Sigüenza, la joya de Guadalajara

Catedral de Sigüenza
Catedral de Sigüenza

Hace apenas unas horas finalizaban las fiestas seguntinas. Unas celebraciones patronales que, como es habitual, se han desarrollado durante una decena de días. A lo largo de estas jornadas, miles de personas han acudido a la Ciudad del Doncel. Pero los asistentes no sólo han disfrutado de actividades muy variadas. También se han deleitado con el patrimonio y la luenga historia que posee la localidad.

Se trata de un recorrido de decenas de siglos, que ha dejado una importante huella en este municipio. De hecho, existen rastros de la época cristiana, de la dominación árabe e –incluso– del Imperio Romano. Una riqueza que se debe valorizar y que ha conferido una gran exuberancia a la población.

La mayor parte de los monumentos conservados actualmente se edificaron a partir del siglo XII. Entre los más conocidos, la catedral y el castillo, que surgen como testigos mudos de tiempos pretéritos. “Desde la lejanía, ambos ejemplos imponen el equilibrio del urbanismo recostado [de la ciudad]”, describe el cronista provincial, Antonio Herrera Casado.

Estatua del Doncel en la Catedral de Sigüenza
Estatua del Doncel en la Catedral de Sigüenza

De hecho, cuando se llega al complejo catedralicio lo primero que llama la atención es su imponente portada. “En sus extremos tiene sendas torres almenadas, lo que le confiere ese aire de castillo medieval. Tres grandes puertas sobre el muro sirven de acceso al templo, en directo a cada una de sus naves. La más grande es la central, rematada por un relieve barroco de San Idelfonso”, describe Herrera Casado.

La construcción de la catedral comenzó en 1124. Y, a partir de ese momento, se fueron sucediendo sus estilos arquitectónicos. Entre sus elementos más interesantes, el altar de Santa Librada o el claustro, cuyos orígenes se enraízan en el siglo XII. Sin embargo, en el siglo XVI el obispo Bernardino López de Carvajal mandó construir uno nuevo, de sello renacentista, que es el que se contempla hoy en día.

“Con un proyecto de Alonso de Vozmediano, adosado al muro norte de la catedral, y ejecutando por los maestros canteros Fernando y Pedro de las Quejigas, Juan de la Gureña y Juan de las Pozas, este espacio se concluyó en un tiempo récord, pues tras comenzarse en 1505, en 1507 se daba ya por terminado, aunque en 1512 se pusieron las rejas y en 1515-17 se añadieran los arcos escarzanos”, dice el cronista provincial.

Sacristía de las Cabezas en la Catedral de Sigüenza
Sacristía de las Cabezas en la Catedral de Sigüenza

Mención aparte merece la sacristía de las cabezas, diseñada por Alonso de Covarrubias en el primer tercio del siglo XVI. “Cuando se abrió la girola que coronaba la cabecera de la catedral seguntina, el cabildo decidió construir un nuevo espacio, a lo grande, a lo maravilloso, donde sus excelencias se ataviaran para los ritos”, confirma Herrera.

Así surgió esta sacristía, que se constituye como una estancia de planta rectangular con diversos elementos de interés. En cualquier caso, dicho emplazamiento es conocido por la decoración de su techo. “Sobre la cornisa se inicia la gran bóveda, que es de un gran sentido clásico, de medio cañón, fragmentada en cuatro partes, en las cuales aparecen varios centenares de casetones circulares, equilibradamente alineados, ocupados por rosáceas y cabezas humanas”, se confirma en Sigüenza y alrededores.

Castillo de Sigüenza, hoy convertido en Parador Nacional de Turismo
Castillo de Sigüenza, hoy convertido en Parador Nacional de Turismo

Pero la riqueza de la localidad no finaliza en la catedral. Todo lo contrario. El otro elemento patrimonial de relevancia de la ciudad es el castillo, que se emplaza en lo más elevado de la urbe. La tradición indica que en ese mismo lugar hubo asentamientos celtíberos, romanos o visigodos. Empero, investigaciones recientes parecen desmentir esta teoría…
No obstante, regresando a la actual fortaleza, parece que fue levantada tras el periodo árabe, aunque fue continuamente remozada y ampliada, sirviendo de residencia a los señores y prelados seguntinos.
– Pero, ¿en qué consistieron dichas intervenciones en el complejo?

– Los siglos XIV al XVI fueron los de mayor esplendor de la fortaleza, pues al comienzo de ellos el obispo Girón de Cisneros construyó las dos torres del paramento norte, que hoy sirven de entrada –asegura Antonio Herrera Casado–. El Cardenal Mendoza también hizo importantes ampliaciones, mientras que en el XVIII el titular del señorío episcopal, Díaz de la Guerra, llevó a cabo algunas otras obras.

Sin embargo, no todo fue alegría durante la vida de este monumento. “Tras años de abandono, en los siglos XIX y XX casi alcanzó la ruina total”, confirma el cronista provincial. Pero a partir de 1972 fue reconstruido, restaurado y acondicionado con el fin de convertirse en Parador de Turismo, un uso que todavía se mantiene en el presente.

La totalidad del recinto está rodeado de un imponente muro almenado, que –a su vez– se encuentra jalonado por torreones de refuerzo. El acceso al interior se realiza a través de una barbacana, que da entrada a la puerta principal al complejo, que se encuentra protegida por dos torres gemelas, ya mencionadas.

Una vez en el vestíbulo, el caminante contará con varias opciones. Podrá dirigirse al patio central, donde tendrá la oportunidad de apoyarse en un antiguo pozo. También poseerá la oportunidad de recorrer los innumerables salones con los que cuenta el complejo. Incluso, si quiere, conocerá a la capilla o la torre de la Mariblanca, donde –según cuenta la leyenda– fue apresada la reina Blanca de Borbón…

Un monumento que, además de su relevancia histórica, también tiene una gran importancia urbana. “La presencia del castillo culminando la ciudad, con su silueta almenada y torreada, es lo que confiere a Sigüenza su neto carácter medieval”, subraya Antonio Herrera Casado.

Casa del Doncel
Casa del Doncel

Más allá de lo conocido…
Sin embargo, esta localidad es mucho más que su catedral y su fortaleza. Y para muestra, algunos de sus santuarios. Entre ellos, la iglesia de Santiago, un templo románico del siglo XII emplazado en la calle Mayor y que fue mandado construir por el prelado don Martín de Finojosa. “Era la época de efervescencia constructiva [del municipio], en la que los obispos, señores espirituales y temporales de la vieja ciudad, estaban decididos a impulsar su crecimiento, su habitabilidad y su esplendor”, asegura Antonio Herrera Casado.

Entre los elementos más interesantes de este santuario se encuentra su portada, definida por su “arco abocinado” en el que se distinguen diversas arquivoltas. Las mismas se apoyan en 14 columnillas –siete a cada lado–, coronadas en sus respectivos capiteles. “En el tímpano hay un relieve de Santiago, en busto renacentista, que se debió tallar a principios del siglo XVI”, confirma el cronista provincial.

El interior de la iglesia es de un gran interés. “Consiste en una sola nave con seis tramos, un coro a los pies, y la cabecera o presbiterio que se forma de un espacio cuadrangular con planta rectangular. Se cubre este ábside con crucería de sillar, descansando los nervios sobre haces de columnas situadas en las esquinas”, se explica en el libro Sigüenza y alrededores.

Pero lo más llamativo del monumento es su tamaño. “Ha habido quien ha pensado que por las dimensiones singulares y su amplitud pasmosa, Santiago sirvió –en sus primeros momentos– como lugar de celebración de los concejos abiertos de la ciudad”, explica Antonio Herrera.

En cualquier caso, este complejo sí fue el santuario del convento de clarisas que se instaló en las cercanías. “Después de la Guerra Civil, la mencionada comunidad de monjas se trasladó al edificio de Nuestra Señora de los Huertos, en la Alameda, quedando en ruina tanto Santiago como el complejo anejo, circunstancia ocasionada por la caída de bombas y el posterior abandono”, relata el cronista provincial. Sin embargo, el emplazamiento ha sido sometido a un magnífico trabajo de rehabilitación que le ha devuelto su esplendor de antaño.

Plaza Mayor de Sigüenza
Plaza Mayor de Sigüenza

De todas formas, el recorrido por la ciudad continúa. Un poco más allá, el viajero se topa con el santuario de San Vicente Mártir –patrón de la localidad–. “Esta iglesia, junto a la catedral y Santiago, forma el trío del mejor románico seguntino”. La entrada principal da fe de ello…

“El interior ha sido restaurado con paciencia y acierto. Su aspecto es románico pleno, aunque algunos detalles evidencian cierta tendencia al protogótico. Es curioso comprobar –se ve a simple vista– la irregularidad de la planta de este monumento, de una sola nave, ajustado a los otros edificios que le rodean”, relata Antonio Herrera Casado.

Más allá de las iglesias, también se deben mencionar los conventos existentes en la Ciudad del Doncel. Uno de los más relevantes es el de las ursulinas, emplazado al final de La Alameda. La fachada del lugar es barroca y en la misma se pueden distinguir “florituras del rococó, exageradas quizás, pero siempre amables y generadoras de luces y sombras con mucho arte”.

En este sentido, también se deben recorrer los monasterios de Nuestra Señora de los Huertos o de Jerónimo de La Solana; así como las ermitas de San Roque o del Humilladero. Ésta última se edificó en el último tercio del siglo XVI al otro lado de las murallas, en un cruce de caminos.

“Aunque inicialmente se pensó en un edificio abierto, en un templo techado pero sin muros, la verdad es que desde el primer momento se construyó un caserón de gruesas paredes y altura imponente”, describe el cronista provincial.

Sigüenza
Sigüenza

En lo relativo al patrimonio civil de Sigüenza, no se puede pasar por alto la Casa del Doncel. Se trata de una casona del siglo XVI, levantada sobre una anterior del XII. Entre sus dueños se encontraron los Vázquez de Arte, uno de cuyos descendientes –Martín– participó en la guerra de Granada, donde murió. Sus restos se encuentran enterrados en la catedral, siendo su sepulcro uno de los más relevantes del arte español del momento.

Por tanto, la riqueza patrimonial seguntina es digna de mención. Una relevancia que también se observa en el urbanismo de la ciudad, en el que destaca la calle Mayor. Se trató de la conexión entre las “dos viejas ciudades”. “Tras la «Reconquista», se creó tanto la «puebla alta», rodeando al castillo, como la «puebla baja», aparecida en torno a la naciente catedral. En la Baja Edad Media se unieron ambos núcleos, creando la verdadera Sigüenza”, explica Antonio Herrera Casado.

Este eje viario nace de la plaza Mayor, que se constituye como un espacio renacentista parcialmente soportalado. En uno de sus extremos se distingue el edificio consistorial. Y, enfrente, la catedral, representada mediante la «Torre del Gallo».

El impulsor de dicho espacio fue el cardenal y obispo seguntino Pedro González de Mendoza. “De 1492 fue la provisión episcopal mendocina en la que se ordenaba trasladar el mercado desde la plaza alta, donde tradicionalmente se celebró –hoy llamada Plazuela de la Cárcel– a este nuevo lugar frente a la catedral. En los primeros años del siglo XVI ya estaba el nuevo emplazamiento tal y como hoy lo vemos”, confirma el cronista provincial.

Por tanto, Sigüenza tiene mucho que ofrecer, más allá de sus fiestas. Historia y patrimonio se dan la mano, conformando –así– una localidad única. El caminante tiene la oportunidad de disfrutar de un municipio medieval en estado puro. Y a tan solo unos pocos kilómetros de Madrid. Por tanto, la Ciudad del Doncel bien merece una visita de varios días…

Una luenga historia

Torre del Gallo, catedral de Sigüenza
Torre del Gallo, catedral de Sigüenza

La Ciudad Mitrada cuenta con una gran trayectoria vital. La zona estuvo poblada desde antes de los romanos. “Sigüenza, el «oppidum» arévaco sitiado por Catón en el año 195 a.C., debió estar situado en el Cerro Villavieja, a tres kilómetros de la localidad actual”, aseguraba Juan Manuel Abascal Palazón en uno de sus trabajos.

De hecho, este emplazamiento contaba con una gran relevancia estratégica. “Si la ciudad, durante la época prerromana, estuvo situada en un importante lugar de paso desde el valle del Ebro hacia la Meseta a través del Jalón, en el periodo romano multiplicó sus funciones en este sentido”, añadía Abascal.

Tal fue la relevancia del asentamiento poblacional que, bajo el dominio de Roma, fue promocionado a municipio. Algo que ocurrió durante el periodo flavio. Sin embargo, “el nivel de rentas de sus habitantes no estaría a la altura de las necesidades que la ley imponía para ocupar las magistraturas, por lo que sólo algunos personajes llegados de fuera pudieron desempeñar los cargos y obtener la ciudadanía”, explicaba Abascal.

Por tanto, desde inicios del siglo I d.C. se instaló en la actual Sigüenza “una población foránea con una posición económica favorable”. La misma, “se encontró en un lugar privilegiado a la hora de asumir las funciones municipales”, señalaba Juan Manuel Abascal Palazón.

Más tarde, en la época visigoda, la localidad llegó a ser sede catedralicia. Sin embargo, la relevancia seguntina disminuyó con los árabes, en favor de Medinaceli (Soria). La plaza arriacense fue tomada por los cristianos durante el primer tercio del siglo XII. La conquista estuvo a cargo del obispo aquitano Bernardo de Agén.

Así, en 1146 se confirmó la donación regia de la ciudad a los prelados. “Con esta decisión real quedó puesta la piedra angular de un Señorío Episcopal, que duró cerca de siete siglos, hasta que Juan Díaz de la Guerra, en 1796, renunció a la jurisdicción señorial en beneficio de la Corona”, explicaba el investigador Adrián Blázquez Garbajosa.

Durante todos estos años, la ciudad vivió un gran crecimiento en todos los aspectos. “A medida que la repoblación de la comarca se consolidaba y que la vida administrativa y económica se desarrollaban, la población no pudo sino crecer”, confirmaba Blázquez. El municipio se constituyó como un enclave de atracción regional. De hecho, en el mismo se llegó a fundar una de las universidades históricas de Castilla, que estuvo en funcionamiento hasta el siglo XIX.

 

Algunos personajes ilustres atraídos por Sigüenza

D. Pedro González de Mendoza ( Cardenal Mendoza)
D. Pedro González de Mendoza ( Cardenal Mendoza)

La relevancia histórica de Sigüenza también se pudo observar en diversos acontecimientos, como en la visita de los Reyes Católicos. El evento tuvo lugar durante el otoño de 1487. “El 5 de noviembre, tras subir por la puerta de Guadalajara hasta la catedral, oyendo allí un solemne «Te Deum», los monarcas subieron hasta el gran castillo, acompañados por el señor de Sigüenza y obispo de la diócesis, Pedro González de Mendoza”, asegura Herrera Casado.

La totalidad de la comitiva permaneció en la ciudad hasta el 7 de noviembre de 1487. Ese día, Fernando de Aragón partió hacia Zaragoza, acompañado por su séquito. Sin embargo, Isabel I de Castilla permaneció una semana más en el lugar, junto a sus cortesanos.

Sin embargo, esta no fue la única presencia regia que vivió la ciudad serrana. Años antes, a mediados del siglo XIV, la reina Blanca de Borbón estuvo reclusa por orden de su esposo, Pedro I de Castilla, apelado «El Cruel». Permaneció presa durante cuatro años en la fortaleza de la localidad, acompañada por personal de su confianza.

“La leyenda dice que estuvo encerrada en un pequeño cuarto de la «Torre de doña Blanca», también conocida como «Torre de Mari-Blanca». Pero no se encontró confinada estrechamente en dicho lugar. La monarca pudo deambular por todo el complejo, incluso bajar a la ciudad, aunque sin salir de ella”, concluye el cronista provincial.

 

Bibliografía:
ABASCAL PALAZÓN, Juan Manuel. “En torno a la promoción jurídica de la Segontia de los Arévacos”, Gerión, 4, 1986.
BLÁZQUEZ GARBAJOSA, Adrián. “Sigüenza, una ciudad de señorío episcopal en la Edad Moderna. Instituciones, demografía, economía”, Studia histórica. Historia moderna, 5, 1987.
HERRERA CASADO, Antonio; MONÉS PONS, Isidre. Sigüenza y alrededores. Guadalajara: AACHE Ediciones, 2018.