Repensar el parque de la Sierra

Reunión de la Junta Rectora del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, en Bustares. // Foto: JCCM

Encuentro muchas caras conocidas y amigas en la fotonoticia que hoy ha enviado la Junta de Castilla-La Mancha de la última reunión de la Junta Rectora del Parque Natural de la Sierra Norte. No sólo por Santos López, que nació para ser director de Agricultura. También por José Carlos Moratilla, presidente de la junta rectora; y por José Juárez, director conservador del parque y con quien tuve el placer de coincidir en un debate en el primer y extraordinario congreso de Checatur. Y, por supuesto, alcaldes de la zona –entre ellos, uno de los mejores, Julio Martínez, primer edil de Bustares–, además de gente buena, y currante, y coherente, como Fidel Paredes, presidente de la Asociación Serranía, una entidad que sigue haciendo al cabo de más de una década una labor imprescindible para aglutinar la identidad serrana.

Los integrantes de este organismo, cuyo amparo normativo descansa sobre la propia Ley del Parque, son todos ellos competentes, solventes y conocedores del territorio. Eso es una ventaja, aunque la junta rectora no pase de ser un órgano consultivo de participación. El principal lastre en la gestión del medio rural no es la despoblación, sino el centralismo autonómico –las CCAA tienden a reproducir el modelo del Estado centralista– excesivo intervencionismo de políticos y técnicos con poco o escaso conocimiento del territorio, lo que conduce a una burocracia excesiva, a dilapidar recursos y a duplicar competencias.

No es el caso de los actuales gestores de un área fundamental para Guadalajara como es Agricultura. El equipo de Gobierno del PSOE y Podemos corrigieron el grave error de Cospedal en la legislatura anterior de concentrar el poder ejecutivo en los despachos de Toledo, Fuensalida y consejerías. Esta tierra de cinco provincias y 79.463 kilómetros cuadrados de superficie necesita un cierto nivel de delegación de competencias para que la sociedad civil encuentre interlocutores a los que poder exponer sus inquietudes.

Volviendo al parque. De la memoria de actividades de 2018, de la que no se dan detalles, se destaca que el pasado otoño el Hayedo de Tejera Negra recibió cerca de 20.000 visitantes. Sin duda, se trata de un dato espectacular que no sorprende a nadie que tenga un mínimo contacto con esta comarca. Lo que sí resulta más extraño es que entre el balance de la gestión de un espacio natural sobresalga la explotación de un recurso turístico.

Los impulsores del parque natural de la Sierra Norte arguyeron la necesidad de preservar la conservación de un ecosistema especialmente delicado y cuya protección podía, a su vez, potenciar la actividad económica de la zona. Después se ha insistido en la necesidad de anteponer los criterios medioambientales a cualquier otra consideración, es decir, anteponer la naturaleza al turismo. Esto aboca a la sierra, como ya escribimos en este mismo digital, a la dicotomía entre territorio vivo o reserva natural. La rigidez conservacionista ha impedido articular una salida legal, por ejemplo, a la ocupación de Fraguas. Y el turismo brilla por su ausencia, salvo en aquellos espacios, como el Hayedo o la Arquitectura Negra, que ya disponían con anterioridad una proyección consolidada.

El parque natural de la Sierra Norte refuerza la protección medioambiental de su área. Pero no sólo ha impuesto limitaciones al desarrollo de actividades tradicionales, sino que se ha revelado un instrumento inservible para generar una marca turística consolidada. Por tres motivos. Primero por el error en la elección del nombre: la sierra norte es un denominación administrativa que, para más inri, coincide con la de otras comarcas mucho más conocidas. Sin ir más lejos, la sierra norte de Madrid. Segundo por la extensión del parque, de más de 125.000 hectáreas y decenas de municipios con características y necesidades dispares. Y, tercero, por el rechazo que aún hoy sigue provocando el parque en buena parte de los vecinos que residen durante todo el año en algunas de las localidades que engloba.

Si lo que cuenta es el número de turistas, como parece desprenderse de la comunicación de la Junta, juzguemos entonces al Parque Natural de la Sierra Norte en toda su integridad, y no sólo contando los viajeros que se acercan a Tejera Negra. Y, sobre todo, si de lo que se trata es de potenciar este espacio, debería hacerse con una voluntad de la administración pública que excediera la colocación de carteles, por cierto, ilegibles salvo a corta distancia.

O conservación o turismo. O las dos cosas, pero supeditadas a la movilización de recursos económicos para poner de verdad la Sierra de Guadalajara en el centro de la planificación turística de la provincia. A toda la sierra, no solo a una parte. Y preservando siempre la labor de vecinos, agricultores, hortelanos y ganaderos.