Degustar un asado en Pocholo (Torija)

Asado de cabrito en el restaurante Pocholo, en Torija.
Asado de cabrito en el restaurante Pocholo, en Torija.

Torija es una de las puertas de entrada a la Alcarria, un enclave con una ubicación privilegiada –cerca de la capital, al pie de la autovía–idóneo para ser punto de partida de numerosas rutas por la comarca alcarreña. Sin embargo, el pueblo tiene un encanto propio y un perfil destacado que en las últimas décadas ha acentuado a base de empeño, de fiestas convertidas en tradicionales (como el certamen navideño de Rondas) y de un cuidado especial por su patrimonio histórico.

El elemento central para entender la historia de Torija es su castillo, cuyo origen radica en la época de los templarios en el siglo XII. La familia Mendoza asumió la tutela, a partir del siglo XV, de un edificio convertido durante la Guerra de la Independencia en refugio del guerrillero Juan Martín ‘El Empecinado’, aunque fue éste quien voló sus muros para que no pudieran ser usados por las tropas francesas. Posteriormente, el castillo jugó un papel relevante en marzo de 1937, durante la batalla de Guadalajara en la Guerra Civil. De hecho, fue en este recinto donde instalaron su cuartel general Enrique Líster y otros mandos republicanos. El castillo, que ha sido objeto de varias reconstrucciones recientes, es propiedad de la Diputación de Guadalajara. Además, alberga el Centro de Interpretación Turística de Guadalajara (Citug) y el Museo del Viaje a la Alcarria, dedicado íntegramente a la famosa obra de Camilo José Cela y tratado en otro capítulo de este libro (41).

Pero los encantos de Torija no acaban en sus piedras. La villa dispone de uno de los restaurantes en los que mejor se come en Guadalajara, con una relación calidad-precio difícilmente superable. El Asador Pocholo es un restaurante sin lujos ni ostentación que ofrece una materia prima excelente en sus platos. Y, por supuesto, un asado de cordero a la altura o mejor que otros mesones de la provincia que llevan más fama.

Lorenzo Díaz, en su libro La cocina del Quijote, elogió el cochinillo asado que preparan en Pocholo. Pero también resultan especialmente destacables el cabrito o el lechazo. En todo caso, el propietario del local y maestro asador, Miguel Ángel Bravo, conocido como Pocholo, se bandea muy bien en las cazuelas de barro, al margen de lo que haya dentro. Tampoco hay que olvidar los entrantes: las migas, el pisto alcarreño, las milhojas de puerros con gambas o la ensalada de canónigos y queso de cabra.

En Pocholo es fácil encontrar en sus mesas a trabajadores de la zona comiendo muy bien a un precio asequible, junto a políticos o periodistas de la provincia mascullando las glorias y miserias de las profesiones liberales. Este asador, que mejora con los años, cubre una oferta necesaria en La Alcarria. Hace tiempo que se convirtió en un referente de la zona. Y se defiende más que bien con respecto a otras propuestas de Guadalajara capital, favorecido por su cercanía. Pocholo atiende este establecimiento acompañado de su familia. El servicio es eficaz y el trato, agradable. Pocholo es sinónimo de relajo y buen condumio. Un auténtico templo del placer de comer.