Se cierran otras tres escuelas rurales en Guadalajara

Esta semana ha comenzado un nuevo curso en la provincia. El lunes, 10 de septiembre, regresaban a las aulas los alumnos de Infantil y Primaria. Y cuatro días después, el jueves 13, hacían lo propio los de Secundaria. Miles de estudiantes han vuelto a sus labores, que les mantendrán ocupados –al menos– hasta el mes de junio. Es lo que tienen estas fechas. Significan el retorno a la rutina no sólo de los trabajadores. También de los colegiales.

De hecho, este año la Dirección Provincial de Educación en Guadalajara ha informado de algunas novedades. Una de las más llamativas –y que más titulares ha protagonizado– ha sido el cierre de tres aulas rurales en la provincia, al no llegar al mínimo de cuatro escolares establecido por la ley. Se trata de las infraestructuras de Poveda de la Sierra, Hueva y Campillo de Ranas. Un ejemplo más del retroceso demográfico que está sufriendo el campo arriacense…

Desde Henares al Día hemos hablado sobre asunto con el alcalde campillero, Francisco Maroto. “Me ha dado mucha pena, ya que nos costó bastante esfuerzo reabrir la escuela”, asegura. “Pero era una cosa que sabíamos que podía suceder antes o después”, añade. De hecho, este año sólo se había recibido una petición de matrícula, correspondiente a una joven de 12 años que vive en la localidad. Había otros tres alumnos pendientes de inscripción. Se trataba de sendos muchachos de origen marroquí, pero que –debido a la lentitud de los procesos burocráticos de Extranjería– no han podido llegar a tiempo.

Así, la estudiante que queda en Campillo ha comenzado a bajar diariamente hasta Cogolludo. Allí es donde se encuentra el centro educativo más cercano. Una circunstancia que la obliga a hacer más de una hora de transporte de ida y otro tanto de vuelta…

– Pero, ¿qué medidas se pueden tomar para evitar este tipo de realidades?

– Lo que nos está partiendo en dos es el momento en el que los niños tienen que ir al Instituto –asegura Francisco Maroto–. Se marchan muy pronto a hacer la Secundaria.

Esta circunstancia lleva aparejada, además, un incremento de los recorridos, ya que el centro de referencia se encuentra todavía más retirado. Se ubica en Yunquera de Henares. Una situación que ha provocado que diversas familias hayan decidido abandonar Campillo. Han sido tres en el último año. Han regresado a ciudades como Madrid, Guadalajara o Alcalá de Henares, donde los servicios están más cercanos.

En este sentido, no hay que olvidar diversos problemas asociados. Entre ellos, que la carretera que llega hasta dicha localidad de la Arquitectura Negra es de “alta montaña”, por lo que en invierno sufre las inclemencias meteorológicas. “Además, los muchachos, salen de casa de noche y regresan cuando ha oscurecido otra vez”, narra el primer edil. “Son unos niños muy pequeños como para montarlos en un autobús y llevarlos tan lejos”, añade.

Por tanto, Francisco Maroto propone implementar el modelo sueco, según el cual habría “profesores que imparten las materias de Secundaria en las aulas existentes en las localidades del medio rural”. “Y luego, para realizar los exámenes, y únicamente para ello, los chicos bajan hasta la cabecera, donde estaría emplazado el instituto”, describe el primer edil.

– Pero, esta fórmula, ¿se podría desarrollar en España?

– En Aragón se está aplicando de forma experimental, pero en Castilla-La Mancha todavía no se ha planteado –responde el munícipe.

La despoblación
De cualquier forma, Francisco Maroto reconoce que, debido al escaso número de chicos en edad escolar existentes en su localidad, el cierre del centro educativo iba a llegar antes o después. “Los alumnos se han ido haciendo mayores y han tenido que marcharse al instituto”, explica el alcalde. “No ha habido renovación de niños pequeños”, relata. “Nuestro problema es la despoblación”, añade el regidor. “La gente prefiere vivir en las ciudades”, asegura.

A pesar de ello, y del cierre acaecido este septiembre, el colegio de Campillo de Ranas ha sido un centro con solera. Se consiguió reabrir en la década del 2000, después de varios años sin actividad. “En todo este tiempo han pasado muchos chavales por el aula”, describe Francisco Maroto. “Ha habido cursos en los que se han llegado a matricular hasta 16 alumnos…”, rememora.

Pero la situación ha cambiado y en esta ocasión no se impartirán materias en la escuela de Campillo de Ranas. Una circunstancia que afecta directamente a la localidad. “Cuando se cierra una infraestructura de estas características, lo que verdaderamente se cierra es la posibilidad de que nuevos padres vengan a vivir al pueblo con sus hijos”, concluye Francisco Maroto.

Un comienzo tranquilo
Dejando a un lado el asunto de las aulas rurales, el inicio del curso en Guadalajara ha estado exento de grandes contratiempos. Así lo creen desde ANPE. “No se prevé que vaya a haber problemas, ni en Primaria ni en Secundaria”, confirmaba en comparecencia pública el presidente del sindicato, Nicolás Valer.

Sólo se han producido dos elementos remarcables. Por un lado, la matriculación de 600 alumnos menos que el año pasado, debido al descenso demográfico, aseguraba el director provincial de Educación, Faustino Lozano. “Hoy por hoy es una cuestión de natalidad”, corroboraba Nicolás Valer. Por otro lado, el AMPA del colegio público de San Antonio de Portaceli de Sigüenza y el sindicato STE han denunciado la derivación de alumnos de Infantil al centro privado-concertado Sagrada Familia, de orientación religiosa.

Ambas organizaciones critican que, desde la administración autonómica, estarían desviando a varios niños hacia la «Safa», a pesar de que los padres habrían solicitado un centro laico. Y todo ello –según los denunciantes– por no querer desdoblar un curso de infantil en el colegio público.

Ante estas acusaciones, desde la Junta de Comunidades se defienden. “Por ley, se puede hacer”, relataba el director provincial de Educación, Faustino Lozano, en declaraciones a SER-Guadalajara. “De todos modos, estamos estudiando la situación”, concluía.