El castillo de Sigüenza también tiene su fantasma

La Ciudad del Doncel es una localidad cargada de historia y patrimonio. Recorrer sus calles significa sumergirse en el pasado más ignoto. El caminante tiene la oportunidad de conocer cómo era realmente la Edad Media, gracias a la sucesión de palacios, iglesias, callejuelas y plazas de esta época que persisten en la localidad. Incluso, el visitante cuenta con la oportunidad de conocer la catedral de Santa María y el castillo de los obispos, dos complejos de luenga singladura, y con un gran interés artístico.

Precisamente, esta última infraestructura –la fortaleza episcopal– es uno de los principales monumentos de la provincia. Se constituye como “un primitivo castro ibérico y posterior emplazamiento romano, asiento –luego– de visigodos y árabes. Fue, además, reconstruido y ampliado tras la toma de la ciudad por los castellanos en 1123, sirviendo –durante centurias– de residencia a los prelados seguntinos, señores del lugar”, explica el cronista provincial de Guadalajara, Antonio Herrera Casado, en su libro «Sigüenza, una ciudad medieval».

Bajo la dominación cristiana se edificaron las dos torres gemelas del paramento norte, que –desde entonces– han servido de entrada a la infraestructura. “Es destacable lo grandioso de su recinto, completamente rodeado de un fuerte muro almenado, en cuyas esquinas surgen torreones de refuerzo”, analiza Herrera Casado.

Una vez dentro del edificio, lo primero que el visitante atraviesa es su vestíbulo. Este espacio, a su vez, permite el paso al patio central del castillo, donde se distinguen unas galerías de madera y un pozo antiquísimo. “Son reseñables algunos de los salones existentes de la fortaleza, como el del «trono» –donde administraban justicia los obispos– y el de «doña Blanca», de grandes dimensiones”, se indica «Sigüenza, una ciudad medieval».
Tras años de abandono, que supusieron la ruina casi total del complejo –sobre todo, tras la Guerra Civil española–, a mediados de la década de 1970 fue reconstruido y convertido en Parador Nacional de Turismo, uso que se mantiene en la actualidad. A pesar de este cambio de utilización, aún hoy se conserva una de las leyendas que han hecho famoso al monumento. Se trata de la supuesta aparición del espíritu de la reina Blanca de Borbón, quien estuvo presa en el lugar entre 1355 y 1359 por orden de su marido, Pedro I «el Cruel».

“Parece ser que, en muchas ocasiones, los trabajadores del Parador y algún que otro cliente han sido testigos del surgimiento de una neblina que flota en el aire y que deambula por los pasillos y corredores del alojamiento”, relata el investigador Ángel Arroyo, autor del libro «Prodigios y misterios de la provincia de Guadalajara», una obra que se puede consultar en este enlace. “Poco a poco, los rumores se fueron distorsionando, hasta asegurar que por las noches se escuchaban los sollozos de una mujer y el ruido de unas cadenas arrastrándose por las diferentes estancias”.

A pesar de que doña Blanca falleció muy lejos de Sigüenza –su último aliento vital lo tuvo en Andalucía–, varios ciudadanos “afirman haber sentido una presencia extraña, y algunos cuentan haber observado una especie de nebulosa con forma de mujer que flota en el aire y recorre los pasillos del lugar durante la noche”, relata Ángel Arroyo.

Sin embargo, otras voces, ante la imposibilidad de que el supuesto espíritu sea de la reina castellana –murió a centenares de kilómetros de esta fortaleza–, han llegado a proponer que se trata de la presencia del obispo aquitano Bernardo de Agén, conquistador de la ciudad a inicios del siglo XII. El cuerpo del prelado yace –aún hoy– en la catedral seguntina, aunque murió en Huertahernando en 1152.

No obstante, y según las leyendas vinculadas a este tipo de sucesos, “un fantasma es el espíritu de una persona muerta que se aparece en el lugar donde ha fallecido”, explica Ángel Arroyo. En este caso, nos encontraríamos –por tanto– “ante dos excepciones, ya que una posible protagonista del relato murió en tierras andaluzas [doña Blanca de Borbón], y el otro en Huertahernando [don Bernardo de Agén]”, un pueblo domiciliado a decenas de kilómetros de la Ciudad del Doncel.

Por ello, los especialistas muestran su escepticismo al respecto. “¿Se trata de un fenómeno paranormal? ¿Es el fantasma de doña Blanca? ¿Es el de don Bernardo? Todo apunta a que no, pero si alguien tiene ocasión de presenciar otra aparición espiritual en el castillo, por favor, no salga corriendo y acérquese, para preguntarle cuál de los dos es –si Blanca o Bernardo–, con el fin de salir de dudas”, se solicita en «Prodigios y misterios de la provincia de Guadalajara». En cualquier caso, lo importante es que la tradición oral continúe, y sea transmitida de generación en generación. Este tipo de relatos forman parte del subconsciente colectivo y facilitan el acercamiento al pasado. ¡No podemos perderlos!

La historia de doña Blanca de Borbón

XIX Jornadas Medievales de Sigüenza 2018

Blanca de Borbón (1339-1361) fue una aristócrata francesa que llegó a ser reina consorte de Castilla, gracias al matrimonio pactado con el monarca castellano Pedro I (1334 -1369), apelado «El Cruel». El mencionado gobernante accedió al trono en 1350. Sin embargo, siempre mantuvo un enfrentamiento con sus hermanastros, Fadrique Alfonso de Castilla y Enrique de Trastámara, que anhelaban derrocarle del poder. Ante el incremento de apoyos que estos nobles iban cosechando, decidió buscar sustentos internacionales. Y en este contexto, destacaron las negociaciones con Francia, un reino más afín a sus intereses económicos y militares. Un pacto que se rubricó, oficialmente, el 2 de julio de 1352.

“Este acuerdo requería un contrato matrimonial entre Pedro I de Castilla y Blanca de Borbón, perteneciente a la nobleza francesa. También implicaba el pago de una gran dote del rey francés a las arcas castellanas”, explicaba Ángel Arroyo. Pero, en verdad, la aristócrata gala “nunca deseó este casamiento y renegó del mismo hasta en tres ocasiones. Sin embargo, obligada por el rey Juan II y por su propio padre, al final accedió”. La boda se celebró en Valladolid el 3 de junio de 1353, aunque dos días después, y sin que se consumaran los esponsales, el mandatario castellano repudió a la mujer. A continuación, el gobernante partió para reunirse con su amante, María de Padilla, con quien ya mantenía una relación amorosa.

XIX Jornadas Medievales de Sigüenza 2018

“El enfado de Pedro I de Castilla se pudo deber al impago de la dote que debía recibir por su contrato matrimonial, debido a la falta de dinero del monarca francés”, explican los investigadores. “La mujer, tras ser repudiada, decidió irse a Medina Sidonia (Cádiz) junto a la reina madre, pero, cuando estalló la guerra civil en Castilla [entre partidarios y detractores de Pedro I], el rey ordenó que fuera apresada y enviada al castillo de Arévalo (Ávila) y, luego, al Alcázar de Toledo”, relata Ángel Arroyo.

Entre 1355 y 1359, doña Blanca fue aprehendida de nuevo, siendo destinada al castillo de Sigüenza. “No estuvo encarcelada, ni atada con cadenas. Sólo se encontraba custodiada para que no ejerciera de reina consorte ni pudiera escapar de allí”, se explica «Prodigios y misterios de la provincia de Guadalajara». “Permaneció en la fortaleza cuatro años, rodeada de personas de su confianza: dos caballeros que la escoltaban, su capellán y secretario, el tesorero, y una dama de compañía”.

XVIII Jornadas Medievales de Sigüenza. © Ayuntamiento de Sigüenza

En 1359 fue trasladada a El Puerto de Santa María (Cádiz), mientras que en 1361 su todavía esposo –Pedro I– ordenó su traslado al alcázar de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde la confinó en una torre, lugar en el que falleció. “Es posible que muriera por causas naturales, ya que poco tiempo antes había pedido a los monjes del Monasterio de San Francisco, radicados en dicha ciudad gaditana, un lugar para ser enterrada”.

Empero, otras leyendas aseguran que fue asesinada por su marido –por un tiro de ballesta–, mientras que ciertos autores sitúan su asesinato en un torreón de la muralla de Medina Sidonia. Persiste el debate al respecto.

 

Bibliografía
ARROYO BENITO, Ángel. «Prodigios y Misterios de la Provincia de Guadalajara». Guadalajara: Océano Atlántico Editores y AACHE Ediciones, 2021.
HERRERA CASADO, Antonio. «Sigüenza, una ciudad medieval». Guadalajara: AACHE Ediciones, 1991.