Ponen a la venta la iglesia de Romerosa

Hace unos días saltaba la noticia. El templo parroquial del despoblado de Romerosa –ubicado en el término municipal de Cogolludo– se ponía a la venta. Así se aseguraba en un cartel colgado en la puerta de este edificio del siglo XVIII, que se hallaba –hasta ahora– en manos privadas. Se constituye como un complejo histórico con más de 300 años a sus espaldas, que no ha tenido mantenimiento. De hecho, sus cubiertas y parte de sus muros se encuentran hundidos, por lo que es complicado recorrer su interior.

El anuncio expuesto en el acceso principal se espetaba: «Vendo iglesia del siglo XVIII con finca de 2.000 metros cuadrados en pedanía de Cogolludo. Zócalos, muros, esquinas, espadaña, contrafuertes y arcada en buen estado. Documentación al día. 95.000 euros». Este mensaje fue escrito por Gregorio Hontoria, propietario de la finca desde la década de 1980. El ciudadano aludido adquirió la parcela en subasta pública. En la misma –inicialmente– también incorporaba el pueblo. “Compré un terreno de unas 60 hectáreas con la iglesia incluida, pero posteriormente lo vendí a excepción del templo”, aseguraba Hontoria a los medios de comunicación.

La iglesia se encuentra ubicada en el extremo Este de Romerosa. De la misma aún se observan importantes restos, como su espadaña, de origen románico y de 1,5 metros de grueso por 5,5 de ancho. Además, se distinguen parte de sus muros exteriores. El complejo, aunque de origen románico, sufrió una ampliación en el siglo XVIII. Más concretamente, en 1706. Ésta es la fecha que aparece en la «clave» de la portada principal, que es de sillería y con arco de medio punto. Según diferentes especialistas –como Juan Luis Pérez Arribas, cronista de Cogolludo–, la referida fecha es el momento en el que se terminaron las obras de ampliación.

Además, en las paredes del santuario aún se conservan diversos contrafuertes de gran esbeltez. Dos, mirando hacia el Norte, y dos más en la fachada Este –uno haciendo esquina y, uno segundo, en el lado opuesto–. “En el muro sur, además de otros dos contrafuertes, se abrían sendas ventanas –también rasgadas– que iluminaban el interior de la única nave del templo”, confirmaba el cronista de Cogolludo.

No obstante, lo que se encuentra más deteriorado es el interior de la iglesia, estructurado en una única nave. Al hundirse la cubierta, la mayor parte de las bóvedas acabaron por caerse. Únicamente se observa una ínfima parte de la techumbre bajo la espadaña, justo donde se emplazaba el coro. Del altar, situado en la parte opuesta del oratorio, no queda nada…

Sin embargo, la ornamentación interior pudo ser posterior al origen románico del edificio, entroncándose –posiblemente– con la reforma del siglo XVIII. “La nave estaba cubierta por bóvedas de cañón con lunetos que se elevaban sobre una cornisa moldurada. Tenía decoración geométrica de reminiscencias barrocas. En los lunetos del lado de la epístola se alojaban los estrechos ventanales, mientras los del lado del evangelio estaban ciegos”, señalaba Pérez Arribas, en su libro «Pueblos Perdidos».

De todos modos, el caminante –todavía hoy, y si logra sortear los escombros existentes en el interior–, puede disfrutar de la amplia nave en la que se estructuraba el templo. “Es de 17 metros de longitud por 5,7 de altura, y en su prolongación se halla la sacristía, de 3,3 por 5,7”, indicaba el que fuera cronista de Cogolludo.

El pueblo
Los restos de Romerosa están encaramados a una loma. Este altozano se eleva a más de 950 metros sobre el nivel del mar. Y lo hace entre dos barrancos –el del Tejar y el del arroyo que lleva el nombre del despoblado–. Dos cauces que, un poco más abajo, se dan la mano para fundirse en uno sólo. En este contexto, la silueta de su iglesia se observa desde lejos. El caminante la divisa a una gran distancia…

Las primeras noticias del antiguo pueblo proceden de la Baja Edad Media, cuando se encuadraba en el Señorío de Beleña, un título creado en el siglo XII por Alfonso VIII. Más tarde, durante los primeros años del siglo XV, fue conquistado por el Marqués de Santillana, pasando –de esta forma– a la familia Mendoza, en la rama de los Condes de Coruña.

Tras la supresión señorial en 1812, el actual despoblado fue un municipio independiente hasta que –en 1857– pasó a depender de Aleas, por lo que se incluyó en el Partido Judicial de Tamajón. Sin embargo, con el transcurrir de los lustros, se produjeron diversas reformas administrativas, acabando bajo la potestad de los jueces de Cogolludo. Además, tras la reforma de 1965, el lugar se encuadró en la demarcación jurídica de Guadalajara capital, a la que pertenece actualmente.

Empero, todo cambió tras la Guerra Civil española. “Una vez tomado Cogolludo por las fuerzas nacionalistas al mando del Coronel Moscardó (11 de marzo de 1937), el frente se estableció en una línea que –pasando por Fuencemillán, Aleas y Romerosa– llegaba hasta el «Cerro Trapero». Una circunstancia que permaneció inalterable hasta el final de la contienda”, explicaba el investigador Juan Luis Pérez Arribas. “Este hecho fue la causa para que los habitantes de dicha localidad abandonaran la aldea en busca de otros lugares más seguros, al mismo tiempo que el caserío sufría daños considerables al situarse entre dos fuegos”.

El enfrentamiento bélico pasó una importante factura a la localidad. Muchas de sus casas quedaron derruidas –la práctica totalidad de ellas–, por lo que sus habitantes optaron por no regresar al pueblo. Finalmente, sólo un par de familias lo hicieron volvieron. Sin embargo, tras la edificación del nuevo municipio de Aleas por parte de «Regiones Devastadas», estas familias acabaron fijando allí su residencia. Otros vecinos de Romerosa, en cambio, se inclinaron por domiciliarse en Arbancón, villa emplazada a pocos kilómetros del actual despoblado.

Por tanto, nos encontramos ante un enclave –Romerosa– con una amplia historia a sus espaldas. Una circunstancia que se puede observar en su iglesia parroquial, que –a pesar de su estado ruinoso– cuenta con tres siglos a sus espaldas, de acuerdo a su aspecto actual. Incluso, sus orígenes son casi milenarios, al enraizarse en el Medievo. Por tanto, dicho santuario debe conservarse y restaurarse. Las administraciones públicas han de comprometerse con la preservación del patrimonio, adquirir el templo –ahora que se encuentra en venta– y restaurarlo. Sólo así, el mencionado monumento podrá legarse a generaciones venideras. ¡No podemos dejarlo caer!

Bibliografía.
DE JUAN–GARCÍA AGUADO, Ángel, y MARTÍNEZ GARCÍA, Julio. «Romerosa». En ALONSO GORDO, José María. Serranía de Guadalajara: despoblados, expropiados y abandonados. Guadalajara: AACHE Ediciones, Asociación Serranía de Guadalajara, 2021.
PÉREZ ARRIBAS, Juan Luis. Pueblos Perdidos. Cogolludo: AA.EE., 2008