Patearse el Hayedo de Tejera Negra en otoño

La llegada del otoño y el cambio de color en las hojas suscitan un espectáculo visual que en el Hayedo de Tejera Negra –un espacio declarado parque natural– termina por sublimar a los miles de senderistas que deciden acercarse cada año en esas fechas a un paraje convertido en emblema de la Sierra de Guadalajara.

Tejera Negra, ubicado en el término municipal de Cantalojas, es uno de los hayedos más meridionales de Europa junto con el de La Pedrosa, en Segovia; y el de Montejo de la Sierra, en Madrid. Fue habilitado como parque natural en 1978, y ampliado en 1987 y en 2011, tras la creación del Parque Natural de la Sierra Norte, fue incluido dentro del nuevo espacio protegido. A Tejera Negra se accede desde el pueblo de Cantalojas. Para ello hay que tomar una pista asfaltada que nos conduce primero al Centro de Interpretación del Parque, situado a unos 2,5 kilómetros. La pista tiene un tramo asfaltado, más bien corto. Luego pasa a ser de tierra hasta llegar al aparcamiento del parque, situado a 8 kilómetros.

La verdadera importancia de este hayedo no reside precisamente en su extensión (1.641 hectáreas), sino en su localización, en este caso en el centro de la península. Cabe tener en cuenta que los hayedos son bosques característicos de las montañas húmedas del norte del continente. En España suelen predominar en el eje cántabro-pirenaico, aunque también hay grandes extensiones de hayedos en la Cordillera Ibérica.

Dentro del paisaje arbóreo que conforma Tejera Negra encontramos un bosque de un amplio robledal y de pinar silvestre procedente de repoblación, matorral diverso y amplias praderas, junto a los ríos Zarzas y Lillas e incluso algún ejemplar de tejo centenario que cubre sus laderas. La hayas se encuentran en las zonas superiores, más frías y húmedas.

Este hayedo fue talado al menos en dos ocasiones (1860 y 1960). Por ello, los ejemplares de haya que encontramos son relativamente jóvenes, procedentes del rebrote de los tocones de árboles cortados, aunque en algunas zonas existen ejemplares de más de 300 años.

Realmente la belleza de Tejera Negra comienza a mediados de septiembre, cuando las verdes hojas del árbol comienzan rápidamente a teñirse de amarillo pardo u ocre. En este estado se mantiene hasta mediados de noviembre, aunque depende del tiempo. Se trata de un deleite visual que no hay que dejar de visitar, al menos, una vez en la vida. Hay que tener en cuenta que este espacio natural cuenta con dos rutas senderistas que lo recorren a fondo, una más larga que la otra, pero atractivas ambas. Los dos itinerarios están señalizados: la “Senda de Carretas” (la corta, alrededor de hora y media), y la “Senda del Robledal”. Además, hay una ruta circular señalizada para bicicletas que parte desde el Centro de Interpretación, de 21 kilómetros (con balizas de color rojo), a pesar de que sólo en su parte más distante discurre por zona de hayas, en el valle del río Zarzas.

En otoño, para acceder al parque con vehículo, hay que reservar la entrada en la página web de la Junta de Castilla-La Mancha.