“No hay buen reportaje sin una buena comida”. Así terminó el pasado sábado su crónica Bru Rovira desde Driebes en A vivir que son dos días. El matinal del fin de semana de la SER emitió un interesante reportaje sobre el impacto que el hallazgo de la ciudad romana de Caraca ha tenido en un pueblo al pie del Tajo y de apenas 400 habitantes.
Bru Rovira es un excelente periodista con décadas de experiencia en todos los continentes, especialmente, en África. Cultiva el periodismo de segunda velocidad y su trabajo es sinónimo de rigor. Le gusta dar voz a personajes anónimos que contienen pequeñas y valiosas historias. Y en Driebes no dio voz a los profesores que han permitido dar con Caraca, pero sí habló con los hermanos Zorita -propietarios de los terrenos en los que subyace Caraca-, con varios labriegos de los contornos, un historiador local y multitud de vecinos comiendo alrededor de un cocido. Honestamente, y lo digo desde la admiración a quien considero un referente del reporterismo, la cosa sonó más a Crónicas de un pueblo que a Redes.
Driebes no es, como dijo Bru Rovira, “uno de esos pueblos que se mueren si nadie hace nada”. Es un municipio pequeño, pero con un censo superior al de la mayoría de las localidades de la provincia y enclavado a poco más de una hora de Madrid y en plena Alcarria Baja, una de las comarcas más dinámicas de Guadalajara. Driebes sí es, evidentemente, una población cuyos habitantes fantasean con las posibilidades que plantea Caraca: turismo, empleo, actividad económica…
El interés de los medios de comunicación y la efervescencia que ha despertado el descubrimiento –no había más que ver el jueves pasado la asistencia desbordante al acto de presentación, que hoy se repite, en el Museo Provincial- tienen la virtud de proyectar una imagen positiva de una tierra, Guadalajara, que suele ser noticia nacional por acontecimientos desagradables. Pero el reverso de la moneda es desenfocar el objetivo hasta el punto de confundir prioridades. Y la prioridad absoluta es, o debería ser, dejar trabajar a los especialistas.
Caraca es ahora mismo un hallazgo al que se ha llegado mediante las técnicas de georradar, fruto de la pericia de un equipo de trabajo liderado por los arqueólogos de la Uned Emilio Gamo y Javier Fernández. No es aún una ciudad romana, ni una realidad empírica. Queda por hacer, por tanto, un ingente trabajo de investigación y de excavaciones que, en teoría, deberían permitir que debajo del cerro de la Virgen de la Muela aflorara la ciudad romana de Caraca. El asunto, por tanto, presenta una doble vertiente: la científica y la que incumbe al futuro y las ensoñaciones (lógicas) del Ayuntamiento de Driebes y los vecinos del pueblo.
La Junta de Castilla-La Mancha ya ha confirmado que adelantará las subvenciones para que los trabajos en Caraca arranquen en verano. Es una excelente noticia, aunque habrá que esperar a la cantidad que se destine finalmente. A la luz de los datos de los investigadores, el hallazgo supone la eclosión de la primera ciudad romana en la provincia de Guadalajara. Un tesoro extraordinariamente valioso que plantea un reto formidable a los profesionales que excavarán los terrenos en los que se ha localizado.
Pero Caraca es, por ahora, una baza de futuro para Driebes y para toda Guadalajara. De ahí la importancia de respetar los tiempos de los arqueólogos, aquilatar los trabajos, sopesar con calma las investigaciones y dotar el proyecto con recursos suficientes. Lo primero: abordar el yacimiento de Caraca. Ya habrá tiempo después para convertirlo en un parque temático.
Periodista. El Espanyol es mi tormento y los Ribera del Duero, mi debilidad. «Cultura, justicia, libertad» (Azaña).