió la respuesta definitiva, en la que se aseguraba que unos días más tarde le estaría esperando un contacto en la estación de San Sebastián. Él le ayudaría a cruzar la «raya». Tras este aviso, el miliciano puso rumbo hacia el norte peninsular. Al final, pudo llegar al país vecino, donde su estancia –sobre todo, al principio– no estuvo exenta de problemas…

De hecho, los primeros momentos en el territorio galo fueron muy complicados. “Fuimos al pueblo donde me había de instalar, para que el alcalde me documentara. Pero el secretario, en lugar de eso, avisó a la gendarmería y pronto aparecieron los agentes para interrogarme. Me tomaron declaración y me encerraron en un calabozo”, se recordaba en el dietario.

Sin embargo, y con el paso del tiempo, este republicano obtuvo un empleo y regularizó su situación en el país, donde permaneció gran parte de su vida. “Al final, y tras la ayuda de varios españoles y de un maestro francés que hablaba bien el castellano, conseguí los papeles y el trabajo”, relataba. “A partir de allí, poco a poco, y con dificultades –sobre todo, con el idioma–, fui saliendo adelante”

Tras estos sufrimientos, ¿Lino Muela regresó a territorio nacional desde su exilio galo? “Volvió a España un poco antes de que muriera Franco, con el fin de pasar algunas estancias en su pueblo, pero nunca quiso radicar definitivamente en su localidad natal”, asegura Alan Herchhoren a Henares al Día.

Molina durante la Guerra
Antes de tener que ir a vivir a Francia, Muela llegó a formar parte del XIV Cuerpo Guerrillero en el frente del Alto Tajo durante la Guerra Civil española. El mismo estaba integrado en el Ejército Popular de la República (EPR), que también actuó en la comarca.Entre sus componentes había soldados procedentes de diferentes localidades de las proximidades, como Maranchón, Saelices de la Sal, Huertahernando o Riba de Saelices.

En Molina se sucedieron varios combates a lo largo de la contienda civil. Un periodo que ha sido estudiado por Herchhoren. “Lo primero que pude documentar fueron acciones de partidas sueltas”, subraya el especialista. Por ejemplo, en agosto de 1936 comprobó la entrada de guerrillas en el castillo de Corduente, de donde sacaron armas, dinero y comida.

Posteriormente, con el avance de las hostilidades, “todo se fue «profesionalizando». De hecho, ya no se abordaban objetivos militares para asegurar la supervivencia de las tropas [como sucedía hasta ese momento]”, explica el referido historiador. El avance de los meses provocó el comienzo de “movimientos encuadrados en una guerra más general”.

Un proceso que se encuentra analizado en la investigación «La guerra de guerrillas durante la Guerra Civil en la comarca de Molina y Alto Tajo (Guadalajara)». En el mencionado trabajo se distinguen tres etapas en el devenir de las guerrillas. La primera fase fue la que se conoce como de «pre–guerrilla» y que se extendió desde el inicio del conflicto bélico hasta el comienzo la «Batalla de Guadalajara», en marzo de 1937. “Sus objetivos no estaban marcados por una estrategia con unos fines definidos. Los mismos venían definidos por la supervivencia en el frente de guerra”.

Durante el segundo periodo, denominado «Transición al cuerpo guerrillero», ya se observaron “unos propósitos claros sobre las posiciones enemigas”. “Esto quiere decir que los grupos guerrilleros ya actuaban como apoyo a los grandes ejércitos de maniobra”, se confirma en el estudio. Es decir, estas agrupaciones “se coordinaban con los «Estados Mayores» para planificar sus operaciones de sabotaje y hostigamiento en la retaguardia fascista”. La mencionada etapa se extendió entre la «Batalla de Guadalajara» y abril de 1938, momento en el que se creó el XIV Cuerpo Guerrillero.

El último momento, en cambio, se prolongó desde la primavera de 1938 y hasta el final de la Guerra Civil. Se le ha nombrado como «Propiamente guerrillero» y, en el mismo, se puede encontrar “un grupo que actúa con metas claramente definidas y como fuerza auxiliar a los grandes ejércitos de maniobra”, confirman los investigadores.

La importancia de la indagación
En cualquier caso, se ha de continuar trabajando en la recuperación de la memoria en España. Es la única forma de construir un relato completo del pasado. Pero, ¿cómo se está abordando y recuperando estos asuntos en nuestro país, tanto a nivel político como historiográfico? “La investigación en torno al mencionado tema se ha convertido en algo individual. El Estado no se mete”, denuncia Herchhoren. De hecho, “los trabajos de exhumación de los restos existentes en fosas comunes los están implementando asociaciones memorialistas”.

Sin embargo, estas labores deberían realizarse por el Estado. La mencionada rehabilitación “debería ser un empeño que tendría que partir desde una investigación criminal”, explica el historiador. Para solucionar esta circunstancia, se pueden tomar de ejemplo otros países, como Argentina. Allí, “si se descubre una fosa común de la dictadura [1976–1983] acude la policía científica, los forenses y el juez, no un grupo de voluntarios de las mencionadas entidades de memoria”.

Esto, unido a otras medidas –como una apuesta clara por la investigación– supondría un incremento del conocimiento sobre el pasado. Un aumento de la sapiencia que permitiría a la ciudadanía poseer más herramientas para entender el presente y encarar el futuro más adecuadamente. Y de esta forma, tener la posibilidad de cumplir aquella sentencia del escritor Ernesto Sábato en la que aseguraba que:

«La historia no es mecánica porque los hombres son libres para transformarla».

Bibliografía.
HERCHHOREN ALCOLEA, Alan. «La guerra de guerrillas durante la Guerra Civil en la comarca de Molina y Alto Tajo (Guadalajara)». Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2020.
MUELA ROMÁN, Lino. «Historia de un muerto resucitado». Francia: S/E, 1968