Recorrer la catedral de Sigüenza

Sigüenza es la joya de la corona del patrimonio histórico y artístico de la provincia de Guadalajara. También es el segundo destino turístico más visitado de Castilla-La Mancha, solo por detrás de Toledo. No es extraño. Las calles de la vieja Segontia –así llamaban a este lugar los romanos– son un museo al aire libre. No es un tópico, ni tampoco una mitificación del relato que pretende convertir este libro en una invitación a recorrer los rincones más sugestivos de esta tierra. Se trata de una realidad fácil de comprobar visitando su impresionante casco medieval, que luce espléndidamente gracias al respeto y el buen gusto en las tareas de conservación y restauración de la arquitectura tradicional.

El castillo de los Obispos de Sigüenza, del siglo XII, reconstruido a finales de los setenta y convertido en Parador Nacional de Turismo; un conjunto espectacular de iglesias románicas, entre las que sobresalen las de Santiago y San Vicente; y enclaves de notable valor artístico, como la Casa del Doncel, subyugan al visitante y permiten entender la historia grandilocuente de una población convertida en núcleo del Románico Rural de la provincia de Guadalajara.

Sin embargo, en el perfil de la Ciudad del Doncel destaca con especial relevancia la silueta de las torres de la catedral de Santa María la Mayor, patrona de esta villa. Porque Sigüenza es ciudad obispal desde el siglo VI, aunque el historiador y obispo fray Toribio Minguella sitúa su origen en el siglo IV. Sea como fuere, esta condición colma la honra de los seguntinos. Hay pocos habitantes más orgullosos de su pueblo que los seguntinos del suyo. Y motivos tienen de sobra.

La catedral seguntina hunde sus raíces en 1124, cuando el obispo Bernardo de Agén reconquistó la ciudad a los musulmanes, en tiempos del reinado de Doña Urraca, hija de Alfonso VI. Fue nombrado obispo en 1121 (antes de la conquista del lugar), por el arzobispo de Toledo, Bernardo de Sedirac, de la orden de Cluny. Posteriormente, las obras de la catedral quedaron a cargo de diferentes prelados, que imprimieron al edificio el sello personal de cada uno. La nave central, gótica del siglo XV, es de la misma época que las bóvedas de crucero, justo durante el tiempo en el que ejercía de obispo el futuro cardenal Mendoza.

Los especialistas subrayan las reminiscencias góticas en el interior del templo, además de las dos torres exteriores de la fachada principal, que otorgan al edificio un aspecto de fortaleza militar. Actualmente, la catedral de Sigüenza es un edificio en un óptimo estado de conservación que permite las visitas fuera del horario de culto. El viajero, además, puede aprovechar la ocasión para conocer el Museo Diocesano, situado justo enfrente del recinto catedralicio. Pío Baroja escribió en La nave de los locos: “Sigüenza, a lo lejos, con su caserío extenso, las dos torres grandes, almenadas, como de castillo, de la catedral, y su fortaleza en lo alto, le produjo a Alvarito gran afecto”.

Nota de los autores: Ahora que Sigüenza se posiciona para ser patrimonio de humanidad y se preparar para celebrar sus 900 años, con muchas propuestas y exposiciones que en verano confluyen, proponemos un viaje a la Ciudad del Doncel