Libros en Guadalajara: ¿hay vida más allá de las grandes compañías?

Siempre que se habla del sector editorial en español, se piensa en tres o cuatro grandes empresas transnacionales. Y normalmente son las mismas. Incluso, los más avezados pueden hacer un análisis del panorama libresco en países punteros en la materia, como Argentina o México, donde existe un importante movimiento literario independiente. Pero, en este sentido, no se puede –ni se debe– olvidar que se conserva un tejido cultural más allá de la tríada de grandes compañías que copan el mercado en castellano…

De hecho, en el territorio arriacense se suceden las iniciativas que se ganan vida con la publicación de libros. Quizá la más conocida sea «AACHE Ediciones», fundada en 1988 por el cronista provincial, Antonio Herrera Casado, que es quien la dirige actualmente. Pero no es la única. Existen otras muchas opciones. Entre ellas, «Editores del Henares», «Volapük Ediciones», «Palabras del Candil» u «Océano Atlántico Editores», una propuesta domiciliada a medio cambio entre España y México.

Sin embargo, los profesionales del sector en Guadalajara describen un panorama con luces y sombras. “Si partimos de la base que se lee poco, no podemos editar mucho. En la provincia, salvo honrosas excepciones –como «AACHE», que es la que más publica–, no se imprime mucho porque, al final, las ventas son escasas”, asegura Ángel de Juan, director de «Editores del Henares». “El panorama del libro arriacense no ha ido a más. Pero, al menos, se mantiene”, complementa el cronista Antonio Herrera Casado.

En cualquier caso, las obras que suelen tener una mejor salida son aquellas que se encuentran centradas en historia local o que son realizadas por escritores de la tierra. Una política que algunas iniciativas guadalajareñas lo ha tenido muy claro, como «AACHE Ediciones», con un catálogo de más de 700 entradas. “Surgimos hace 32 años y lo hicimos para editar libros de Guadalajara y, así, ofrecer títulos que estuvieran relacionados con la historia, el patrimonio, los personajes o la naturaleza de la provincia”, explica Herrera Casado. “También publicamos obras realizadas por autores arriacenses y que abordan diversos géneros, como la poesía, la novela o el ensayo”.

Sin embargo, las iniciativas guadalajareñas no finalizan aquí. Van más allá. De hecho, otras realidades aparecieron al albur de la afición a los cuentos existente en la capital. Es el caso de «Palabras del Candil». “La editorial está especializada en libros de narración oral tradicional y profesional. Es decir, recopilaciones de relatos, libros de teoría sobre narración, de cuentos de creación propia, etc.”, explica Pep Bruno, uno de los cabezas visibles de la iniciativa.

Asimismo, se deben mencionar aquellas propuestas que han hecho gala de su independencia. Entre ellas, «Ediciones Volapük». “Nos definimos como una editorial de análisis crítico y libertario, a partir de diversas posibilidades literarias, como novela, ensayo, divulgación histórica o relatos. También damos cabida a autores de la provincia o relacionados con ella, como Isaak Begoña, Javi Caballero, Julián Vadillo o Josean Aparicio”, explica Sergio Higuera Barco, uno de los responsables de la idea. “Nos caracterizamos por ser un proyecto autogestionado y autónomo, por lo que no percibimos subvenciones ni públicas ni privadas”.

Sin embargo, tampoco se deben olvidar otras propuestas de más amplio espectro, como «Editores del Henares». “Somos una empresa creada en 2001 e implantada en Guadalajara (España). Estamos dedicados al desarrollo editorial, con el diseño de periódicos –como Henares al Día–, libros con dos colecciones: Caminos de Guadalajara, dedicada al senderismo y Temas de Guadalajara, dedicada a arte, historia, cultura… sobre Guadalajara; catálogos, revistas, folletos o carteles, desarrollo web, entre otras opciones”, explican los responsables de la empresa.

Y, en último lugar, se ha de hacer referencia a una de las editoriales provinciales más recientes. Se trata de «Océano Atlántico Editores». Los impulsores de la misma pretenden una internacionalización de las letras, mediante el establecimiento de puentes de comunicación entre España y México a través de la literatura. Por ello, desean dar cabida a autores noveles de ambos países que aborden tanto la narrativa como el ensayo o la divulgación.

Además, “entre nuestros objetivos se encuentra la generación de consciencia, pensamiento crítico y reflexión entre el público”, explica Esteban Vera Vigil, una de las personas implicadas en «Océano Atlántico Editores». “También pretendemos dar a conocer esos talentos que están escondidos y que no encuentran espacios para la publicación y promoción de sus trabajos”. Todo ello, además, uniendo las dos orillas del «charco» a través del libro…

Un proceso costoso
Por ello, no es raro que existan muchos proyectos de publicación. Todos los autores quieren ver editadas sus obras. Pero, al final, éste es un ámbito muy complicado y caro, que no «entrega» beneficios en un lapso de tiempo breve. “Publicar un libro cuesta dinero y, además, es un negocio rentable a largo plazo”, señala Ángel de Juan. “Se tiene que pagar al autor; se han de afrontar los gastos de edición, de maquetación e impresión; y, asimismo, se ha de reservar el montante que se lleva la librería para que venda tus obras”…

En este sentido, desde «Editores del Henares» critican los rendimientos que se llevan los libreros. “Creo que sus márgenes son demasiado altos, ya que el responsable de invertir es el editor, mientras que las librerías se llevan un porcentaje de las ventas por tener los ejemplares en las estanterías, esperando a que llegue un lector y diga: «¡Quiero ese título!»”.

Empero, los responsables de la «Librería Universitaria Alcarria (LUA)», domiciliada en la capital provincial, defienden su oficio. “En nuestros establecimientos siempre habrá un profesional que pueda aconsejar y orientar al cliente en la compra de las obras”, explica Ana María Babarro, de LUA. En definitiva, y según Babarro, este tipo de negocios aportan un valor añadido a la cadena del libro, adaptando el título a los deseos del ciudadano.

A pesar de ello, la coyuntura de las librerías arriacenses no pasa por su mejor momento. “Cada vez vamos quedando menos [algunos supervivientes son LUA, Emilio Cobos o Rayuela, en Sigüenza]. La mayoría de los establecimientos que existen actualmente son «papelerías–librerías», que tienen el libro como complemento. Nosotros, en cambio, lo mantenemos como un eje fundamental”, explica Ana María Babarro.

En cualquier caso, existen más vías de comercialización de la literatura en Guadalajara. Y muchas de ellas tienen que ver con la venta directa, como las presentaciones o las ferias. Las primeras –las presentaciones– permiten una cierta visibilidad de la obra protagonista. Sin embargo, el nivel de facturación en estos actos no suele ser muy elevado. “En dichos eventos se venden muy pocos ejemplares”, asegura Ángel de Juan, de «Editores del Henares». “El público que acude a los mismos nunca es masivo. Asisten los estrictamente interesados”, añade Antonio Herrera Casado, director de «AACHE Ediciones».

De hecho, son más rentables las ferias del libro. Y aquí llega un problema añadido. En la provincia sólo quedan dos convocatorias de estas características, la que se celebra en Guadalajara capital y la que se desarrolla en Bustares. “Estas propuestas funcionan muy bien, pero el problema es que son muy escasas. Y más en 2020, año durante el que, debido a la COVID–19, se han cancelado todas estas iniciativas”, asegura el cronista provincial.

En consecuencia, sólo va quedando la capacidad de cada editorial para dar salida a su producto mediante sus propios medios de comercialización. Y, en este caso, la venta por internet se ha constituido como una salida. Pero también requiere una fuerte inversión en página web, en pasarelas de pago seguras y en el diseño de unos canales que permitan al cliente la recepción del título de forma rápida y barata…

Algo que para las editoriales y librerías independientes es muy complicado, debido al importante gasto que han de hacer para ello. Una realidad a la que se añade la acción de las grandes plataformas de venta online –como Amazon–, que, al contar con una mayor infraestructura, han desarrollado un sistema de ventas más eficiente y económico. Esta circunstancia ha generado que las editoriales más pequeñas tengan que hacer frente a una desventaja comparativa muy relevante que dificulta su supervivencia…

“En nuestro caso, como librería, vendemos a través de internet, pero creo que –en general– la comercialización online ha hecho más daño que beneficio. Y me remito a las grandes plataformas virtuales, con las que es imposible competir”, asegura Ana María Babarro, de LUA. “El precio del libro es igual para todos [tal y como obliga la ley española], pero por la manera de trabajar de Amazon es muy complicado enfrentarse a ellos”.

Una postura que es compartida por multitud de editores. Entre ellos, «Volapük». “La amenaza del gigante digital se torna cada vez más acuciante para los modos cercanos y humanos de entender este oficio”, asegura Sergio Higuera. Sin embargo, “en las últimas semanas se están sucediendo diversos e interesantes movimientos desde librerías, editoriales o distribuidoras que intentan parar esta nociva afección a la cultura por parte de la «industria del algoritmo»”.

Otras vías de trabajo
De cualquier forma, la falta de un rendimiento económico digno ha provocado que algunas empresas editoriales independientes hayan optado por centrarse en el método de trabajo «bajo demanda». Es decir, un autor, compañía o institución que quiera publicar una obra contacta a una de estas empresas, contrata sus servicios y sufraga los gastos de la tirada.

«Editores del Henares» se ha inclinado por este modelo. Es cierto que ha sacado algunos títulos bajo la forma convencional, arriesgando el capital –como «101 cosas que hacer en Guadalajara», escrito por Ángel de Juan y Raúl Conde–. Sin embargo, y ante la situación actual del mercado, no es su línea principal de trabajo…

– Ante esta situación, las Administraciones Públicas, ¿cómo podrían ayudar a este sector económico y cultural de Guadalajara?

– Deberían existir ayudas a nuestra actividad, sobre todo para mejorar y modernizar instalaciones y sistemas. En definitiva, tendrían que ir destinadas a fortalecer el tejido editorial, que es muy frágil –explica Antonio Herrera Casado–. Es cierto que, actualmente, existen subvenciones, pero en muchas ocasiones se limitan a la compra de libros con el objeto de dotar de fondos a las bibliotecas públicas.

Una realidad que también es descrita por otros profesionales. “No recibimos subvenciones, pero sí agradecemos –mucho– las compras institucionales. Por ejemplo, las adquisiciones que se realizan desde Castilla–La Mancha para las bibliotecas de la región han supuesto un balón de oxígeno en estos tiempos”, explica Pep Bruno, de «Palabras del Cantil». “A nivel provincial o estatal no contamos con ninguna compra institucional ni ningún tipo de ayuda”.

Pero, a pesar de todo, el tejido editorial y librero en Guadalajara continúa existiendo. Y ha de ser protegido. ¿Debe ser más apoyado? Por supuesto. Además, ¿ha de estimularse la lectura? Evidentemente. De esta manera se podría asegurar la supervivencia de un sector muy relevante. Al fin y al cabo, la literatura es una parte fundamental de la cultura. Sin ella, tanto la ciudadanía –como colectividad– como el ser humano –de manera individual– estarían incompletos. Ya que, como dijo el poeta nicaragüense Rubén Darío:

«El libro es fuerza, es valor, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor».