Tres imágenes se vienen a la cabeza cuando hablamos de Majaelrayo: el color negruzco de sus casas, el afable y malogrado abuelo del anuncio televisivo y la fiesta del Santo Niño con los danzantes del pueblo. Majaelrayo es un diamante de la Sierra del Ocejón. Sobresale sin exuberancia, con sencillez y armonía, por su riqueza arquitectónica, su calidad de ambientes, su variedad paisajística y su ancestral folclore, basado en lo tradicional del acervo festivo de Castilla. En el sesmo de la Transierra, Majaelrayo ofrece al viajero el sosiego de sus ínfimas travesías, de sus sorprendentes portales o de sus escuetos corralillos. Todos, con un elemento de unión: la arquitectura popular serrana.
Las heladas aguas del arroyo Jaramilla riegan la periferia del pueblo y refrescan, sobre todo en época estival, las callejas del lugar. Las mismas por las que el botarga y sus ocho danzantes (cuatro “guías” y cuatro “guardas”) animan, el primer domingo de septiembre, una fiesta que merecidamente alcanzó la categoría de Interés Turístico Regional en 1986, y cuya organización corre a cargo de la Hermandad del Santo Niño.
Primero en misa y después en procesión hasta la plaza, las sonajas del botarga que, por cierto, ya no asustan a la chiquillería, sirven de preludio y acompañamiento interesantísimo para la ejecución de las danzas, tales como el Cordón, las “espadas”, las “fajas”, de una enorme vistosidad, y “domingo m’enamoré”.
Las danzas de Majaelrayo datan de tiempo inmemorial. Antiguamente se celebraban el tercer domingo de enero, festividad del Dulce Nombre, si bien a primeros del siglo XIX se trasladaron al primer domingo de septiembre (festividad del Santo Niño). De esta forma, se garantizaba la asistencia de todos los vecinos, puesto que por esa época la mayoría de los vecinos eran pastores que pasaban el invierno en las dehesas extremeñas con los rebaños de ovejas merinas. Isidoro Moreno, estudioso local, considera que es posible que el origen de esta fiesta se remontara a los primeros y distintos colonos del lugar, procedentes de Segovia, Burgos, Galicia, Santander y el País Vasco.
El atuendo de danzante mantiene rasgos similares con otros de los diferentes grupos de danzas de Guadalajara. En Majaelrayo existen dos tipos de indumentaria, el traje de ceremonias y el traje de vísperas. El primero se compone de gorro en forma de mitra, confeccionado con flores artificiales, camisa blanca calada, espalda, bandas sobre el pecho, lazos en las mangas de la camisa, flores de tela en los hombros, calzones, calcetas (medias blancas altas), enaguas almidonadas, zapatillas valencianas con suela de esparto y pañuelo de cintura. El traje de vísperas está integrado por pantalón y calzados normales, camisa blanca, una única banda sobre el pecho y un pañuelo de cabeza.
Majaelrayo, sí, enamora. Y mucho. El pueblo alcanzó notoriedad nacional a finales de los noventa cuando Jesús García Velasco, “el abuelo de Majaelrayo”, protagonizó el anuncio de una conocida marca de coches. La tele le convirtió en un personaje y también en un embajador de este enclave de los Pueblos Negros. Actualmente, su yerno, Octavio Mínguez “Tavi” sigue siendo un pulmón de la cultura en el valle del Ocejón.
Majaelrayo merece siempre una visita. Para recorrer sus callejas, salpicadas por construcciones de lajas de pizarra, asistir a sus fiestas o escalar el Ocejón desde esta vertient. O simplemente para comer un asado en el Mesón Jabalí, un coqueto y acogedor restaurante que aguarda con viandas caseras al pie de la montaña sagrada de Guadalajara.
NR. (Las danzas tiene lugar este fin de semana, días 31 de agosto y 1 de septiembre. Horario consultar con el ayuntamiento)