Guadalajara también tiene volcanes

Cuando pensamos en territorios volcánicos, nuestra mente vuela –automáticamente– a las Canarias. Sobre todo, tras la erupción del Tajogaite, acaecida en La Palma entre el 19 de septiembre y el 13 de diciembre de 2021. Sin embargo, existen otros puntos en España con afloramientos ígneos, aunque no presenten –en la actualidad– actividad magmática alguna. Quizá, los más conocidos se encuentran en el Cabo de Gata –Almería–, en Olot –provincia de Gerona–, en el Campo de Calatrava –situado en el centro de Ciudad Real– o en las Columbretes, un archipiélago ubicado frente a Oropesa del Mar, dentro de los límites de Castellón de la Plana.

Otro de los lugares de este tipo –que se alza como uno de los más desconocidos del país– se asienta en el norte de la provincia de Guadalajara, en las cercanías de la villa de Atienza. Más concretamente, se domicilia entre los términos municipales de La Miñosa y de Miedes. Allí se pueden conocer una serie de cerros volcánicos, donde existen afloramientos de andesita, una antigua roca magmática.

Estas apariciones son el resultado de la combinación de erupciones pretéritas con una fuerte actividad sísmica generada –también– hace miles de años, entre los periodos Pérmico y Triásico. Pero, ¿por qué dichos casos sólo se distinguen aquí y no en otros puntos de la Serranía arriacense? Los movimientos de plegamiento terrestre propiciaron la aparición de determinados elementos volcánicos que, hasta ese momento, se habían mantenido ocultos bajo el subsuelo. Algo que ocurrió sólo en algunos lugares. Es lo que ocurrió en el término municipal de La Miñosa, en las cercanías de la pedanía de Cañamares.
Bajo este contexto, dicho espacio se considera Microrreserva desde el 13 de marzo de 2002. Una consideración que se extiende a lo largo de 97,03 hectáreas y que se produjo “al constituir un lugar de interés geológico de importancia regional y por presentar las únicas poblaciones de la especie del «Geranio del Paular» en Castilla–La Mancha”, explican desde la Consejería de Desarrollo Sostenible, encargada de la gestión del sitio.

Esta especie florística es muy relevante, ya que –por lo restringido de su distribución– se encuentra incluida dentro de la categoría de «En Peligro», según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sus poblaciones “muestran una gran especificidad en cuanto a los requerimientos de sustrato, vegetando sobre afloramientos volcánicos de andesitas”. Esta circunstancia hace que dichas comunidades “delimiten –en conjunto– un área que coincide con la superficie ocupada por los surgimientos ígneos de La Miñosa”.

Esta planta se observa en muy pocos emplazamientos peninsulares. Las primeras observaciones se describieron en la localidad madrileña de Pinilla del Valle. Sin embargo, a partir de 1995 comenzaron a hallarse poblaciones ejemplares en las proximidades de Cañamares. “Las poblaciones castellanomanchegos del «Erodium paularense» comprenden alrededor de 70.000 individuos, lo que supone el 80% de la población mundial conocida del referido taxón”, indican desde el Gobierno regional. “Dichas poblaciones están formadas por más de 20 núcleos, lo que da una idea de su estado de fragmentación, presentando un proceso de envejecimiento, con problemas de regeneración de nuevos individuos”, comentan los especialistas.

Un lugar de relevancia
Pero la riqueza de este espacio no queda aquí. Todo lo contrario. “Dentro de esta misma zona se pueden encontrar representaciones de comunidades rupícolas no nitrófilas”. Por tanto, esta Microrreserva tiene una gran trascendencia florística y faunística. Sin embargo, sigue predominando el impacto de lo geológico. “La importancia de sus afloramientos volcánicos se debe a la información que propician a la hora de interpretar la evolución de la cuenca pérmica y triásica, posibilitando la interpretación paleográfica del entorno y aportando información sobre la evolución geológica en el ámbito del Sistema Central”, explican desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha.

Así, la relevancia de los valores geológicos y florísticos de este enclave han impulsado a que la zona haya sido protegida como Microrreserva. Gracias a esta consideración, se pretende garantizar “la conservación del suelo, de la flora y la fauna, así como la estructura, dinámica y funcionalidad de sus respectivos ecosistemas, con especial atención al «Geranio del Paular»”, explican desde la Consejería de Desarrollo Sostenible. También se anhelaba estimular la investigación aplicada a la conservación de la naturaleza, al tiempo que se promovía la “divulgación de las actuaciones realizadas para la conservación del espacio”.

De hecho, el decreto de establecimiento de la Microrreserva favorecía el establecimiento de campañas informativas dirigidas a “organismos públicos, privados y sectores sociales del territorio”, con el fin de destacar “la importancia de la conservación del emplazamiento”. Incluso, se preveían “cursos de formación orientados a los agentes medioambientales”, sin olvidar la promoción de “la participación del voluntariado ambiental para contribuir a las labores de la conservación de las especies del lugar”. Sobre todo, del «Geranio del Paular». Empero, se han de intensificar estas propuestas, para concienciar de la relevancia de esta Microrreserva.

No obstante, se han dado pasos muy positivos para divulgar los valores de este espacio. Desde hace unos años, es visitable por el público en general, existiendo diversos paneles informativos en los que se exponen los datos del recinto. Además, se pueden realizar rutas senderistas desde la próxima localidad de Cañamares. Incluso, la Microrreserva se encuentra a muy poca distancia de la carretera CM–110, que conecta la mencionada pedanía con Somolinos. Así, esta área natural puede ser visitada con facilidad.

En esta misma línea, son permitidas algunas alternativas en el enclave. Entre ellas, y sujetas a previa autorización, se encuentran “las actividades recreativas y aquellas que puedan generar concentraciones de personas, en condiciones que garanticen la ausencia de daños a los recursos naturales”, explican desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. Dichas propuestas se pueden realizar sin mayores problemas, con el fin de promocionar la relevancia de los valores geológicos, florísticos y faunísticos del lugar. ¡Todo un lujo!

Gracias a ello, se anhela dar a conocer y concienciar sobre la importancia de uno de los afloramientos volcánicos más desconocidos de España. Un emplazamiento que se encuentra al norte de la provincia de Guadalajara, entre los términos municipales de La Miñosa y Miedes de Atienza. Se trata de un espacio que no sólo es destacable por su geología. También por contener el 80% de la población mundial del «Geranio del Paular», una especie calificada como «En Peligro», por parte de la UICN. En consecuencia, la zona ha de continuar protegida, a la vez que sus valores deben ser divulgados entre la ciudadanía, ya que todo lo que se conoce se acaba apreciando. Como dijo el escritor, filósofo, botánico y naturalista Jean-Jacques Rousseau:

«Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza»