Solanillos del Extremo, patrimonio natural

Una vez más, los ecosistemas toman el mando en la Alcarria. Nos encontramos en una comarca exuberante, en la que se combina –magistralmente– la fauna, la flora y la riqueza hídrica. Los bosques mediterráneos se entremezclan con espacios antropizados –debido a la práctica agraria– y con recursos acuáticos de relevancia. Sólo hay que dirigirse a los valles del Tajo o al embalse de Entrepeñas para comprobarlo. Una realidad que, además, se ve acompañada por villas históricas de un gran impacto. En la zona se emplazan Cifuentes, Brihuega, Budia, Trillo o Pareja. Todas ellas, con siglos de historia a sus espaldas. ¡Un lujo!

Sin embargo, esta variedad también se distingue en muchas localidades que –aunque más pequeñas– ofrecen al visitante unas alternativas propias de un destino turístico de primer orden. Es el caso de Solanillos del Extremo, un municipio de 87 vecinos –según los datos del último padrón municipal arrojados por el INE–, que se emplaza a pocos kilómetros tanto de Henche como de la villa cifontina. “Su terreno es ondulado y, en el mismo, destacan los cerros de las solanas Atalaya y el Alto Pino, y las lomas de Portillo y Valdecarnero. Lo bañan los arroyos Cañamares y Villar”, explican desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. En su término se inicia –asimismo– un vallejo que llega hasta Gualda.

De hecho, destacan varios de los parajes existentes en los alrededores del municipio. Entre ellos, la «Piedra del Castillo”», donde se emplaza una cueva que –según cuenta la leyenda– se comunica directamente con la fortaleza de Cifuentes. De igual forma, existen varias atalayas naturales –como la de «La Morra» o la del «Alto de la Cabeza»– desde las que el caminante disfruta de unas vistas espectaculares, que permiten divisar la totalidad de la comarca.

Además, en la localidad se suceden costumbres agrarias milenarias, que aún hoy se conservan. “Caminando por las tierras de Solanillos del Extremo, el visitante puede encontrarse numerosos viñedos, que permiten que los habitantes de este pueblo sigan realizando una de sus más antiguas tradiciones, «la elaboración de caldos»”. Una costumbre que ha pasado de padres a hijos y que “ellos mismos disfrutan en las antiguas bodegas”, donde se conserva el sabor y el aroma de esta práctica productiva milenaria”.

Pero los ecosistemas del entorno ofrecen muchas más cosas. “La rica y variada flora de estas tierras hace posible que se pueda degustar la mejor miel de la Alcarria, elaborada de forma artesana para disfrute de los paladares más exquisitos”. El visitante también contará con la posibilidad de degustar los quesos que se producen en estas tierras. “Pastos frescos que alimentan a las ovejas, que producirán la leche para la posterior manufactura quesera, cuyos productos –acompañados por los vinos del entorno– constituyen uno de los más deliciosos manjares que pueden degustarse en el lugar”, explican desde el Ayuntamiento.

Un luengo devenir
Sin embargo, la riqueza de Solanillos del Extremo también es histórica. Cuenta –en su haber– con varios siglos de trayectoria. Una circunstancia que se ha acabado reflejando en su denominación. “Lo primero que llama la atención al visitante es su curioso nombre, que se debe a que estas tierras se encontraban entre el límite entre España cristiana y la musulmana, durante la Edad Media”, explican los historiadores. Precisamente, el Medioevo pudo ser el momento en que se originó la localidad, tal y como se conoce en la actualidad.
Solanillos del Extremo perteneció al alfoz de Atienza tras la toma de la comarca por los cristianos –en torno al siglo XI–, formando parte del límite meridional de dicha jurisdicción.

“En 1478 pasó a integrarse en el señorío condal de los Silva, condes de Cifuentes, transmitiéndose –por lazos familiares– a la casa de los duques de Pastrana, y luego a la del Infantado”, explican fuentes consistoriales. La localidad permaneció bajo los designios de estos linajes hasta 1812, cuando –tras la aprobación de la Carta Magna liberal de Cádiz– se suprimieron los señoríos. En ese momento, el pueblo se estableció como Ayuntamiento constitucional.

Un luengo pasado que –a su vez– ha dejado su huella en el patrimonio monumental. Del mismo, destaca la iglesia parroquial, que se constituye como una obra del siglo XVI. “El exterior ofrece un aspecto de fortaleza y sencillez, con torre de cuatro cuerpos divididos por ligeras impostas, siendo los muros de sillar y sillarejo calizo”, explican los historiadores. El complejo preside la plaza Mayor, siendo su planta cruciforme. Además, cuenta “con una sola nave cubierta por bóveda con labores de yeserías, mostrando en algunos puntos dibujados cruces santiaguistas”.

En el interior se emplaza el altar mayor, de estilo barroco. “La entrada se resguarda por un pórtico o tejaroz que sostienen tres columnas toscanas y, la misma, se constituye como un arco semicircular adovelado, con la fecha de 1802 tallada en la piedra central, siendo éste el año de su última restauración”. Además, en la inscripción también se refiere que el templo tenía carácter de asilo. Eso es, que “cualquier perseguido por la justicia encontraría en ella refugio y no podría ser tomado con violencia por la autoridad”.

Pero los edificios religiosos de Solanillos del Extremo no finalizan aquí. Existen varias ermitas en la localidad, como la de Santa Bárbara o la de la Soledad. La primera se encuentra situada en el norte del municipio –en las eras–, junto a la carretera de acceso al pueblo. “Se trata de un edificio pequeño, de planta cuadrada y con puerta de arco de piedra de sillería, sobre el muro sur. Recientemente ha sido restaurada y se ha colocado un sencillo porche con dos columnas”, relatan desde el Consistorio.

El oratorio de la Soledad, en cambio, se emplaza al sur del municipio, junto a la carretera que llega desde Henche. El complejo se halla adosado al cementerio. “Es un edificio de planta alargada con puerta de acceso sobre el muro norte y hornacina, con espadaña en el muro de poniente, mientras que en el de levante se distingue un ábside semicircular con contrafuertes”, describen los historiadores.

Pero más allá de templos y santuarios, también es muy rica la arquitectura civil del pueblo, en la que destacan las viviendas –típicamente alcarreñas–, el Ayuntamiento o la trama urbana del lugar. Asimismo, “por las calles y plazas se encuentran repartidas múltiples bodegas particulares, un buen lugar de reunión de amigos y familiares”, confirman fuentes municipales.

Por tanto, Solanillos del Extremo conjuga todos los valores inherentes a la Alcarria. El visitante tendrá la oportunidad de disfrutar de una notable riqueza natural, en la que se combinan los ecosistemas mediterráneos con el aprovechamiento hídrico y la explotación agraria sostenible, que genera productos de una gran calidad. Además, el caminante también podrá respirar la historia del lugar, a través de los monumentos de la población.

¡No te la puedes perder!