Cospedal resucita y Page/Bellido resisten frente a Podemos

Resultados de las elecciones generales del 26-J en Guadalajara. // Fuente: Ministerio del Interior.
Resultados de las elecciones generales del 26-J en Guadalajara. // Fuente: Ministerio del Interior.

Los resultados del 26-J redibujaron en Guadalajara el mapa del bipartidismo que había conseguido romperse en los comicios de diciembre. El triunfo del PP es inapelable: recuperó el segundo diputado y aglutinó el 39,6% de los votos, frente al escaño y el 34,7% obtenido hace seis meses. La llamada al miedo contra Podemos y al voto útil frente a Ciudadanos, ratificada especialmente por el propio Rajoy en Castilla-La Mancha durante la campaña, hizo mella en circunscripciones pequeñas como la nuestra. Unidos Podemos esperaba un trasvase mínimo de votos de Ciudadanos al PP con el fin de rebañar el tercer diputado que el 20-D podía haber conseguido de haber materializado entonces la confluencia con Izquierda Unida. Pero el trasvase fue de proporciones inesperadas.

El PP vuelve al escenario tradicional desde la Transición, con dos diputados por Guadalajara, de tal manera que a su cabeza de lista, la cifontina Silvia Valmaña, le acompañará en el Congreso Ramón Aguirre. Ex presidente de la Sepi y natural de Madrid, Aguirre es un cunero que ni siquiera se ha molestado en hacer campaña por nuestra provincia. Prácticamente no se le ha visto en ningún acto, no ha mostrado interés por los problemas de esta tierra y, por supuesto, no se ha molestado en viajar más allá de Guadalajara capital. Su elección acredita lo que ya dijimos en este mismo espacio antes de las elecciones: que en las circunscripciones como Guadalajara resulta irrelevante a efectos electorales si un partido presente o no a un candidato cunero; lo mollar es la tendencia de voto de su formación. Y el crecimiento del PP desde el 20-D así lo acredita.

La teoría sirve también para analizar los resultados del PSOE. Pablo Bellido y Riansares Serrano hicieron una campaña excelente, seria, mucho mejor que la de su partido en diciembre. Con propuestas centradas en Guadalajara, muy pegados al terreno, en contacto permanente con alcaldes y electores… Pero el PSOE vuelve a quedarse con un diputado, exactamente el mismo guarismo que obtuvo hace medio año con una cunera, Luz Rodríguez, como cabeza de lista.

En todo caso, Bellido y los socialistas alcarreños pueden esgrimir que han resistido el embate de la denominada nueva izquierda, experimentando un leve incremento del voto desde el 20-D. La candidatura al Congreso del PSOE en Guadalajara 7.000 votos y cinco puntos más que la de Unidos Podemos, pese a la coalición entre IU y la formación morada. En este contexto, se trata de un éxito en el que el ex alcalde de Azuqueca ha resultado clave.

Frente a ello, la izquierda del PSOE se llevó la noche del domingo una notable decepción en Guadalajara. Es cierto que Unidos Podemos, en el conjunto de Castilla-La Mancha, pasó de uno a dos escaños, pero sus resultados no cumplieron las expectativas incluso en una comunidad en la que era previsible que el sorpasso se quedara lejos. Entre Podemos e IU sumaron un 21% de los sufragios el 20-D. En cambio, el 26-J la candidatura conjunta se quedó apenas en el 18%. Los factores que movieron a la desmovilización tendrán que ser analizados, no sólo por las direcciones locales de ambos partidos, sino por sus pares estatales. ¿La abstención entre los votantes de Unidos Podemos se debe al rechazo de una parte de los electores tradicionales de IU o, por el contrario, ya estaba fraguada antes de formalizarse la confluencia?

En el caso de Guadalajara es evidente también que ha remado en contra la nula vinculación con la provincia de Ariel Jerez, un candidato cunero que, pese a mostrar más interés en la campaña que en diciembre y pese a la visita relámpago de Pablo Iglesias en vísperas del 26-J, no ha sido capaz de mantener la movilización de la izquierda en las generales de hace tan solo seis meses. Jerez ha demostrado estas semanas ser un candidato sólido y con ideas, pero tan frío como el Ocejón en enero y con escasísimos conocimientos de la tierra por la que aspiraba a obtener un acta de diputado.

La otra pata de la “nueva política” también sufrió los estragos de la campaña del voto útil esgrimida por Rajoy, de la que Ciudadanos tampoco es ajeno. Tanto apelar al demonio venezolano que al final da la sensación de que los electores conservadores prefirieron el original a la fotocopia. Ciudadanos se queda sin representación parlamentaria por Guadalajara. También en Castilla-La Mancha, donde pierde los tres escaños que recabó en diciembre, lastrado por la falta de una dirección regional estable, la ausencia de cuadros y bases del partido en las cinco provincias y los enfrentamientos internos.

En el caso de Guadalajara, el batacazo es relativo. Porque, pese a las carencias políticas e intelectuales mostradas por su candidata, la formación naranja aglutinó el 16,4% del escrutinio, apenas punto y medio menos que el 20-D. Los restos de la Ley D’Hondt castigaron a un partido que en Castilla-La Mancha se quedó sin ningún diputado, pese a obtener solo 18.000 votos menos que Unidos Podemos, que logró dos escaños. Tiene razón Rivera cuando arguye que la ley electoral, en este caso, les ha perjudicado. El problema para Rivera es que es exactamente la misma ley con la que el 20-D alcanzó los 40 diputados en toda España.

La euforia desmedida que durante esta semana han destilado los dirigentes del PP en Castilla-La Mancha es comprensible. Los populares barrieron con 12 escaños frente a los siete del PSOE, que se quedó con los mismos que en diciembre. Los resultados suponen la resurrección política de Cospedal (salió al balcón de Génova justo después de Rajoy y antes que Sáenz de Santamaría) y un refuerzo de la oposición al Gobierno autonómico dado que no es difícil hacer una lectura en clave regional. El PSOE se vio lastrado por una apática campaña en la que quedó patente la división entre el candidato Sánchez y García-Page, en línea con lo ocurrido con la práctica totalidad de los barones. Pero Page sí puede exhibir una diferencia de 13 puntos y más de 140.000 votos respecto a Unidos Podemos. No es un margen baladí.

En conclusión, el bipartidismo sigue rocoso en Castilla-La Mancha. Sin embargo, los datos fríos indican que los populares no pueden descuidar que el voto de Ciudadanos, aunque mermado, sigue prácticamente intacto. Es decir, el PP ha crecido no tanto a costa de la formación naranja sino fruto de su capacidad para movilizar a parte de su electorado que el 20-D se quedó en casa. Extrapolar el 26-J a unas elecciones regionales también sería un error porque la historia de las últimas décadas demuestra que, en una región sociológicamente conservadora como Castilla-La Mancha, el voto en unas autonómicas difiere del de las generales.