Guadalajara, tierra de cañadas

Pastor con ovejas
Pastor con ovejas

Son las grandes desconocidas de nuestro país. Muchos las hemos recorrido a pie, en bicicleta o en coche. Pero muy pocos conocen su importancia histórica, ganadera y ecológica. Eran las autovías que –hasta no hace tanto– vertebraban la Península Ibérica. Se constituían como unas vías de comunicación de primer orden. Hablo de las cañadas reales, unos caminos creados en el siglo XIII por mandato regio y que, desde un principio, atravesaron la actual provincia de Guadalajara.

Sin embargo, ¿en qué consisten dichas calzadas? Son las vías cuyo uso principal y tradicional les pertenece a los rebaños trashumantes, aquellos que se trasladan entre las dehesas invernales y las de estío, buscando mejores pastos. El origen de estas infraestructuras viene de lejos, de la época de Alfonso X El Sabio. Fue este monarca quien, en 1273, las reguló mediante un edicto real. Buscaba ordenar y proteger aquellos caminos que, por su tradición, eran empleados por el mencionado ganado.

Cañada Real Soriana Oriental en las cercanías de Berninches
Cañada Real Soriana Oriental en las cercanías de Berninches

Por ello, estas «carreteras ecológicas» debían tener unas medidas concretas. En torno a 90 varas castellanas –unos 72,22 metros– de anchura, así como recorridos largos, de centenares de kilómetros. Como curiosidad, sus trayectos –por lo general– iban de norte a sur, aunque sin desatender los problemas que, por la orografía u otros accidentes geográficos, pudieran afectar a su trazado. En cualquier caso, por Guadalajara hay localizadas varias de estas vías. Entre las más conocidas, la Real Soriana y la Riojana, también nombrada como Galiana.

Sin embargo, las cañadas reales no son los únicos pasos ganaderos que atraviesan la provincia. Existen otras variedades. También hay cordeles –cuyo ancho no puede exceder los 37,5 metros–, veredas –de no más de 20 metros– o coladas, en las que su amplitud es variable. En total, contando todas estas tipologías, por el espacio arriacense existen 2.835 kilómetros de estos caminos, alcanzando una superficie de 11.359 hectáreas, según datos facilitados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Por tanto, la importancia de dicha realidad es muy relevante.  Y lo es desde el punto de vista histórico y ambiental. “Ahora mismo, estas calzadas representan un reservorio de la biodiversidad”, asegura Augusto Barcenilla, presidente de Ecologistas en Acción Guadalajara. “Hay muchas zonas donde el único vestigio de la antigua vegetación que existía está en las vías pecuarias”, añade.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. “Los usos ganaderos […] han perdido fuelle durante las últimas décadas, debido a la menor vigencia de la trashumancia. Desde comienzos de la Edad Contemporánea se advierte un declive rápido de la trashumancia –que se agudiza con la abolición de la Mesta (1836) y con la desamortización comunal (1855)–, y, consiguientemente, un menor uso de estas vías”, se afirma en la exposición de motivos de la Ley nacional 3/1995, de 23 de marzo, reguladora de las referidas calzadas.

Una situación que, en palabras del legislador, “no obsta para que, si bien cada vez más relegada, subsista en nuestros días la trashumancia a pie, en coexistencia con otros desplazamientos viarios más cortos entre provincias o comarcas colindantes (trasterminancia), o entre pastos y rastrojeras de un mismo término municipal”. “[Además, estos caminos] también han de ser considerados como auténticos «corredores ecológicos», esenciales para la migración, la distribución geográfica y el intercambio genético de las especies silvestres”, corrobora la ley 3/1995, de 23 de marzo.

Por todo ello, legalmente se ha querido reconocer la importancia de dichas «infraestructuras naturales». “Son bienes de dominio público de las Comunidades Autónomas y, en consecuencia, inalienables, imprescriptibles e inembargables”, señalan tanto la normativa nacional como la regional, condensada en la ley 9/2003, de 20 de marzo.

“Por ello, cuando la sociedad actual ha generado una gran sensibilidad ante los procesos ecológicos y demanda espacios naturales para su ocio y recreo, las vías pecuarias [también] son una herramienta imprescindible para lograr el bienestar a que aspira, obligando a los poderes públicos, no sólo a su defensa y conservación, sino también a su restauración y rehabilitación”, añade la legislación de Castilla-La Mancha.

Ganado por una cañada
Ganado por una cañada

¿Una buena conservación?
Sin embargo, ¿en qué estado se hallan las vías pecuarias arriacenses? “Hay algunas que se encuentran en muy malas condiciones, al estar invadidas tanto por particulares como por organismos oficiales, a través de infraestructuras”, denuncia Augusto Barcenilla, de Ecologistas en Acción. “Y las que todavía están bien, no se cuidan como se merecen”, añade.

Una postura que es compartida por WWF-España. “Se observa un alto riesgo de desaparición”, corrobora Celsa Peiteado, coordinadora de Política Agraria y Desarrollo Rural de dicha entidad ambientalista. “De los miles de kilómetros que existían inicialmente en nuestro país, muchos han desaparecido, al ocuparse ilegalmente por cultivos y construcciones”, describe.

Algunos expertos en la materia también muestran su preocupación al respecto. Es el caso del investigador César Gonzalo. “Las vías pecuarias se encuentran olvidadas, abandonadas y, lo que es peor, desconocidas por la gente”, critica. Algo más optimista se muestra Antonio Ruiz, abogado y consultor jurídico ambiental. “Están en una situación adecuada, aunque podría ser mejorable. Si tuviera que ponerlas una nota, estaría en el seis”, explica.

“La normativa jurídica es técnicamente apropiada y  es una buena herramienta para conservar este patrimonio común”, indica Ruiz. “La ley nos permitió seguir hablando de unos bienes de dominio público que están al servicio de la sociedad. En definitiva, posibilitó la conservación de las cañadas no sólo para la ganadería extensiva, sino para su uso y disfrute por parte de la ciudadanía”, analiza. “Pero una cosa es tener una buena normativa y otra muy distinta es gestionarla para que se pueda cumplir. Es aquí donde existe margen de mejora. Siempre faltan recursos económicos o materiales en las Comunidades Autónomas para ello”, añade el jurista.

Cañada Real Soriana Oriental
Cañada Real Soriana Oriental

Las soluciones
Ante estas circunstancias, Antonio Ruiz lanza varias ideas para acercar la legalidad a la realidad. Entre ellas, propone “dar cauce” a los ayuntamientos en los trabajos de conservación de estas vías. “Así se podrían evitar algunas usurpaciones”, explica, ya que, gracias a los Consistorios –como institución más cercana al ciudadano–, habría una vigilancia más eficaz sobre el terreno.

A esta propuesta se unen otras iniciativas. Tanto el coordinador provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Santos López, como el presidente de Ecologistas en Acción Guadalajara, Augusto Barcenilla, coinciden en su diagnóstico. Hablan, en primer lugar, de clasificar todas las vías pecuarias. Tras ello, se debería proceder a su deslinde o identificación de su anchura y de los lugares que atraviesan estos caminos. Y, una vez cumplimentados estos pasos previos, se debería proceder a su amojonamiento.

López Tabernero reconoce que estas etapas, en su conjunto, se constituyen como “un proceso largo”. Por ello, no se ha podido actuar sobre todos los casos existentes en la provincia. “No tenemos tantas cañadas amojonadas. Que sepa yo, sí lo está la Real Soriana entre Sigüenza y Atienza”, asegura. De hecho, éste es un  procedimiento  costoso, en el que se han realizar diversos trabajos de investigación, de contacto con propietarios y de señalización.

En cualquier caso, desde diferentes sectores apremian a la Junta de Comunidades a que se ponga manos a la obra. “La Administración tiene que poner al día las vías pecuarias, aunque es cierto que se trata de un trabajo que lleva mucho tiempo. No se hace de un día para otro”, indica el investigador César Gonzalo. Precisamente por ello, solicita que –desde Toledo– no se olviden de este asunto. Debe ser abordado cuanto antes.

Por el momento, desde el Gobierno de Castilla-La Mancha están implementando medidas de control para evitar nuevas  invasiones de estas calzadas. “Estamos vigilando las cañadas. No queremos que sean ocupadas por quiénes no tengan autorización para ello”, confirma Santos López. “En un futuro, si la situación económica lo permite, estaría fenomenal seguir amojonándolas”, señala.

La importancia del uso
Pero imaginemos que se reúnen los fondos y los medios necesarios para que estas grandes autopistas naturales puedan ser definidas y amojonadas. Sería una gran noticia. Magnífica. Sin embargo, el proceso no podría concluir aquí. Habría que revitalizarlas. Pero, ¿cómo se conseguiría esto? Asegurando que los mencionados caminos vuelvan a tener vida.

Legalmente, los rebaños trashumantes tienen la prioridad en las cañadas. Pero, como se ha visto, esta actividad no está pasando por su mejor momento. “La desaparición de la cabaña extensiva en España es una constante”, denuncia Celsa Peiteado. “Se trata de un círculo vicioso. Cuanto peor está una vía pecuaria, más difícil lo tiene el ganadero para trabajar. Y si este profesional acaba abandonando su oficio, el estado del camino se deteriora más”, añade.
– Y en la provincia de Guadalajara, ¿estaría ocurriendo lo mismo?-, pregunta el periodista.

– La trashumancia prácticamente ya no existe –responde Santos López Tabernero, coordinador provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural-. Queda algo testimonial en la zona del Alto Tajo.

– Todavía pueden encontrarse algunos rebaños, sobre todo en los Montes de León y en la zona del Guadalaviar, en Teruel –explica César Gonzalo-. En nuestra provincia, sin embargo, son más escasos estos ejemplos. Hace tres o cuatro años en Orea se mantenían seis pastores trashumantes en activo…

Ante esta situación, se debe abrir el abanico. “Hay que dar un uso a estos caminos. No sólo como banco de especies o ganadero. También lúdico, a través del ciclismo o el senderismo”, proponen desde Ecologistas en Acción. “Se deben estimular actividades alternativas, compatibles con la actividad ganadera”, coincide Celsa Peiteado, de WWF. Además, la legislación vigente permite estas ideas, “siempre que no interrumpan el paso ganadero”.

Sin embargo, no todo vale. Hay que tener cuidado a la hora de dar usos a estas infraestructuras. Y un ejemplo es la cañada real Galiana –o Riojana– a su paso por Guadalajara capital, donde en su día se instalaron diferentes opciones de esparcimiento, algunas de las cuales se encuentran en mal estado. “Se pusieron barbacoas y muchas de las encinas existentes en la zona han sido destrozadas con el fin de sacar leña para las parrillas”, denuncia Augusto Barcenilla.

A lo que se suma la deficiente gestión de los residuos que, hace unos meses, existía en la zona, y que fue denunciada por Henares al Día. No es extraño, por tanto, que la legislación establezca restricciones a estas utilizaciones, para evitar afecciones al entorno. “Cuando algunos usos en terrenos de vías pecuarias puedan suponer incompatibilidad con la protección de ecosistemas sensibles, masas forestales con alto riesgo de incendio, especies protegidas y prácticas deportivas tradicionales, las Administraciones competentes podrán establecer determinadas restricciones temporales a los mismos”, indica la normativa nacional.

En cualquier caso, se han de impulsar las propuestas recreativas en estas calzadas naturales. No tiene sentido que la ciudadanía siga de espaldas a esta riqueza. Ha de poder disfrutarla. Pero esta utilización también tiene que ser regulada, para preservar las vías. Y siempre sin olvidar el fin original de las cañadas. El ganado todavía tiene prioridad en las mismas. Lo marca la ley. Y el sentido común. Por tanto, “se puede [y se debe] fomentar un turismo respetuoso”, inciden desde WWF. La preservación del entorno es la que manda. Al fin y al cabo, y como señalaba el ambientalista estadounidense Aldo Leopold:

«La conservación es un estado de harmonía entre hombre y tierra»

Cañada en Masegoso de Tajuña
Cañada en Masegoso de Tajuña

Una apuesta por el conocimiento

La relevancia ambiental, histórica, cultural y económica de las vías pecuarias es muy destacable. Ya se ha observado. Sin embargo, poca gente conoce lo que supone y significa esta realidad. Por tanto, su divulgación es clave. “Se debe visibilizar qué son, lo que representan y cuál es el estado en el que se encuentran”, propone Augusto Barcenilla, presidente de Ecologistas en Acción Guadalajara. “Muchas personas no las disfrutan porque no saben de su existencia. Por eso se deben difundir”, añade el investigador César Gonzalo.

Precisamente, esta filosofía impregnó las quintas jornadas sobre vías pecuarias de Guadalajara, que se celebraron en la capital el pasado mes de noviembre, y que estuvieron organizadas por Ecologistas en Acción y WWF. Fueron dos días intensos, en los que participaron diferentes expertos en la materia, analizando la situación de estas infraestructuras naturales en la provincia. Incluso, se quiso visibilizar los problemas a los que se enfrentan dichos caminos sacando un rebaño de ovejas por el centro de la ciudad. Justo por el recorrido en  el que antaño pasaba una cañada y que, actualmente, se encuentra asfaltado.

Entre los especialistas que intervinieron estuvieron César Gonzalo o Antonio Ruiz. Éste último habló sobre las infraestructuras de comunicación para la ganadería y la sociedad. “Las vías pecuarias son un gran patrimonio cultural muy característico de España”, señalaba durante su intervención. “Tanto los nuevos usos que se puedan dar a las vías pecuarias, como la utilización tradicional –relacionada con la ganadería extensiva–, son los que nos van a permitir mantener con vida esta realidad, sin que pierda su esencia”, concluía.