Las voces del silencio se escucharon en Azuqueca

La Casa de Cultura de Azuqueca acogió el pasado día 23 de Febrero el acto que organizó la Asociación Serranía de Guadalajara en colaboración con el propio ayuntamiento, la editorial Aache, la Asociación de Hijos y Amigos de Alcorlo y la Diputación de Guadalajara. Se cerraba el ciclo de presentaciones que se han venido realizando con motivo de la publicación del libro “Serranía de Guadalajara, despoblados, expropiados, abandonados” y del documental que lo acompaña “Los pueblos del silencio”. El acto contó con un selecto ramillete de participante a él asistió un nutrido grupo de espectadores, entregados y sensibilizados por el problema de la despoblación que afecta y sigue amenazando a nuestra Sierra.

Tanto la concejala de cultura, Susana Santiago, como la diputada Teresa Franco mostraron su satisfacción por la realización del acto y por la oportunidad de recordar estos pueblos. Recalcaron el compromiso para no olvidar al mundo rural y apoyar a tantos pueblos que se están despoblando y podrían también desaparecer pronto.

El acto “Voces del silencio” pretendía hacer oír las voces de los pueblos deshabitados de la Sierra Norte y de las gentes que tuvieron que abandonarlos o permanecen allí, pero también servir de advertencia, porque el riesgo continúa. Pueblos que no deben ser olvidados por sus hijos y descendientes, ni los son por esta Asociación que en este año celebra su decimoquinto aniversario, como dijo el periodista Antonio Herraiz, que actuó de presentador y conductor del acto. Y otra voz, también silenciada ya, la de Francisco García Marquina, se escuchó en las palabras de Antonio Herrera que, además de presentar el libro y recordar todos los pueblos cuya memoria se recoge en él, glosó la figura del escritor. Él había aportado un bonito epílogo al libro de los pueblos abandonados y múltiples imágenes recogidas cuando casi nadie asistió al éxodo de nuestra serranía de Guadalajara. Y dicho en sus propias palabras: “Este epílogo queda escrito para dar testimonio de aquellos hombres que vivieron heroicamente sin tener conciencia, ni hacer protesta, ni sentir vanidad por ello”.

El cronista provincial hizo mención de cada uno de los pueblos que tristemente sufrieron en su día los efectos del pantano que los inundó, de las expropiaciones que sufrieron, de las prácticas de artillería que soportaron y de las muchas promesas incumplidas. Y de los veinte autores (periodistas, historiadores, escritores, dinamizadores locales…) que se han reunido para componer están gran obra. Sensibilizados con sus historias, en la sala se arrancaron aplausos también cuando apareció la semblanza del pueblo de Fraguas y sus conflictos con la administración.

Se cumplían recientemente cuarenta años del desalojo, derrumbe y anegamiento del pueblo de Alcorlo y fue Agustín Esteban, presidente de su asociación y realizador del documental junto con su amigo José Miguel Sánchez, quien trasmitió los sentimientos que les embargaron al recorrer con su cámara tantas ruinas, evocando a los ya inexistentes pobladores, y al recordar cómo desapareció su pueblo arrasado por las maquinarias de la administración. Y a todos se nos quedó grabada la imagen de los impotentes vecinos de Alcorlo aquel 28 de Enero de 1982 ante las máquinas, cual pajarillos en el nido atacados por el depredador, sin que los padres, revoloteando alrededor, pudieran hacer nada para impedirlo.

El documental “Los pueblos del silencio” llenó en esta ocasión de imágenes estremecedoras el Salón de Actos de Azuqueca que, paradójicamente, creció en su día gracias a tantos emigrantes serranos y que hoy nos recibe y acoge a sus descendientes. Impresiona ver tanta ruina y tanta belleza y, como dijo Octavio Mínguez, anterior presidente de la Asociación Serranía de Guadalajara, se sienten ganas de llorar viendo tanto abandono y tantas costumbres olvidadas. Y nos emplazó a todos, espectadores y administración, a colaborar para que el éxodo no se siga produciendo.

Otras voces, en este caso de dos poetas serranos, cantaron la memoria de las gentes de la Sierra. Pedro Vacas, el de Bustares, con un par de poemas, dedicó uno de ellos a la entidad fantasma de SeCaRro (Semillas, Las Cabezadas, Robredarcas) que reflejaba lo que había pasado también en tantos otros pueblos “Se fueron cerrando casas, ventanas y ventanucos, de las chimeneas ardientes dejó de salir el humo”. Y Alfonso Domingo, “Kazo” el de Arroyo, nos invitaba a sentarnos a su lado en la lumbre y a mirar el fuego, la ardiente realidad, de frente: “Esta es la España vaciada, esta es la España vacía, de esta de la que todos habláis, esta es la España que espira”.

“Tierra de Silencio” era el título del primer álbum de canciones que publicó José Antonio Alonso, nuestro cantautor serrano, hace ya más de una treintena de años. Y precisamente ese era el título del ramillete de canciones que ese día nos iba a ofrecer. No pudo ser, por razones familiares, pero su voz, su música y sus letras estuvieron presentes junto a una serie de fotografías de la sierra, sus viejos pobladores y sus sugestivas imágenes. Suena “Madre Tierra”: “Quedan un rincón de ternura y recuerdos, la paz, el silencio…Queda solamente en la calle una anciana que pasa arrastrando la vida con nostalgia, ¡Ay, mi serranía, ay mi corazón, ay mi dulce patria, ay mi hermosa flor!”. Serranía que está esperando tu regreso y que te invita a no olvidar tus orígenes: “Cuando llegues al país de la ternura y la infancia te llame desde dentro, recuerda el uso de las viejas palabras, el entrañable lenguaje de los gestos…”.

La actuación virtual del cantautor termina con un aldabonazo, ya presente en la voz de José Antonio Alonso cuando en aquellos años ochenta se veía venir el tiempo de silencio que se cernía sobre muchos pueblos: “Esta tierra de silencio debería despertar al alba de la mañana con un fuerte vendaval, de palabras y canciones que al aire echen a volar, este tiempo de silencio debería terminar”.

En palabras del conductor del acto, “no es un canto a la nostalgia, no es un recuerdo tampoco de lo que pudo haber sido y no fue, es una advertencia”. Todos los participantes confluyeron en la idea de que el riesgo continúa, de que no disponemos de los mecanismos suficientes para que esa lista de despoblados no continúe aumentando. Y como dice uno de los descendientes “la gente se está cansando de ser una especie de reserva india para hacer safaris fotográficos que luego cuelgan en las redes, o para incursiones de políticos que luego se cuelgan las medallas. Allí hace falta gente que pernocte, que conviva, que produzca…” Lo expresado por el propio Antonio Herraiz en la locución del documental, hablando de Umbralejo, valdría para toda la zona: “Triste sino el de vaciar un pueblo de sus primitivos habitantes por no querer invertir en sus servicios para después realizar ingentes inversiones para que sea repoblado a temporadas por gentes venidas de la ciudad y deseosas de experimentar, puntualmente, la vida del campo”.

(Un amplio resumen del contenido del acto se puede visualizar en YouTube, “Voces del silencio, Azuqueca”, realizado por Agustín Esteban, de quien son algunas de las presentes imágenes) (https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=uSFZdVRtUmo)

José Mª Alonso Gordo
Asociación Serranía de Guadalajara