El Tajo Medio también es biodiverso

Cuando se menciona el Tajo, a todos nos viene a la cabeza su tramo inicial. Un entorno impactante, definido por su impresionante naturaleza, sus inigualables cañones y sus endemismos únicos. Incluso, los más avezados, ante la misma referencia, también describirán el estuario mediante el que desemboca el río en Lisboa. Sin embargo, esta cuenca hidrográfica ofrece otras muchas sorpresas. Y para muestra, su tramo medio, que también se encuentra protegido bajo la figura de «Reserva Fluvial Sotos del Tajo». Esta consideración, a lo largo de sus 121,31 hectáreas, atraviesa los términos de Zorita de los Canes, Pastrana y Yebra.

La referida declaración, en vigor desde el 7 de octubre de 2003, engloba las áreas ocupadas por vegetación natural de ribera, situadas a ambos márgenes del Tajo. Únicamente se excluye de este reconocimiento el casco urbano zoriteño, emplazado en la orilla izquierda. “El paisaje de la zona está modelado por un mosaico de cultivo, que en las cercanías fluviales se convierten en densas comunidades riparias, donde choperas y saucedas forman una espesa franja de vegetación”, se asegura en el decreto 288/2003, que preservaba el referido contexto ambiental.

“Hacia el interior del cauce, las densas arboledas dominadas por Populus alba y Populus nigra son acompañadas –e, incluso, sustituidas– por especies del género Salix, que están más adaptadas a las variaciones de los caudales y a las etapas de inundación prolongadas”, explican desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. “Acompañando a este importante complejo, aparecen los tarayales, así como formaciones palustres de carrizo, juncales, espadañales o cañaverales, que sirven de refugio y zona de reproducción a un gran número de especies de flora y fauna de ambientes más húmedos y umbrosos, que los que proporcionan los encinares y cultivos cercanos”. Por tanto, nos encontramos ante un bosque de galería con un magnífico grado de conservación, que bien merece ser visitado.

Sin embargo, la riqueza de este enclave no finaliza aquí. En el entorno también destaca la fauna, como “la amplia y variada” comunidad de especies volátiles, razón por la cual la «Reserva Fluvial Sotos del Río Tajo» se encuentra incluida en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de la «Sierra de Altomira». Al mismo tiempo, “la comunidad de peces es rica y diversa”, descollando el barbo comizo y la boga de río –ambas consideradas como “endémicas de la Península Ibérica”–, además de los ejemplares de tenca.

En cambio, “la importancia de la fauna invertebrada viene dada por la presencia de los moluscos de agua dulce”, aseguran desde la Consejería de Desarrollo Sostenible, responsable de la gestión del espacio. Entre ellos, el Unio pictorum y la Potomida littoralis, calificados de «interés especial» en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas. De esta forma, “la rareza y singularidad de sus hábitats, así como la existencia de numerosas especies protegidas, confirman la importancia de la «Reserva Fluvial Sotos del Río Tajo», que – a su vez– se encuentra dentro de la propuesta de Lugares de Importancia Comunitaria (LIC)”, reseñan desde la Junta de Comunidades.

La importancia de la protección
Una riqueza que se ha querido preservar para las generaciones futuras, gracias a la figura de Reserva Fluvial. La referida declaración pretendió –hace 21 años– “garantizar la conservación de la flora, aguas, paisaje, launa, gea y atmósfera del enclave”, así como “la estructura, dinámica y funcionalidad de sus respectivos ecosistemas y geosistemas, con especial atención a las formaciones riparias y a las especies de fauna catalogadas presentes en el área”. Unas finalidades que –a día de hoy– se han alcanzado.

Además, se pretendieron “restaurar los recursos naturales que se encontraran degradados” y “promover la investigación aplicada a la conservación de la naturaleza”, añadían desde el gobierno regional. Y, al mismo tiempo, se ha apostado por la divulgación de los valores ambientales de la zona, un fin que se ha alcanzado a través de diversas fórmulas, como la práctica del senderismo. Entre las propuestas senderistas existentes en los alrededores se halla la «RCGU–13: Almonacid de Zorita. El camino de Zorita».

Se trata de una ruta circular, de 16 kilómetros de longitud, que se puede completar en cuatro horas. Es un recorrido fácil de conseguir, al transcurrir por “sendas bien marcadas y pisadas”, explica el especialista Ángel de Juan. Asimismo, “en algunos tramos pasa por carreteras con poco tráfico”. E, incluso, la propuesta “se puede hacer en cualquier época, aunque no es recomendable en las horas centrales del día durante la época estival”.

Durante la ruta, habrá varios tramos que discurrirán por la ribera del Tajo, coincidiendo con la «Reserva Fluvial». “Tras recorrer Zorita de los Canes, saldremos en dirección sur por el camino asfaltado que sigue cercano al Tajo y que lleva a Recópolis, las ruinas de una ciudad visigoda que aconsejamos visitar”, añade Ángel de Juan. Se trata de una urbe fundada en el 578 de nuestra Era por el rey Leovigildo en honor a su hijo Recaredo. Y, además, se constituyó como la capital de la provincia «Celtiberia», de límites imprecisos, aunque domiciliada al Este de la «Carpetania».

La vida de esta localidad se mantuvo con una gran efervescencia hasta comienzos del siglo IX, centuria en la que desapareció como enclave urbano. Además, se constituyó como un punto de gran relevancia continental, “al ser la única ciudad de nueva planta construida por iniciativa estatal en los inicios de la Alta Edad Media en Europa”, asevera Lauro Olmo Enciso, catedrático de arqueología de la Universidad de Alcalá (UAH). De hecho, llegó a ser “un importante centro administrativo, político y económico”.

A día de hoy, todavía se pueden encontrar multitud de vestigios correspondientes al pasado glorioso del enclave. “De la época visigoda se conservan los restos de un complejo palaciego, de las fortificaciones y de un área de viviendas”, confirma Jesús Valiente Malla, en «Guía de la arqueología de Guadalajara». Además, desde noviembre de 2005, Recópolis ha recibido la declaración de «Parque Arqueológico».

Esta figura se define de acuerdo al artículo segundo de la Ley 4/2001, como “el espacio físico dentro del cual, sin perjuicio de la concurrencia de otros valores culturales o naturales, confluyen necesariamente los siguientes dos factores: a) La presencia de uno o varios bienes de interés cultural declarados, con categoría de «Zona Arqueológica», conforme a la legislación de Patrimonio Histórico vigente. b) Unas condiciones medioambientales adecuadas para la contemplación, disfrute y comprensión públicos de dichas «Zonas Arqueológicas»”.

Dichas consideraciones se adaptan a la perfección tanto al entorno de Recópolis como a la propia «Reserva Fluvial Sotos del Río Tajo», que protege un contexto natural de primer orden, en el que se estimulan la “contemplación, disfrute y comprensión pública” de valores ambientales e históricos. Además, puede ser recorrida mediante diversas alternativas deportivas, como el senderismo. Por tanto, nos encontramos ante un contexto natural que debe ser puesto en valor. El tramo medio del río Tajo también es biodiverso.

Bibliografía
OLMO ENCISO, Lauro. “Recópolis: una ciudad en una época de transformaciones”, Zona Arqueológica, 9, 2008, pp.: 41-62.
VALIENTE MALLA, Jesús. Guía de la arqueología en Guadalajara. Guadalajara: AACHE Ediciones, 1997.