Manu Leguineche tiene quien le exponga

Manu Leguineche, en su casa de Brihuega.
Manu Leguineche, en su casa de Brihuega.

Siempre se ha dicho que nadie es profeta en su tierra. Pero, ¿qué ocurre si alguien triunfa no en uno, sino en dos lugares? Es el caso de Manu Leguineche. Este reportero de guerra, que ha recorrido el mundo para poder contar historias, ha sido reconocido tanto en el País Vasco –nació en Arrazua, Vizcaya– como en Guadalajara, donde decidió retirarse. De hecho, los últimos lustros de su vida –antes de fallecer en enero de 2014– los pasó en el territorio arriacense. Primero en su casa de Cañizar y, posteriormente, en Brihuega, localidad en la que quiso ser uno más.

Su implicación social y su dilatada carrera laboral se ha querido reconocer tanto en Euskadi como en Castilla–La Mancha. De hecho, en la última región, gracias a la cooperación de diferentes instituciones –como la Diputación guadalajareña o la Universidad de Alcalá (UAH)–, se ha diseñado una exposición en la que se relatan los principales hitos de la vida y el trabajo de Leguineche, el «incansable reportero». La muestra, que se encuentra comisariada por los periodistas y escritores Pedro Aguilar y Raúl Conde –que conocieron y acompañaron al mencionado profesional–, recibe el nombre de «Manu Leguineche, Corresponsal de paz en La Alcarria».

Leguineche, en TVE junto al periodista Jesús Picatoste
Leguineche, en TVE junto al periodista Jesús Picatoste

En la propuesta, “repasamos la trayectoria personal y periodística de este gran informador. Y lo hacemos no de manera cronológica ni a través de sus libros, sino mediante bloques temáticos”, asegura Conde. De esta forma, se abordan diversas facetas de su figura, como la de reportero, la de corresponsal bélico, su relación con Miguel Delibes, su desempeño como escritor, su labor como fundador de agencias de noticias –entre las que destacaron Fax Press o Colpisa–, su estancia en País Vasco o su vínculo con la provincia de Guadalajara, entre otros elementos.

Una iniciativa que, al fin, ha visto la luz este otoño. “Es cierto que se ha inaugurado con un poquito de retraso. Nos hubiera gustado abrirla al público antes, pero se fue aplazando por la pandemia y el confinamiento”, rememora uno de los comisarios. Pero, finalmente, se hizo coincidir con la entrega del IX Premio de Periodismo «Cátedra Manu Leguineche». El evento se desarrolló el pasado martes, 30 de noviembre de 2021, en Brihuega. “Y aunque el aforo era limitado, el acto se pudo hacer presencialmente”, rememoraban los organizadores. La muestra estuvo abierta en la villa briocense hasta el pasado 10 de diciembre. Sin embargo, irá rotando por diferentes lugares. Ya han mostrado interés diversos ayuntamientos –como el de Cabanillas del Campo–, la UAH o la UNED.

De la imagen a la palabra escrita
Además, se ha querido hacer un catálogo sobre la exposición, que se repartirá gratuitamente. En las mencionadas páginas “se repasa la trayectoria vital y profesional de uno de los periodistas y escritores más importantes de la historia contemporánea de nuestro país”. Así, la obra se estructura en una veintena de capítulos, desde los orígenes del informador vasco hasta los últimos años de su vida. En este sentido, “la inclinación de Leguineche por los viajes, la información internacional y, sobre todo, la cobertura de conflictos, ocupan el grueso del catálogo y de la muestra”, señalan los responsables de esta iniciativa museística–literaria.

Manu Leguineche, junto al sherpa Tenzing Norgay
Manu Leguineche, junto al sherpa Tenzing Norgay

“El autor vasco fue un maestro de los corresponsales de guerra, pero también se erigió en el pionero del género «libro–reportaje» en el que aunaba la crónica de actualidad, los testimonios personales y un acopio notable de documentación”, subrayan los promotores de la propuesta. Asimismo, “otros capítulos abordan el vínculo intenso de Leguineche con Guadalajara, lo que incluye la publicación de los dos dietarios en tierras alcarreñas: «La felicidad de la tierra» y «El club de los faltos de cariño».

En este sentido, tanto el catálogo como la exposición han sido el resultado del trabajo de investigación de los dos comisarios, Pedro Aguilar y Raúl Conde. Ambos se han encargado “de consultar y ordenar el archivo personal del mencionado autor, depositado tanto en su residencia de Brihuega (Guadalajara) como en el resto de sus dependencias familiares”. Esta labor se prolongó durante varios meses durante los meses entre los años 2017 y 2018.

No en vano, “a lo largo de su trayectoria profesional, el padre de los reporteros bélicos fue acumulando un valioso legado en forma de manuscritos, miles de fotografías, cartas, tarjetones, dedicatorias y objetos personales de toda índole”, indican Conde y Aguilar. “Como resultado de esta investigación conseguimos recabar diversas cartas –de Miguel Delibes, de Francisco Umbral o, incluso, de políticos–, varios premios, objetos personales, cientos de artículos y miles de imágenes realizadas a lo largo de su trayectoria profesional”, agrega el periodista de Galve de Sorbe.

– En todo este trabajo, la familia, ¿ha sido accesible para que pudierais realizar vuestra labor de indagación?

– ¡Por supuesto! Han sido totalmente cómplices durante nuestro desempeño –confirma Raúl Conde–. Nos han facilitado las tareas y han cooperado de forma muy importante. Tanto Pedro Aguilar como yo tenemos una relación de amistad con los hermanos de Manu y nos han puesto todas las facilidades del mundo.

Manu Leguineche entrevistando al pintor Salvador Dalí
Manu Leguineche entrevistando al pintor Salvador Dalí

Un esfuerzo con el que se pretende transmitir a las nuevas generaciones lo que supuso Leguineche. “Buscamos mantener vivo su espíritu y su huella personal y profesional”, confirman los investigadores. “Figuras como como la de este reportero son únicas e irrepetibles, por lo que es importante dar a conocer su legado”.

Por ello, se han querido recuperar parte de sus pensamientos, como el que señalaba que “la objetividad no existe, pero sí se debe jugar limpio con el lector”. Algo que significa que “se ha de ser fiel a lo que ves. Es decir, no tergiversar, no manipular…”. En definitiva, ser riguroso en el trabajo. De hecho, “en los textos de Manu no se encuentran imprecisiones, ni ambigüedades, ni rumores”, explica Conde. No es extraño, por tanto, que en su labor prevalezca “una ética profesional y una exigencia deontológica” que mantuvo “hasta el final de sus días”. Siempre defendía que los informadores “tenemos que ser responsables” en el ejercicio de nuestro oficio.

Leguineche, junto a Pedro Aguilar, Raúl Conde y José García de la Torre, en Torija.
Leguineche, junto a Pedro Aguilar, Raúl Conde y José García de la Torre, en Torija.

Todo ello, además, sin olvidar el «terruño». La Alcarria estuvo muy presente en él. “En su primera noche entre nosotros, en Guadalajara, el viento soplaba con fuerza entre Torija y Cañizar, y azotaba los árboles de su casa de piedra, de estilo inglés, con virulencia”, rememoraba la expresidenta de la Diputación arriacense, María Antonia Pérez León. Fue tal impacto de este profesional que Raúl Conde, Pedro Aguilar y José García de la Torre, autores de «Guadalajara tiene quien le escriba», afirman que “la provincia tiene dos grandes literatos que han sabido captar la esencia de esta tierra”. Uno fue Camilo José Cela, premio Nobel de Literatura y, el otro, Leguineche…

De hecho, éste último “pronto se insertó en la sociedad alcarreña”, ya que “se hizo amigo de los vecinos, sintonizó con sus inquietudes, escuchó sus historias y las retrató en sus libros”. No en vano, existen dos volúmenes que están dedicados “casi íntegramente” al espacio arriacense, «La felicidad de la tierra» y «El club de los faltos de cariño». De hecho, y como decía el mencionado reportero:

«La Alcarria es un refugio fantástico. Yo no me enamoro de una catedral, sino del paisaje y del paisanaje. Me gusta la gente, que además resume en su forma de ser toda esa belleza tiene alrededor. Y hay que creer en ella»

Leguineche, durante una jornada de caza junto a Miguel Delibes.
Leguineche, durante una jornada de caza junto a Miguel Delibes.

Un trotamundos–todoterreno
Entre las facetas más conocidas de Manu Leguineche se encontró la de corresponsal de guerra. Recorrió muchos de los conflictos más importantes de la segunda mitad del siglo XX a nivel mundial. Informó “desde la contienda de Argelia (1961) hasta la última guerra de Irak, pasando por la Revolución de los Claveles en Portugal, la Primavera de Praga, la caída del Muro de Berlín o el conflicto árabe israelí, entre otros”, confirma Raúl Conde.

Incluso, ha relatado los enfrentamientos entre India y Pakistán –acaecidos en 1965– y los de Vietnam. Una ardua labor que se vio reflejada en diferentes medios, como El Norte de Castilla –cuando estaba dirigido por el escritor Miguel Delibes– o en TVE.

También fundó las agencias Colpisa y Fax Press. Una labor que combinó con la escritura de más de una treintena de libros en solitario, así como varias obras en coautoría.

Por tanto, y como se ha podido observar, fue un periodista completo. “Hacía bien el columnismo, el reporterismo, el periodismo de agencia…”, subraya Conde. “Fue, además, un profesional todoterreno, que destacó en el ámbito de la prensa escrita, hizo radio y participó en programas de televisión, como «En Portada»”. En consecuencia, “se constituyó como una figura irrepetible”.

 

Las obras de Guadalajara
Manu Leguineche, además de una dilatada trayectoria periodística, también quiso reflejar en sus libros su vinculación Guadalajara, donde vivió durante los últimos años de su vida. Dedicó dos obras completas a la provincia. La primera de ellas recibió el nombre de «La Felicidad de la Tierra», un compendio “escrito en La Alcarria y dedicado a Guadalajara”, aseguran Raúl Conde y Pedro Aguilar. Se trata de “un volumen donde, a base de retazos de cultura, sabiduría y lecturas, el autor escudriñaba el alma de un paisaje y un paisanaje a los que se sintió ligado desde el principio”. De hecho, “es un inmenso cuaderno de campo donde se refleja la mezcolanza del mejor Leguineche: urbanita y rural al mismo tiempo”.

Así, en este título se distinguen unas descripciones alcarreñas de gran viveza: “El color de la tierra me gusta, es ocre, como el del Vietnam. Desde la altura se divisa un panorama que alegra la tierra y estimula el ánimo. La tierra moteada de olivos, las curvas de la carretera, la pirámide truncada de La Muela, el pueblo, Hita, a la derecha el brazo del monte. El Ocejón cierra el horizonte con su pico nevado”, describía este autor.
De igual forma, se ha de mencionar «El club de los faltos de cariño», aparecido en 2007 y que se alzó como el segundo volumen dedicado al espacio guadalajareño. “Está considerado, por la crítica y por sus lectores, como uno de los grandes trabajos del reportero vasco”, confirmaban Conde y Aguilar. “Utiliza una técnica similar a la de «La felicidad de la tierra»: filosofía popular, muchas lecturas, anotaciones al vuelo, opiniones sosegadas. Todo ello trufado de constantes referencias a La Alcarria, especialmente a Brihuega, y a un sinfín de pueblos, personajes y situaciones que tenían a Guadalajara como epicentro”.

Leguineche, junto a Zapatero y Rajoy en la entrega del premio Reporteros de El Mundo
Leguineche, junto a Zapatero y Rajoy en la entrega del premio Reporteros de El Mundo

Asimismo, en otras obras también hay diversas referencias arriacenses, aunque no se dediquen su totalidad a nuestra provincia. Entre ellas, en «Los Topos», escrita junto a Jesús Torbado. En este caso, se abordan las historias de aquellos que tuvieron que guarecerse en la posguerra, con el fin de no ser descubiertos. En este contexto, se distinguen dos testimonios de Guadalajara, el de Andrés Ruiz, de Armuña de Tajuña, y el de Manuel Corral Ortiz, de Loranca.

En otros de sus títulos, como «La ley del mus», centrado en el conocido juego de naipes, el cronista vasco también hizo referencia a Guadalajara. Una circunstancia que consiguió mediante las historias del «cura rural» Virgilio Pérez, sacerdote de varios de los pueblos arriacenses a principios de la década de 1990, y del médico Manuel Millán, quien ejerció su profesión en Mondéjar.

Incluso, en «Annual 1921. El desastre de España en el RIF», donde le maestro de periodistas analiza –con todo detalle– la derrota militar de nuestro país en el norte de África, también logró incluir a dos protagonistas alcarreños. Más concretamente, los casos de José Cañizo, de Rebollosa, y Julián Sanz, vinculado a Taragudo, que estuvieron relacionados a la mencionada contienda. Todo un lujo.

 

Bibliografía:
CONDE, Raúl, AGUILAR, Pedro, GARCÍA DE LA TORRE, José. «Guadalajara tiene quien le escriba». TOMO I. Guadalajara: Diputación Provincial de Guadalajara, 2007.
LEGUINECHE, Manuel. «La felicidad de la tierra». Madrid: Alfaguara, 1999.