Botargas y mascaritas recorren las calles de Almiruete

almiruete070216Entre nubes y claros estaba la tarde, cuando Miguel Mata hacía sonar, a las cuatro y seis minutos de la tarde, el cuerno de toro que anunciaba la ya próxima presencia de los botargas en las calles de Almiruete.
.Al menos 1.500 personas, según la estimación municipal, se daban cita en las empinadas calles de Almiruete para vivir “uno de los carnavales más pintorescos y mejor conservados históricamente no sólo de la provincia de Guadalajara, sino me atrevería a decir que también de España, por lo que el Ayuntamiento de Tamajón renueva su compromiso con los almiruetenses y con su fiesta tradicional para apoyarla con medios materiales y económicos en la medida de nuestras posibilidades”, valoraba ayer el alcalde de Tamajón, Eugenio Esteban.

Acompañando a los botargas y mascaritas estuvo José Manuel Latre, presidente de la Diputación Provincial, que acudía por vez primera a la celebración desde que preside la institución, afirmaba que “hoy he podido comprobar en primera persona la razón por la que el carnaval de Almiruete es Fiesta de Interés Turístico Provincial. Quienes respetan y conocen el pasado, tienen en su mano el futuro. He sido testigo del buen hacer y del cariño con el que los almiruetenses organizan y desarrollan su fiesta, invitando además a todos aquellos que se acercan a conocerla. Ese respeto por el pasado, y la personalidad que le imprimen eventos como éste son un buen ejemplo del que debe ser uno de los motores del desarrollo rural: turismo con raíces. Hoy he presenciado una fiesta auténtica y sentida, y como yo, cientos de personas, que seguro han quedado prendados de la belleza de la localidad y que volverán”.
Los botargas, ya en perfecta formación y con las caras cubiertas por sus máscaras, entraron en el caserío por el camino del Lomo. Precedidos y seguidos por algunos botargas veteranos, como Demetrio Serrano o el propio Miguel Mata, y haciendo sonar sus cencerros, subieron en la primera de las dos vueltas al pueblo que hicieron en solitario, precisamente por la calle de Atienza. Siguieron, a continuación, por la Iglesia, y la calle de la Fuente Nueva, para bajar, por la Cuesta del Pilar, hasta la Plaza Mayor, y, desde allí reiniciar el circuito. En la tercera vuelta, los botargas recogieron a las mascaritas, que se habían vestido en un lugar igualmente secreto, y que resultó estar en la misma calle Atienza.
Allí, botargas y mascaritas se emparejaron, y ya juntos, dieron otras dos vueltas más, por el mismo recorrido, al caserío del pueblo.

En la última vuelta por el pueblo, los botargas recogieron las espadañas, que habían escondido previamente, mientras que las mascaritas hicieron lo propio con el confeti de colores que habían recortado y que guardaban, igualmente, a buen recaudo, en el mismo lugar en el que se vistieron.