Albendiego, la elegancia del Románico hecha ermita

Cuando se habla de románico, a muchos nos viene a la cabeza el norte de España. Incluso, los más avezados mencionan algunos ejemplos de Castilla y León, como la iglesia de San Marcos –en Salamanca capital–, uno de los pocos templos con planta redonda existentes en el mundo. Sin embargo, Guadalajara también cuenta con importantes muestras de este estilo arquitectónico. Sólo hay que pasarse por Albendiego para comprobarlo…

Allí se ubica el santuario de Santa Coloma, emplazado a las afueras de la localidad, a poco más de 300 metros del casco urbano. “Se trata de un edificio inacabado, con añadidos del siglo XV. De nave única, en el exterior nos muestra la espadaña –de remate triangular– a los pies, sobre el muro de poniente”, relata el cronista provincial arriacense, Antonio Herrera Casado, en su libro «Iconografía románica en Guadalajara». Además, se distingue “el ábside completo rematando al monumento por levante”.

De hecho, el exterior del complejo es grandioso. Del mismo, destaca la semicircularidad del ábside, que divide su superficie en cinco tramos, separados “por cuatro haces de columnillas adosadas”. Además, en las tres secciones centrales brotan sendos ventanales, abocinados, formados por arcos de medio punto. “Dichas aberturas llevan –ocupando el vano– unas celosías de piedra tallada, que ofrecen magníficos dibujos y composiciones geométricas, distinguiéndose tres en la ventana de la derecha, cuatro en la central y una sola en la de la izquierda, pues las otras dos que la completaban fueron destruidas o robadas”, explica Herrera Casado.

Asimismo, “centrando cada dibujo, se aprecia una cruz de ocho puntas, propia de la Orden militar de San Juan, y antes de los Templarios”, señalan los especialistas. No hay que olvidar que la primera de las congregaciones –la de San Juan– fue la “heredera, en Castilla, de la del Temple”. Y, en este sentido, “se ha dicho que Santa Coloma pudo ser propiedad de la Orden de San Juan”, subraya el cronista provincial. Una realidad que, por tanto, ha estimulado la posibilidad de que el oratorio de Albendiego tuviera unos orígenes anteriores asociados a los monjes guerreros disueltos el 22 de marzo de 1312…
“Si la presencia de los Templarios por toda Europa [también en territorio castellano] está ahora –de nuevo– en el candelero de historiadores, curiosos y viajeros, la huella tangible de esa Orden queda cada día más clara en Albendiego, esencia del templarismo medieval”, se asegura en la obra «Iconografía románica en Guadalajara». Una presencia que –algunos expertos– también vinculan a la cercana ermita del Alto Rey, aunque este extremo aún no se encuentra confirmado.

Cuando se pasa el umbral…
De esta forma, el visitante se puede deleitar con la historia y el magnetismo del exterior de Santa Coloma. Sin embargo, el interior del santuario no se queda a la zaga. “Se accede a su nave única a través de una puerta con arco gótico”. Una entrada que se encuentra cobijada por un pequeño atrio. El espacio interno presenta un coro a sus pies. Además, “muestra, en su cabecera, el arco triunfal con gran dovelaje y capiteles foliáceos, que da paso al presbiterio, a partir del cual se abre el ábside iluminado por los calados ventanales”, describe Herrera Casado.

“A ambos lados del presbiterio, se abren sendos arquillos semicirculares que dan entrada a dos capillas primitivas –escoltadas de pilares y capiteles muy bien conservados–, tenuemente iluminadas por los ventanales «ajimezados» del exterior”. Y aunque –por regla general– el complejo arquitectónico se conserva en buenas condiciones, no todas las riquezas de este santuario han corrido la misma suerte. “De las obras de arte que atesoraba –un retablo gótico y algunas imágenes románicas– nada queda, pues la soledad del lugar ha propiciado el robo fácil”, aseguran los especialistas.

A pesar de ello, Santa Coloma tiene mucho que ofrecer. No sólo por su luenga historia. También por sus riquezas arquitectónicas y patrimoniales. Incluso, el entorno ambiental en el que se asienta es digno de visitar, al encontrarse “rodeado de arboledas y enclavado en la orilla del río Bornova”, se describe en el libro «El Románico de Guadalajara», escrito por Antonio Herrera Casado. Gracias a todos estos elementos, el complejo se declaró –en 1965– «monumento histórico–artístico nacional».

Por ello, no es extraño que dicho emplazamiento sea cada vez más conocido y visitado, tanto por turistas nacionales como por caminantes extranjeros. “Hoy en día son muchos los ciudadanos que se acercan hasta este punto para admirar su secular oferta: la paz del entorno, la belleza del edificio o los mensajes misteriosos de sus óculos, de sus cruces y de sus capiteles”, concluye el cronista provincial arriacense. ¡No te lo puedes perder!

El origen del origen iconográfico

La iconografía existente en la ermita de Santa Coloma –en Albendiego– es muy rica. De hecho, la interpretación de su significado ha ido variando a lo largo de los años. No en vano, “durante mucho tiempo se defendió que eran expresiones de un cristianismo modelado por artífices y artistas mudéjares”, asegura Antonio Herrera Casado. En cambio, “hoy se piensa, con mayor certeza, que todo ello fue planificado serenamente como un espacio de religión cristiana, ornado de elementos que nos hablan de la esencia única de la Sabiduría: la unión de la Cábala judía, de la mística sufí y del anhelo católico de encontrar en Dios –o detrás de él– el rigor del «Número» y, por tanto, el poder de la Geometría”.

En este sentido, el investigador Ángel Almazán de Gracia señala que en la composición de los elementos simbólicos del santuario se distingue la mano de dos talleres diferentes. Por un lado, uno cristiano. Y, por el otro, uno islámico. De esta forma, se podría diferenciar la contribución de cada uno de ellos. Más concretamente, “sus creencias religiosas exotéricas [comunes o accesibles para todos y no sólo para los «iniciados» en la materia] y sus conocimientos esotéricos [que, supuestamente, estarían ocultos a los sentidos y a la ciencia, y solamente serían perceptibles o asequibles pos los «iniciados»]”.

De hecho, las celosías existentes en Santa Coloma encarnarían “toda una «Mística de la Luz», de los Números y de la Geometría, que no sólo era patrimonio del esoterismo islámico, sino también –con sus matices propios o adaptaciones correspondientes– del esoterismo cristiano y judío”, concluye Almazán de Gracia en su trabajo «Guía templaria de Guadalajara».

 

Bibliografía
ALMAZÁN DE GRACIA, Ángel. «Guía templaria de Guadalajara». Guadalajara: AACHE Ediciones, 2012.
HERRERA CASADO, Antonio. «El Románico de Guadalajara». Guadalajara: AACHE Ediciones, 1994.
HERRERA CASADO, Antonio. «Iconografía románica en Guadalajara». Guadalajara: AACHE Ediciones, 2014.