Bailar junto a los Vaquillones de Villares de Jadraque

Las fiestas tradicionales de invierno nos traen celebraciones normalmente de botargas y de carnaval, todas con una importante antigüedad a sus espaldas y todas ellas recuperadas en los últimos años y a cual más interesante. Así, destacamos las fiestas de botargas y mascaritas de Almiruete, los danzantes de Albalate de Zorita, las botargas de muchos pueblos de la Campiña, los chocolateros de Cogolludo, los vaquillones de Luzón y, por supuesto, los vaquillones y zorramangos de Villares de Jadraque, en las estribaciones de la Sierra del Alto Rey.

Estamos en la Sierra Norte de la provincia bajo la mole pétrea del Santo Alto Rey de la Majestad con una altitud de 1.870 metros. En su cara sur se sitúan pueblos como Gascueña de Bornova, Bustares, Aldeanueva de Atienza y Villares de Jadraque y, un poco más alejado, Hiendelaencina, que es considerada casi como la “capital” de esta comarca serrana.

Villares de Jadraque es una población paradigmática de la arquitectura serrana tradicional que abunda en estos pagos de la Serranía. En su acervo tradicional sobresale la celebración que tiene lugar el Sábado de Carnaval, durante la salida de los vaquillones y zorramangos, que alegran la vida del pueblo durante unas horas. Son un grupo de unos 12 vecinos que recorren las calles de la localidad convertidos en vaquillones y que hacen correr a la gente del pueblo, principalmente las mozas, para embadurnarlas de hollín.

Van ataviados de una llamativa indumentaria en la que destacan las amugas que portan en sus hombros y unas angarillas de madera. La parte delantera del atuendo se remata con cuernos de vaca, mientras en la parte trasera llevan colgando numerosos cencerros. Además, portan unas capas rojas y ocultan su rostro tras una máscara de arpillera, con un roto para los ojos. La indumentaria se completa con un sombrero de paja, pantalones de pana y albarcas. Estas dos últimas prendas habitualmente se intercambian entre los participantes para no ser reconocidos por sus vecinos. Por último, también se valen de un silbato o chiflo, fabricado de vejiga de cerdo, que emplean para comunicarse entre sí sin ser reconocidos.

Los vaquillones suelen salir en la tarde del Sábado de Carnaval ante el asombro de cientos de turistas, y tras la comida que ofrece la asociación cultural a base de migas serranas. Recorren las calles del pueblo y asustan a todos los que se cruzan en su camino con mayor o menor fortuna. La fiesta, que dejó de celebrarse por el éxodo rural, fue recuperada hace ya varios años. En la actualidad disfruta de la vitola de Fiesta de Interés Turístico Provincial. Además, los vaquillones y zorramangos de Villares de Jadraque son asiduos de otras fiestas, como los carnavales de Guadalajara o el Festival Medieval de Hita.

Los vaquillones de Villares son, en realidad, una expresión de la fiesta de botargas de Guadalajara, siendo una de las más activas y “agresivas” de la provincia. Los zorramangos se asemejan, como explica el etnólogo José Ramón López de los Mozos, a espantapájaros o vaquillones alocados que actúa por su cuenta durante la fiesta. Merece la pena descubrir el conjunto de tradiciones que forman el legado cultural en torno al carnaval en Guadalajara, y en el que sobresale con personalidad propia la fiesta de los Vaquillones y Zorramangos en Villares de Jadraque.

NOTA: En 2020, la fiesta tendrá lugar el día 22 de febrero

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