Ascender hasta el castillo de Galve de Sorbe y avistar el Alto Rey y la Sierra

Vista aérea de Galve desde la fortaleza de los Estúñiga.
Vista aérea de Galve desde la fortaleza de los Estúñiga.

Galve de Sorbe, villa situada en la ladera norte de la Sierra del Alto Rey, fue cabecera de un viejo señorío y luego de un condado, de los que queda como herencia principal el castillo mandado construir por Diego López de Estúñiga “el mozo” en pleno siglo XV (1468), sobre uno anterior del XIV del Infante Don Juan Manuel. El edificio se erige en lo alto de la muela de Galve, “un cerro oblongo de cincuenta o sesenta metros de altura, aislado, al noroeste del lugar del que dista unos doscientos pasos, coronado por una meseta llana labrada toda ella lo mismo que las pendientes laderas” según palabras del célebre cronista provincial de Guadalajara, Dr. Layna Serrano, en su libro Castillos de Guadalajara. Desde el emplazamiento del castillo galvito se puede disfrutar de una de las panorámicas más hermosas de la Sierra Norte de Guadalajara.

Nada más acceder al interior del recinto, y tras una primera vista general, el terrible y desastroso estado en que se encuentran todas las salas del interior del recinto medieval golpea nuestros ojos. Piedras, tablas de madera podridas, clavos salidos, escaleras peligrosas, puertas destrozadas y tiradas por el suelo, ladrillos partidos, abundante maleza en el patio interior, paredes interiores agrietadas, sillas y baúles rotos por completo, botellas y otros muchos escombros proliferan en el interior del castillo. El paso del tiempo ha hecho que, por dentro, la fortaleza medieval esté en la actualidad muy degradada. Nadie ha movido un dedo todos estos años por intentar que no empeorara de esa manera.

El castillo, de propiedad privada y declarado Bien de Interés Cultural, constituye uno de los principales atractivos monumentales de la Serranía de Guadalajara. La Asociación Castillo de Galve lucha desde hace diez años por lograr su rehabilitación, motivada por la conservación arquitectónica y por el dinamismo económico que el castillo podría insuflar a una comarca necesitada de inversiones productivas. La Junta de Castilla-La Mancha se ha comprometido a abrir un expediente de sanción al dueño del inmueble, pero ha descartado la opción de expropiarlo.

Torre del Homenaje de la fortaleza galvita.
Torre del Homenaje de la fortaleza galvita.

Actualmente, la visita al castillo es muy recomendable tanto por la belleza del edificio como por las vistas del entorno. No se puede acceder al interior del castillo, y tampoco sería recomendable dada su degradación.

En todo caso, desde el patio interior se puede observar el escudo de los Zúñigas o Estúñiga, situado en la bellísima torre del homenaje, que certifica que éstos compraron el castillo en el siglo XV a la hija de Don Íñigo López de Orozco, quien lo había recibido de Pedro I el Justiciero. Es el castillo de Galve señorial tardío, cuya planta forma un cuadrilátero irregular con torres cuadradas en los ángulos. La Torre del Homenaje está situada tangencialmente al ángulo, mirando al norte. Según narración de Amador Ruibal, en su pequeño libro Castillos de Guadalajara, “la entrada se abre en el frente oeste, el menor del castillo. En el del norte había una escaragüaita en el centro, mientras que en los frente sur y este hay una torre semicircular en el centro de las cortinas”.

El castillo de Galve de Sorbe es edificación de mampostería muy regular, casi sillarejo, con sillares en los ángulos. Tuvo antemuro y foso de los que hay escasos vestigios, mientras que el recinto principal, volado por los carlistas a finales del siglo XIX, ha sido reconstruido recientemente con cierta gracia, adaptándolo para vivienda y dotándolo de almena.

Del original castillo, donde señorearon los López de Estúñiga, resiste la Torre del Homenaje, diversas cortinas y de sus torreones cilíndricos con bóvedas de cantería, un aljibe y subterráneos. El resto, en especial los torreones cuadrados y la puerta de la torre angular sur, es reconstrucción.

El castillo de Galve de Sorbe, construido en el siglo XV, bajo un manto de nieve.
El castillo de Galve de Sorbe, construido en el siglo XV, bajo un manto de nieve.

Si vale la pena subir hasta donde se encuentra este castillo es, en gran parte, para observar y gozar mirando sus numerosos detalles de arquitectura medieval de la extraordinaria Torre del Homenaje. De ella, el maestro Layna Serrano dijo, cuando en agosto del año 1932 se acercó a la villa de Galve para analizar las partes de nuestro castillo, y lo he dicho en más de una ocasión, que era “la más bella de todas las torres señoriales que perduran en los desmochados castillos de la provincia”.
Esta torre es, por tanto, lo más importante del castillo: cuadrada, con cuatro plantas, la tercera de ellas con chimenea, tiene 10 metros de lado y 20 de altura. En sus esquinas tiene pequeños torreones cilíndricos que nacen en la última planta. El interior de la torre también se encuentra en avanzado estado de abandono. La planta baja contiene dos saeteras y, antiguamente, no tenía más luz que la que penetraba por la puerta de entrada y otra con arco de medio punto comunicante con el patio. En la primera planta hay dos ventanas con alfiz enmarcando el escudo, un gran ventanal en la tercera, y en la cuarta, una pequeña ventana geminada cubierta con bóveda de cañón de sillería. Es construcción de buena cantería.

En lo alto de la torre hay una almena desde donde se divisa un paisaje de belleza incomparable y de contrastes de naturaleza únicos. Un portento de vista. Eso sí, hasta subir aquí, hemos tenido que pasar, lógicamente, por todas las plantas, pero también por unas escaleras que se encuentran en penoso estado y que pueden llegar a resultar peligrosas, cuando menos. De todas formas, es recomendable alcanzar esta cima. La sensación de plenitud que siente el cuerpo hace que el alma se regenere y nuestro espíritu recupere fuerzas.

“El castillo de Galve de Sorbe se encuentra en un estado deplorable. Sería deseable que se parara su degradación y se restaurara o rehabilitara, dándole un uso sostenible y digno, acorde con la nobleza de su estructura”. Lo escribió en julio de 2006 el investigador del patrimonio José Luis García de Paz. Sus palabras siguen estando vigentes.