Francisco de Segura, el Alférez de Atienza: Entre la espada y el romance

Francisco de Segura, el alférez de Atienza. Entre la espada y el romance
Francisco de Segura, el alférez de Atienza. Entre la espada y el romance

Es Juan Francisco de Segura uno de esos curiosos personajes que surgen en la historia de Atienza y que permaneció durante algún tiempo en el anonimato literario puesto que Segura pertenece al mundo literario del Siglo de Oro; época en la que se codeó con las más grandes figuras de la época, entre las que destacan Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo o Lope de Vega. E incluso algunos estudiosos lo dan como autor, o cuando menos conocedor, del famoso Quijote de Avellaneda.

Está claro, a juicio de quienes han estudiado su obra, tanto creativa como recopilatoria de romances, e incluso editorial, que tuvo cierta participación en obras de Quevedo, Cervantes o Lope de Vega, y por supuesto de Salas de Barbadillo, quien publicó alguna de sus obras, especialmente La Hija de Celestina, a través de nuestro paisano.

Cuenta José María Alín en: De las seguidillas a las seguidillas seriadas:

Francisco de Segura era de Atienza, en donde había nacido en 1569, hijo de padres toledanos. Parece que, como soldado, pasó lo mejor de su juventud en Portugal, de donde salió en 1594. Años más tarde, en 1601, nos lo encontramos como Alférez en la Casa Real de la Aljafarería de Zaragoza, según consta en un opúsculo suyo de ese mismo año en el que publica cuatro romances dedicados a la milagrosa campana de Velilla.

No fue sin embargo el Alférez Segura poeta de altos vuelos, aunque alguna vez nos lo encontramos figurando al lado nada menos que de Lope de Vega. La verdadera importancia del atencino nos la encontramos en su faceta de colector.

Con Miguel de Cervantes, Lope de Vega y Francisco de Quevedo se codeó Francisco de Segura
Con Miguel de Cervantes, Lope de Vega y Francisco de Quevedo se codeó Francisco de Segura

Recientemente ha sido hallado por nuestro amigo y estudioso del romancero, José Julián Labrador, un texto inédito de Francisco de Segura, que pasó gran parte de su vida entre Portugal y Zaragoza, y no perdió la ocasión de servir a alguno de nuestros paisanos, entre ellos al capitán Juan Bravo de Lagunas, originario igualmente de Atienza, y a quien dedicó una de sus más destacadas obras, Los Sagrados Mysterios del Rosario de Nuestra Señora:

Ratos hurtados son los que te ofrezco, los quales quise aprovechar después de haber cumplido con la obligación del hábito, casi espoleado, por mejor decir, animado de un tal capitán… La música del no menos valiente que virtuoso Joan Bravo de Lagunas me fue en los oídos de tal consonancia, y su disciplina de tal aprovechamiento, que me determiné a mostrarte que me bastaba el ser su súbdito y humilde soldado para emprender esta obra…

Tal vez uno de sus trabajos más logrados pudiera ser su relato del misterio de la campana de Velilla. Relato que toma nuestro paisano tanto de la leyenda, como de lo contado por los vecinos del lugar, dando cuenta de que el 13 de junio de 1601 a las siete de la mañana se empezó a tocar ella de suyo la campana, y después de varios días, volvió a tocarse, digamos… testigos más de cien almas…

Que jamás la de Vililla
no se ha tocado de valde.
Cuando Don Alonso el Quinto,
de Aragón fue sobre Nápoles,
y se perdió, es cosa clara,
que hizo dello muestras grandes;
y cuando el justo Maestre Pila
murió, muy claro se sabe
que dos veces se tocó.
Mira si debe burlarse.
Cuando murió Carlos Quinto,
y cuando don Juan en Flandes,
y cuando fue sobre Africa
el gran portugués galante;
cuando murió nuestra reina
que en España hizo las paces.
Y cuando la reina Ana
hizo a los cielos el viaje.
Pudiera deciros más,
pero lo dicho ya baste.

Atienza siempre estuvo presente en la obra de Francisco de Segura
Atienza siempre estuvo presente en la obra de Francisco de Segura

Su Primavera y flor de los mejores romances que han salido ahora nuevamente recogidos de varios poetas, lo dirigió y dedicó a Lope de Vega en 1634. Y con anterioridad había dedicado a otro de los grandes literatos portugueses, Duarte Días, otra de sus grandes obras, parte de su Romancero historiado, dedicado a Portugal:

He querido dedicar a este Reyno el aver dado al mundo al excelente poeta Duarte Núñez Lusitano, el qual con maravilloso estilo escribió un poema heroico en que trató la restauración de Granada por los Católicos Reyes Doña Isabel y Don Fernando, de gloriosa memoria; y no es mucho que, pues uvo un portugués que cantase proezas de castellanos, que aya otro castellano que cante agora proezas de portugueses…

Antonio Rodríguez Moñino nos da cuenta de algunos aspectos más en torno a nuestro ilustre paisano:

A diferencia de lo que ocurre con tantos colectores y análogos de los siglos de oro, la biografía de Francisco de Segura ofrece algunos asideros sólidos de los cuales prende un tenue esbozo biográfico. Por propia confesión sabemos casi todo, y, entre ello, su patria y el año de su nacimiento: hijo de padres toledanos vino al mundo en Atienza en 1569.

Casi niño le vemos en Punta Delgada, capital de la Isla de San Miguel, donde fue herido; parece poco probable que a los trece años y medio tomase parte en los combates, alistado bajo las banderas de don Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, donde conoció a Miguel de Cervantes, igualmente alistado a las órdenes de Alvaro de Bazán, pues así se desprende de un párrafo suyo, en el cual se expresa del modo siguiente, al hacer hincapié en su amor hacía Portugal y los portugueses:

…lo mejor de mis años lo pasé entre ellos, que fue desde los trece y medio, que quedé herido en Punta Delgada, ciudad cabeza de la isla de San Miguel; de la Batalla Naval que tuvo el valentísimo Marqués de Santa Cruz, con la Armada de Felipe Strocci, hasta el año de noventa y cuatro, que salí della con licencia de mi Rey.

En la Aljafería de Zaragoza concluyó su obra poética el atencino Francisco de Segura
En la Aljafería de Zaragoza concluyó su obra poética el atencino Francisco de Segura

Probablemente pasó destinado a tierras aragonesas a fines del siglo XVI y en 1601 ya estaba de Alférez en la Casa Real de la Aljafería de Zaragoza, pues con tal título aparece en un opúsculo de dieciséis páginas en el cual incluye cuatro romances dedicados a los milagrosos tañidos de la famosa campana de Velilla, especialmente al toque comenzado a las siete de la mañana del 13 de junio de 1601 anteriormente reseñado. Es casi seguro que tuviese tal papel más de una edición, probablemente zaragozana la primera, pero la que ha llegado a nuestras manos es granadina.

Durante ese mismo año concluyó la obra de más altos vuelos y extensión: Los sagrados misterios del Rosario de Nuestra Señora, estampada en 1602, con licencias a partir de febrero y dedicatoria a la esposa del famoso valido don Pedro Franqueza, suscrita el 5 de agosto. Del que se nos dice:

Parece que los aprobantes encontraron mejor el libro que quienes lo hemos leído modernamente, pues los ditirambos fluyen en los sonetos apologéticos que le tributan el capitán de Infantería Juan Bravo de Lagunas, Doña Isabel Alvarez (esposa del auditor de guerra del Reino de Aragón), el famoso Andrés Rey de Artieda o el Barón de Clamosa Don Martín de Bolea y Castro.

Aunque no ha llegado ningún ejemplar a nuestras manos, no podemos dudar de la existencia de un libro importante dentro de la propagación del llamado romancero nuevo. Desde la portada manifiesta el alférez Segura que es natural de la villa de Atienza y soldado del capitán Juan Bravo de Lagunas, y que el volumen se presenta no solo con obra propia sino con algunos romances agenos. En la portada de los libros que hemos visto de su autoría, siempre presume de su naturaleza. De haber nacido en Atienza.

Las calles de Atienza vivieron los primeros pasos de uno de los más significativos autores del romancero del Siglo de Oro
Las calles de Atienza vivieron los primeros pasos de uno de los más significativos autores del romancero del Siglo de Oro

Todavía ha de salir dos veces más en el año 1605 el nombre del Alférez Segura en letras de molde y ambas en preliminares de libros ajenos. Será en El solitario poeta, curioso y poco leído libro de Alonso de la Sierra, donde escribe unas estancias, y para el Discurso, epístolas y epigramas de Artemidoro, donde Andrés Rey de Artieda recoge lo principal de su obra lírica, un soneto laudatorio, pruebas ambas de que era estimado comúnmente de los poetas zaragozanos. Y que su nombre traspasaba los límites de Castilla.

Es muy probable que volviese a Portugal nuestro escritor durante algún tiempo, puesto que en Lisboa, el 9 de noviembre de 1609, firma la dedicatoria a don Miguel de Noronha, Conde de Linares, de la Primera parte del romancero historiado, en el cual trata de los hechos de los reyes portugueses.

Tiene interés biográfico el prólogo Aos lectores, del cual hemos extraído ya las noticias relativas a padres, fecha de nacimiento, jornada de las Terceras y amor por los portugueses, y en donde señala que la gratitud que siente por las atenciones que con él tuvieron sus jefes, el Conde de Villafranca, y Gonzalo Vaz Coutinho, le han movido a componer este Romancero.

La estancia de Segura en Lisboa no debió ser muy prolongada y sus actividades en Zaragoza cuentan, como hemos visto, de nuevo en 1611. Hallamos en el siguiente año un testimonio que le profesó un escritor de los más conocidos en la Corte, el cual a consecuencia de riña, escándalo y cuchilladas, se vio desterrado de Madrid, y residió algunos meses en Zaragoza: Jerónimo de Salas Barbadillo. Tal intimidad tuvieron que le dejó muchos de sus originales literarios:

Pasando a Cataluña Alonso Gerónimo de Salas Barbadillo por esta ciudad de Zaragoza, con quien en fe de ser todos una patria, y nacido en ese reino de Toledo, profesé estrecha amistad, dejó en mi poder por prenda de voluntad algunos de los más felices trabajos de su ingenio, y entre ellos esta sutil novela de la hija de Celestina…

Pero Segura tenía también obra propia en el telar por aquellos entonces, y en 1613 aparece el Rosario sacratísimo de la serenísima Reina de los Angeles. Los biógrafos lo mencionan cómo de 1614 y en Lisboa aparece poco después una nueva edición del Romancero historiado, sin que nadie la cite con ejemplar a la vista.

Estos son los antecedentes bibliográficos de la obra de Francisco de Segura, no reimpresa desde 1659. Su papel es importante, primero como contribución a las últimas salidas del romancero nuevo y más tarde apoyando el brote lírico de Pedro Arias Pérez.

Su obra literaria ha sido estudiada en el último siglo por los más grandes de la literatura hispana, desde Menéndez Pelayo a Menéndez Pida, o Serrano Sanz, o Catalina García, o Layna Serrano.

Pasó a la historia como El Alférez de Atienza, pues así firmó muchos de sus trabajos. Dando cuenta en todas sus obras de que en Atienza se encontró su cuna. Y su nombre, y su obra, está a la altura de los mejores, y escasos, literatos que ha dado la provincia al Siglo de Oro. Digno nombre, el de un literato de su reconocimiento, prestigio y autoridad, para rotular la entrada de cualquier biblioteca municipal que preciarse quiera.

Francisco de Segura, el “Alférez de Atienza”, nació en la villa de Atienza (Guadalajara), en 1569. Murió en Zaragoza, después de 1620.

Por Tomás Gismera Velasco