Rafael Pedrós Lancha, el pintor de los Mendoza

Si Rafael Pedrós, el pintor que más y mejor retrató a los Mendoza, hubiese dejado escritas sus memorias disfrutaríamos, a estas alturas del tiempo, de la lectura de alguno de los capítulos más interesantes y curiosos de la vida de la provincia de Guadalajara, y de España, sazonadas con notas de humor que nos conducirían a la España de las décadas de 1950, 1960 o… A cualquiera de esas en las que nuestro hombre vivió, y de las que, de una u otra forma, fue protagonista, o compañero de camino de personajes ilustres. Seguro que en esas memorias no faltaría aquella anécdota de sus tiempos de París, cuando alguien le pagó un bocadillo porque lo vio con cara de hambre; o cuando le ofrecieron un empleo que Casimiro Municio –verdugo oficial de la Audiencia Nacional en los inicios del siglo XX-, no rechazó en España y Rafael Pedrós lo hizo en la capital de Francia, y es que, a cualquiera, no le ofrecen ser verdugo oficial de una República.

No, la parca se lo llevó antes de que nos escribiese todas aquellas anécdotas que jalonan una vida intensa y llena de color. Pero nos dejó una magnífica y larga obra pictórica que al día de hoy se encuentra esparcida por los cuatro puntos cardinales de España, y de medio mundo. Y que, por supuesto, ilustra no pocos rincones de la provincia de Guadalajara, principalmente, a través de sus iglesias.

Y que es lo mayor y mejor de su obra, sin duda, se encuentra en la provincia de Guadalajara. Muchos de sus pueblos, algunos sin conocerlo porque la memoria se nos pierde al menor soplo de viento, conservan algún lienzo de Pedrós. Enumerar los cerca de cincuenta municipios que conservan obra suya sería demasiado extenso; sí que diremos que en Mondéjar se encuentra la que es quizá la obra de su obra, el retablo entero y verdadero cuyas pinturas salieron de su pincel y en las que, como los grandes del Renacimiento o del Siglo de Oro, dejó nuestro hombre sus ojos a través de los personajes que pinceló. Como a Velázquez, a Pedrós le gustaba retratarse en sus lienzos; como en ellos retrató a su familia; algo que únicamente los grandes clásicos intentan y logran, sin que se aprecie.

Nació en Madrid, para la pintura y para la vida, un 19 de noviembre de 1933, a pesar de que siendo de Madrid fue hombre de correr mundo; y universal, desde la Galicia familiar, hasta la Guadalajara en la que se sintió más guadalajareño que muchos de los propios nacidos en la tierra.

En Madrid aprendió a pintar. Sus primeros pasos recorrieron las aulas de la Escuela de Artes y Oficios; del Casón del Buen Retiro o del Círculo de Bellas Artes; por supuesto, también del celebrado Museo del Prado de donde hizo, como los clásicos de la pintura, las mejores copias; antes de dedicarse, como los grandes clásicos, a la vida bohemia de París, a copiar y aprender de la pintura y los pintores del Louvre o de los venecianos en Venecia, o en Roma de los romanos.

Aleluyas de Pedrós a Sinforiano García Sanz
Aleluyas de Pedrós a Sinforiano García Sanz

De todos tenía un tanto; y como muchos de los grandes, también tenía un punto para la literatura y la historia; para conferenciar sobre los pintores historicistas, o sobre la historia de España, desde sus orígenes hasta nuestros días. O sobre la historia de Guadalajara, que la recorrió con los clásicos hombres de la provincia, con Sinforiano García Sanz en tiempo de botargas, o con Aragonés Subero en el de matanzas

Tenía, Rafael Pedrós, un aire de clásico personaje del tiempo de los mejores Mendoza; de aquellos que acompañaron al marqués don Íñigo de Santillana versando serranillas; o de don Pedro de Mendoza, dejándole el caballo al rey Pedro en la rota de Aljubarrota; o de espadachín principesco de doña Ana de Éboli. Un aire de Cardenal, como si del tercer rey de las Españas se tratase. Su obra está llena de Mendozas, de princesas de Éboli y duquesas del Infantado, de condes de Saldaña y de marqueses de Santillana.

Como hombre de cultura también perteneció a muchas, a muchísimas sociedades culturales del Madrid que se convirtió en cultura de su historia clásica. Con su capa parda acompañó los actos de los Amigos de la Capa; y de la cofradía del Entierro de la Sardina, para la que pintó los estandartes. También se integró, como un guadalajareño más, en la Casa de Guadalajara en Madrid.

Rafael Pedrós, comenzando su Alegoría de Guadalajara.
Rafael Pedrós, comenzando su Alegoría de Guadalajara.

En ella pasó años pintando el gran mural que fue la enseña de la Casa de Guadalajara en la Plaza de Santa Ana, esa “Alegoría de Nuestra Tierra” que quiso retratar en color miel, de la Alcarria porque, a su decir, era cuadro vivo que crecía como la propia historia de Guadalajara. Una Alegoría, y una tierra, inmensa, por la que desfilan las botargas de la Campiña; y laboran las abejas a la sombra de las tetas de Viana; y Juan Bautista Maino parece retratar al Marqués de Santillana, que lo mira de reojo; adormecido el doncel de Sigüenza al arrullo de las letras del arcipreste de Hita; escuchándose, tras don Francisco Layna de Guadalajara, a los mieleros peñalvereños anunciando miel; y se escucha el cantar del agua de la fuente de Pastrana, que canturrea al paso de doña Ana y su coro de monjas teresianas; y se coronan los cerros con los castillos de Jadraque, de Atienza, de Molina, de Sigüenza; y a los pies del castillo de Hita parece que batallan los Mendoza defendiendo sus tierras.

Se enamoró de Guadalajara cuando, buscando casa, terminó en la Alcarria, por los altos de Horche y las enriscaduras de Yélamos, de ahí que en no pocos lugares lo conociesen como el pintor de los Yélamos…

No sólo fue pintor, ya lo dijimos. Compuso versos y aleluyas. Conferenció, escribió y dibujó; e incluso dejó para la historia provincial, a más de los famosos certámenes de pintura rápida que se inventó hace… ¡parece que pasó un siglo!, por tierras de Horche, hasta aquello de las barajas historicistas, que él puso nombre: La Baraja Mendocina. Y en Peñalver quedó su ¡Cristo de la Miel!, rodeado, no podía ser de otra manera, de Mendozas.

Alegoría de Nuestra Tiierra, pintado para la Casa de Guadalajara, hoy en la Diputación Provincial
Alegoría de Nuestra Tiierra, pintado para la Casa de Guadalajara, hoy en la Diputación Provincial

Se marchó de improviso, mucho antes de que se cumpliese la promesa que le hicieron de que su inmenso retrato de Guadalajara sería expuesto en la capital. Aquella alegoría de nuestra tierra duerme el sueño de los justos en algún lugar, quizá oscuro, quizá perdiéndose con el pasar de los inviernos fríos.

Rafael Pedrós Lancha, pintor, conferenciante y escritor, nació en Madrid el 19 de noviembre de 1933; falleció en Madrid el 25 de octubre de 2015.