Un acuerdo para estabilizar la legislatura en Castilla-La Mancha

Emiliano García-Page junto a José García Molina (Podemos), ayer en la sede de la Junta de Castilla-La Mancha en Toledo. // Foto: eldiarioclm.es
Emiliano García-Page junto a José García Molina (Podemos), ayer en la sede de la Junta de Castilla-La Mancha en Toledo. // Foto: eldiarioclm.es

El acuerdo alcanzado ayer por la tarde entre el presidente regional, Emiliano García-Page, y el secretario regional de Podemos, José García Molina, supone un giro copernicano en el discurso de ambas formaciones pero tiene la virtud de estabilizar la legislatura. Primero porque salvaría los Presupuestos de 2017, que contienen un fuerte incremento del gasto social. Y, segundo, porque no sólo permite superar el bloqueo en el que había encallado el Gobierno regional desde el portazo de Podemos a las cuentas públicas en abril, sino que insufla certidumbre para el resto del mandato.

La formación morada ya ha anunciado que va a someter a votación entre sus bases la decisión de entrar en el gobierno socialista de Castilla-La Mancha. Por tanto, está en manos de los 16.000 inscritos de Podemos en la región –alrededor de 10.000 tendrán de derecho de voto por estar al corriente del pago de las cuotas- la ratificación o no de una alianza de gobierno. De materializarse, Castilla-La Mancha sería el escenario del primer gobierno de coalición entre PSOE y Podemos, una especie de banco de pruebas que abre el camino a Errejón en Madrid y también a otros barones socialistas que hasta hace dos días abjuraban de los pérfidos podemitas. Cabe recordar, no obstante, y no es un detalle menor, que la correlación de fuerzas en Castilla-La Mancha es muy favorable a los socialistas, que disponen de 15 diputados frente a los dos de Podemos.

Tanto Page como Molina han tenido que tragarse el sapo de superar sus maximalismos. El presidente de Castilla-La Mancha endureció su discurso durante las primarias para reforzar su apoyo a Susana Díaz y llegó incluso a reprocharle a Pedro Sánchez que quisiera ir “codo con codo” con la formación morada. Por su parte, el líder regional de Podemos, afín a Pablo Iglesias, no ha tenido inconveniente cuando ha tocado en saltarse la estrategia fijada por su partido y abrazar las tesis errejonistas por puro pragmatismo y supervivencia. En apenas tres meses, el líder de Podemos CLM ha pasado de rechazar los Presupuestos a aprobarlos y defender la entrada en un gobierno bipartito. “A veces, sólo gobernar garantiza el cambio”, dijo Pablo Iglesias en Twitter sin despeinarse.

Los anticapitalistas han puesto el grito en el cielo. Precisamente, apoyaron a Iglesias en la Asamblea de Vistalegre II porque se suponía que las posiciones pablistas suponían un freno al intento de una parte de Podemos de acercarse a los socialistas. La postura de los anticapitalistas sería irrelevante si no fuera porque de los dos diputados que Podemos tiene en las Cortes de Castilla-La Mancha, uno de ellos, David Llorente, parlamentario por Guadalajara, representa a esta corriente. Por tanto, se atisba una nueva batalla interna en Podemos aunque, en principio, no parece que Anticapitalistas tengan fuerza suficiente como para tumbar la integración de su partido en el Ejecutivo de Fuensalida.

La política en Castilla-La Mancha llevaba mucho tiempo sometida a una tensión impostada y sujeta al tacticismo y la alineación nacional de los respectivos líderes del PSOE y de Podemos. Eso llevó al bloqueo de los Presupuestos, tras una patada inesperada y sorprendente de la formación morada. Y eso ha llevado también a Page a intentar en los últimos días un pacto imposible con el mismo PP que no sólo exige una irresponsable bajada de impuestos –lo que colapsaría los servicios públicos-, sino que entre 2011 y 2015 usó a Castilla-La Mancha como cobaya de los recortes más salvajes. Que García-Page hubiera sacado las cuentas públicas con el apoyo activo o pasivo del PP de Cospedal hubiera sido de facto, paradójicamente, una derrota política.

El PP ya habla de gobierno “radical” y de “extrema izquierda”, lo que resulta absurdo porque basta repasar las líneas maestras del Presupuesto para este año para comprobar que no existen motivos que permitan comparar al ex alcalde de Toledo con Lenin. En realidad, la alianza entre Page y Podemos responde al nuevo clima entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, de la misma manera que la retirada (simbólica) del apoyo de Podemos a Page en septiembre de 2016 se debió a las tensiones nacionales y las batallas internas del PSOE y de Podemos.

Ahora, Page ha salvado el cargo con su fórmula de cohabitación con Podemos, mientras García Molina ha esquivado la opción de forzar un adelanto electoral que no interesaba ni a unos ni a otros. Podemos asumirá la Vicepresidencia segunda y una cartera aún por definir. Es una prueba de madurez política para Podemos incorporarse a un gobierno bipartito hasta ahora inédito en el escenario político que se abrió a raíz de las últimas elecciones municipales y autonómicas. Se trata de una posición incoherente con lo que esta formación ha venido defendiendo desde mayo de 2015, pero también una manera de asumir –aunque sea forzado por las circunstancias- que sólo se transforma la sociedad desde la gestión institucional, la promulgación de leyes y la ejecución de presupuestos. Aunque ello acarree un desgaste político. Como decía Andreotti: más se desgasta la oposición.