El potaje de la moción de censura a Román

Imagen del Pleno del pasado viernes en el Ayuntamiento de Guadalajara. // Foto: Gabinete de Prensa Ayuntamiento de Guadalajara
Imagen del Pleno municipal del pasado viernes. // Foto: Gabinete de Prensa Ayto. de Guadalajara

Algo se cuece, aunque es probable que el guiso aún esté sin sazonar y los cocineros no hayan puesto ni siquiera el puchero sobre la trébede. Pero eso no significa que no dispongan ya de la materia prima suficiente para aderezar el sofrito. Los guisanderos, eso sí, corren el riesgo de que los condimentos acaben por ponerse rancios si dejan pasar mucho el tiempo.

La introducción de esta crónica no es una receta. Es el resumen metafórico de la situación que se vive ahora mismo en los despachos de la oposición en la Plaza Mayor.

En las elecciones municipales de mayo de 2015, Antonio Román salvó la Alcaldía de Guadalajara in extremis. Casi en la prórroga del escrutinio y cuando más de un guadalajareño de toda la vida andaba ya tirándose de los pelos pensando en un vuelco tan inédito como complejo, en la medida que pasaba por articular un pacto entre el centroizquierda (PSOE) y la izquierda (Ahora Guadalajara), que es fácil predecir que hubiera contado con apoyos puntuales del centroderecha (Ciudadanos).

La cosa es que Román perdió la mayoría absoluta y no tuvo más remedio que rebajarse a firmar un papelito con Ciudadanos. Esta alianza, en principio, le garantizaba su continuidad como primer edil y la estabilidad para toda la legislatura. Ciudadanos, previas órdenes desde Barcelona, hincó la rodilla y se avino a un acuerdo relativamente laxo para los populares. Este acuerdo constaba de 16 compromisos. Entre otros: incorporar empleados públicos a la Mesa de Contratación, crear una Comisión de Transparencia, reactivar el Alcázar, actualizar la RPT de los empleados del Consistorio e instalar progresivamente urinarios públicos en la ciudad. Confirmamos que éste último punto no fue un escollo insalvable en las negociaciones.

Ha transcurrido más de un año y medio desde entonces, y es evidente que el matrimonio Román-Ciudadanos no funciona. Hace agua por dos motivos. Porque el alcalde no tiene reparos en mostrar su desprecio hacia una formación que le lleva tanto la contraria -hasta el punto de rechazar el sueldo que el primer edil se propuso para sí mismo-; y porque desde Ciudadanos tampoco tienen reparos ya en tumbar cuantas mociones sean necesarias en el Pleno, lo que amplifica la frustración y la inoperancia del equipo de Gobierno.

El portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento y jefe de este partido en Castilla-La Mancha, Sandro Ruiz, explica a Henaresaldia.com que la situación “se ha enquistado” y denuncia el empeño del Grupo Popular en tumbar las mociones de C’s. “Es un problema de actitud. Román sigue gobernando como si tuviera mayoría absoluta y aún no se ha dado cuenta de que la ha perdido”, dice.

En Ciudadanos están especialmente escocidos por la parálisis del Alcázar. No sólo porque era un compromiso capital en su pacto con Román, sino porque es el primer logro que hubiera podido vender para justificar ante los suyos su papel de bisagra. El Alcázar, en cambio, sigue completamente parado, pese a que su reapertura estaba prevista para el año pasado. Igual que los avances en la Comisión de Transparencia, una exigencia compartida por toda la oposición.

En septiembre de 2015, Ciudadanos se sumó a la moción del PSOE para eliminar el callejero franquista. Y, antes de acabar el año pasado, votó en contra de la propuesta de sueldo que pretendía sacar adelante Román: un 80% de liberación para poder continuar con el ejercicio de médico al 20% y 60.000 euros de nómina. Sandro Ruiz, con buen criterio, le dijo que nones. Que gobernar una capital de provincias de 80.000 habitantes y pretender seguir pasando consulta para garantizarse unos ingresos elevados no era propio de un dirigente que abandera la austeridad. Y el caso es que el Pleno del pasado viernes volvió a escenificar el distanciamiento entre ambos grupos. El PP tumbó la moción de C’s para devolver el impuesto de Plusvalía, no se pusieron de acuerdo en el pliego de condiciones de las Escuelas Infantiles –salió adelante la moción presentada por Ahora Guadalajara pese al rechazo del PP-, y Ciudadanos volvió a desmarcarse del PP al apoyar la moción conjunta del PSOE y Ahora Guadalajara para que sea el Ayuntamiento el que ejecute el segundo acceso al Hospital.

Es evidente que la situación empieza a ser insostenible. Porque tanto al alcalde como a su socio se les va a hacer muy difícil aguantar juntos la legislatura si persisten en sus fricciones. Román, de hecho, ni siquiera quiere ver –literalmente- a los regidores naranjas, teniendo en cuenta que el seguimiento de los acuerdos los delega en su vicealcalde. Así de idílico está el patio.

No hay que ser un lince para constatar que la posición de Sandro Ruiz y su compañero Ángel Bachiller en el Consistorio capitalino se endureció después de que el PP violara el Pacto Antitransfuguismo para acabar asentando el Gobierno provincial en la diputada tránsfuga Yolanda Ramírez, la única representante que tenía Ciudadanos en la Casa Palacio. Esta maniobra ha tenido un coste elevado para la formación naranja porque le ha hecho perder una estructura de equipo que le permitía extender su labor a toda la provincia. Y de ahí el cabreo creciente con Román, que Sandro Ruiz no esconde en público. Un enfado que, por ahora, no ha pasado a mayores desde el punto de vista político. Ruiz niega tajantemente que haya planteado al PSOE una moción de censura para desbancar a Román. Sin embargo, matiza: “No es descartable ninguna acción en el futuro. Echar a Román no es la prioridad, pero no vamos a ser la marca blanca ni el tonto útil de nadie”.

Daniel Jiménez, portavoz socialista en la capital, habla de un “equilibrio inestable” en el Ayuntamiento y denuncia que, desde que se constituyó la Comisión de Transparencia, el 95% de la información pedida por los grupos no se ha suministrado. Considera que Román “se burla y ningunea” a Ciudadanos, cuyo papel califica de “insustancial”.

Pero hay más. Jiménez revela a este medio que Alejandro Ruiz le propuso tras el episodio de transfuguismo en la Diputación presentar una moción de censura. Fue en una conversación personal y el concejal socialista asegura que su homólogo de Ciudadanos le garantizó que en su partido ya tenía el apoyo “de arriba” para dar el paso. Este punto no es baladí. Ciudadanos es un partido con una estructura orgánica centralista, en la que este tipo de decisiones dependen en exclusiva de las directrices de su dirección nacional.

“Ruiz me dijo que estaban muy enfadados con el alcalde y que, además, se identificaban con el programa que nosotros habíamos presentado a las elecciones”, desvela Jiménez. Y agrega: “le he dicho a Ciudadanos que o hacen valer su posición o desaparecen del mapa. Quizá en el ecuador de la legislatura haya alguna novedad”. El portavoz socialista está convencido de que nunca presentará una moción si no cuenta con el apoyo previo de C’s y, lógicamente, de Ahora Guadalajara.

¿Y el PSOE? ¿El PSOE de Guadalajara qué dice de todo esto? “No va a sonar la flauta. Ciudadanos nos ha trasladado que nunca piensa hacer alcalde a Dani Jiménez, pese a que nosotros se lo hemos sugerido”. Es lo que me traslada un alto responsable de este partido en la provincia. Pero tomen con precaución el plural empleado. En el actual conflicto bélico que amenaza con la implosión de los socialistas, ese “nos” alude a quien rige el partido en Guadalajara, pero no al Grupo Municipal Socialista. Jiménez es muy explícito al respecto y acusa a la dirección de su propio partido de trajinar un acuerdo con Ciudadanos a sus espaldas: “Es evidente que si yo llegara a ser alcalde, alguno puede pensar que me plantee otras aspiraciones en el futuro”.

Cabe matizar que todos estos vaivenes se producen en un clima nacional de roces entre el PP y Ciudadanos, y justo cuando arrecia la tormenta en el PSOE de cara a las primarias de mayo. En la formación naranja coexisten dos almas: una más cercana a posiciones socialdemócratas –minoritaria y relegada de su ideario en el reciente congreso- y otra nítidamente liberal y conservadora. Está claro que en Guadalajara su programa es colindante con el de los populares, lo que no es óbice para que en la política local a veces influyan más las cuestiones de carácter personal que las ideológicas.

El lío en las filas socialistas es bastante más peliagudo. Ya dijimos en este mismo espacio que la mayoría de los aparatos regionales y provinciales –Castilla-La Mancha y Guadalajara entre ellos- están especialmente entregados a la tarea de cerrar el paso al regreso de Sánchez, de cuya corriente es cabeza visible en Guadalajara el portavoz en la capital. Esto explica las acusaciones mutuas de falta de lealtad y el secretismo de muchas reuniones. El trasfondo es la pugna abierta por el control del partido, que se traslada desde Ferraz hasta el último rincón del país. La dirección del PSOE guadalajareño no controla el Grupo Municipal de Guadalajara, y eso alienta los recelos y los enfrentamientos más o menos soterrados.

Pero el caso es que este es el panorama en la cocina del Ayuntamiento: Sandro Ruiz niega que tenga intención de presentar una moción para quitarle el bastón de mando a Román, pero no lo descarta en el futuro; mientras Daniel Jiménez asegura que esto no sólo es incierto sino que Ruiz ya le ha traslado una propuesta en este sentido. De fondo, subyacen las posibles zancadillas recibidas de su propio partido desde la calle Madrid.

En este punto caben dos opciones. O la cocina se apaga y Román ve allanado su camino hasta 2019 o de los fogones de la oposición acaba saliendo un potaje cuya digestión tendría consecuencias más allá de la Plaza Mayor.

Veremos, aunque es evidente que algo se cuece.