Siete apuntes sobre el 28-A

Pedro Sánchez, durante un acto en Guadalajara. // Foto: HD.

1. La conclusión más importante de las elecciones del 28-A es el freno en seco a la ultraderecha, blanqueada por los partidos (PP y Cs) que hasta esta noche no habían hecho ascos al apoyo de un partido como Vox, que promueve la discriminación y el odio. Un partido ultranacionalista, xenófobo, supremacista y homófobo. Esa excrecencia política tendrá algo más de 20 escaños en el Congreso. Serán escaños inútiles que no influirán lo más mínimo en el gobierno y en la actividad legislativa. España ha resistido a la ola populista de la Internacional de Trump, Orban y Salvini. Los demócratas estamos de enhorabuena.

2. Pedro Sánchez devuelve al PSOE a una victoria en las generales, algo que no lograba desde 2008. Hay que analizar la trayectoria de este hombre, vilipendiado por los suyos, zancadilleado hasta la extenuación, cubierto de bilis por sus adversarios. Dio un giro magistral con la moción de censura y ahora ha hecho una campaña presidencial, desde el centro y la moderación. El PSOE gana -y vuelve a recuperar el Senado- porque ha vuelto a engrasar su maquinaria electoral, pero también porque tiene voto prestado de quienes querían frenar a la extrema derecha. Ahora Sánchez puede gobernar en coalición con Podemos y los nacionalistas, con Ciudadanos o en solitario. Los militantes ya le han dejado claro que no quieren una alianza con Albert Rivera. Y éste, a su vez, ha dejado claro que fía su apuesta de medio y largo plazo a liderar la derecha, con lo que difícilmente podría establecerse un gobierno de coalición.

3. Batacazo histórico del PP. Es un desastre sin paliativos. Pablo Casado devolvió al PP al aznarismo pero en términos electorales lo ha llevado a la etapa anterior a Aznar. Está en los umbrales de Alianza Popular. Un fiasco sin precedentes que tendrá consecuencias graves. El PP no sólo se hunde en feudos históricos como Madrid; también pierde en territorios como Galicia y Castilla y León. El PP, como en 1996 o en 2011, gana cuando no mete miedo. Con los resultados en la mano, Casado debería dimitir. Ni supo leer la necesidad de regeneración después de los escándalos de corrupción del marianismo, ni ha sabido conservar el espacio conservador e integrador que había caracterizado al PP desde su reunificación después de Fraga. Lo instaló en el gamberrismo político, en la descalificación permanente, en la zancadilla. Las consecuencias son elocuentes.

4. El resultado de Ciudadanos está por encima de lo esperado. Es un éxito a pesar de la desastrosa estrategia de campaña de su presidente. Si Albert Rivera no se hubiera empeñado en trazar un absurdo cordón sanitario al PSOE, quizá a estas horas podría haber sorpassado al PP. Ahora algunos de sus gurús ya empiezan a hacer cantos de sirena a un eventual pacto de gobierno con el PSOE, que daría estabilidad y sería del gusto de la UE. Está por ver. En todo caso, es cierto que Rivera ahora le puede disputar la hegemonía de la derecha al PP y eso es precisamente lo que hace casi imposible un pacto de legislatura o incluso de gobierno con Sánchez. Rivera juega ya a ser jefe de la oposición.

5. Pablo Iglesias salva los muebles, aunque el resultado es malo tirando a pésimo porque viene de 71 escaños. Es cierto, en todo caso, que las expectativas antes de las elecciones eran aún peores. La valoración del resultado de Podemos dependerá de la influencia que tenga su representación parlamentaria y la capacidad de condicionar a Sánchez.

6. La victoria de ERC en Catalunya es histórica: nunca antes el independentismo había ganado las elecciones generales en Catalunya. Pero lo hace a poca distancia del PSC, cuyo avance es espectacular. Junqueras se come a Puigdemont. El PP se hunde (pedazo de revulsivo Cayetana Álvarez de Toledo) y Ciudadanos obtiene un resultado discreto. El resultado en Catalunya avala la política de diálogo y distensión, reclama el fin de la confrontación y supone un rechazo tajante al 155. ERC y los socialistas deben leer bien este escrutinio porque de ello depende preservar el autogobierno y el modelo de convivencia.

7. El alza de los partidos nacionalistas creo que hay que interpretarlo como una reacción a la amenaza nacionalista del españolismo. España no se puede gobernar contra el nacionalismo. Y, pese a las alharacas con la bandera y la Constitución, los resultados demuestran que el bloque de centroizquierda es ahora mismo la única fuerza nacional vertebradora. El PP desaparece de Euskadi y se queda como testimonial en Catalunya. En contraste, socialistas y Podemos resisten en un contexto de polarización en el espacio nacionalista. Deberían extraer las lecciones oportunas aquellos partidos que han hecho del conflicto una manera de ser.