Concentración en Guadalajara en apoyo a los trabajadores de Heliocolor

160520-Heliocolor-concentracionLos trabajadores de Heliocolor se han concentrado esta mañana ante las puertas del juzgado de lo Mercantil para denunciar la situación en la que se encuentran, con tres nóminas sin cobrar y su empresa en concurso de acreedores desde el pasado mes de abril.

La empresa de Artes Gráficas de Cabanillas del Campo, con una plantilla de 230 trabajadores, llevaba más de año y medio incurriendo en constantes retrasos en el pago de las nóminas hasta que sus actuales propietarios decidieron solicitar concurso voluntario.

Previamente, vendieron los terrenos de la empresa por 4,5 millones de euros, pese a estar tasados en siete millones. Los trabajadores demandan al administrador concursal que aclare el destino de ese dinero y que lo destine a saldar las deudas con los trabajadores.

“Se suponen que utilizaron 1,2 millones para pagar un crédito hipotecario ya vencido; otros dos millones para pagar a proveedores y el millón trescientos mil restante se lo quedó el propio comprador en concepto de alquiler de los próximos años”, explica Javier García Blanco, representante sindical de CCOO.

Aparte de lo extraño de la venta, los trabajadores reclaman pruebas de que dos millones se destinaron al pago de proveedores, con los que se acumula una deuda millonaria, a la que se añade otra, de 2,5 millones, con la Seguridad Social.

Los trabajadores denuncian además que uno de los últimos propietarios, el director de personal, pactó con sus socios un autodespido indemnizado con 43.000 euros. Otro de los socios, el director comercial, ha reconocido que él sí cobra sus emolumentos (tiene un contrato mercantil); y la plantilla sospecha que el tercer socio, el administrador de la empresa hasta su entrada en concurso, sigue cobrando sus nóminas mientras el resto de la plantilla acumula nóminas sin cobrar.

Helicolor perteneció hasta 2012 al grupo Prisa. Ese año se lo vendió al fondo de capital riesgo Sherpa Capital, que descapitalizó y abandonó la sociedad tres años después, a finales de 2015. El staff directivo asumió entonces la sociedad, pero tres de los siete integrantes de aquel equipo abandonaron la empresa posteriormente.

Los avatares empresariales se han acompañado con recortes de empleo –en apenas tres años se han destruido más de 80 puestos de trabajo-, ajustes salariales y endurecimiento de las condiciones laborales. Pese a los sacrificios de la plantilla y la constante actividad y carga de trabajo, la situación de la empresa no ha dejado de deteriorarse.

Las peores noticias, sin embargo, se están produciendo ahora. A la desastrosa venta de los terrenos y las sospechas sobre el destino del dinero ingreso se añade la acelerada pérdida de clientes tras la entrada en concurso de la compañía, lo que complica aún más no ya la superación del concurso, sino la propia viabilidad futura de la imprenta.