El Valle del Ungría ya está protegido

El pasado lunes, 17 de mayo, saltaba la noticia. Gracias a un decreto emitido por la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla–La Mancha, denominado 22/2022, se declaraba el «Paisaje Protegido Valle del Río Ungría». Una figura que ocupará 7.068,01 hectáreas y que afectará a los términos municipales de Atanzón, Brihuega, Caspueñas, Centenera, Gajanejos, Guadalajara ciudad, Ledanca, Lupiana, Muduex, Trijueque y Valdeavellano. Todos ellos, territorios emplazados en nuestra provincia.

Estamos hablando de un espacio natural ubicado a 20 kilómetros al Este de la capital arriacense y encuadrado en la comarca de la «Alcarria». “El mencionado valle se asienta sobre materiales terciarios, presentando una geomorfología típica del paisaje alcarreño. Es decir, aquel compuesto por parameras llanas sobre calizas pontienses surcadas por vaguadas con perfil en «U», de fondos planos y arcillosos, y con laderas en las que afloran materiales más blandos, como margas y yesos”, explican desde la Junta de Comunidades.

Por tanto, en dicha unidad paisajística se distinguen –en primer lugar– las referidas mesetas. Y, por otro, las depresiones fluviales. Las primeras –denominadas parameras– “se encuentran ocupadas por cultivos de cereal de secano y ejemplares de encina muy dispersos, a excepción de su zona más septentrional, en la que aparecen extensas formaciones mixtas de encina y quejigo”. Sin embargo, este elemento –finalmente– no ha sido incluido en la protección aprobada el pasado 17 de mayo. En cambio, el fondo del valle –que sí formará parte de la nueva figura ambiental– se halla ocupado por “cultivos extensivos y huertos, a excepción de la estrecha franja del bosque de ribera que acompaña al río”.

Además, se ha de mencionar la relevancia de las laderas. “Las de solana están cubiertas por coscojares, aligares y matorral de aromáticas en distintos estados de mezcla, que ocupan pastizales y olivares abandonados”. A su vez, las partes de umbría se encuentran tamizadas por “quejigares en distintas densidades”. De hecho, “esta combinación de geomorfología, vegetación natural y cultivos configura un paisaje típicamente alcarreño con escasa o nula presencia de infraestructuras”, explican desde Consejería de Desarrollo Sostenible.

Una gran relevancia ambiental
Gracias a esta buena preservación, en el «Paisaje Protegido Valle del Río Ungría» se distinguen diversos valores florísticos. Entre ellos, quejigares puros y mezcla con encinar; zonas palustres de fondo de valle, con relevantes junqueras; galerías fluviales, compuestas primordialmente por alamedas; o diversas comunidades rupícolas. No en vano, “existen estudios que hablan de hasta 850 taxones de flora en la zona, 11 de ellos incluidos en el «Catálogo Regional de Especies Amenazadas» y englobados en la categoría de «Interés Especial»”.

Por tanto, nos encontramos ante una zona de gran riqueza ambiental. “Destaca la singularidad e importancia de los valores paisajísticos del Ungría, al ser un valle estrecho que se excava en la llanura alcarreña, como consecuencia del encamamiento del río en el páramo, generando una geomorfología de alto valor paisajístico, con meandros cerrados y barrancos encajados, tapizado con una vegetación bien conservada, que le otorga variedad cromática y de texturas”, describen los especialistas. Todo ello, “configura un paisaje dinámico, de agradable vista, cuya heterogeneidad viene aumentada por la diversidad de ambientes y rincones”.

Además, este mismo territorio es relevante por su riqueza animal. “El análisis de la zona arroja un total de 79 especies de fauna protegida”, explica el coordinador de la Dirección General de Medio Natural y Biodiversidad, Alfredo Chavarría. Entre las mismas, son relevantes “el grupo de rapaces –tanto rupícolas como forestales–, habiéndose constatado la presencia regular de águila real, halcón peregrino, búho real, águila calzada, águila culebrera, azor, gavilán y ratonero, así como de aves ligadas a medios forestales”.

Además, “el valor ambiental se ve incrementado por los elementos del legado cultural de la ganadería extensiva practicada en el lugar, como antiguos chozos o parideras”. Así, nos encontramos ante un conjunto natural muy especial, que “no existe en ninguna otra parte de la región”, confirma Chavarría. Una riqueza que ya fue puesta de manifiesto por los grupos de acción local FADETA y ADAC en 2012, al manifestar la existencia de un gran interés por proteger el lugar. Una idea que se retomó en 2017, tras la solicitud oficial de los ayuntamientos afectados, que insistieron en la conservación del entorno.

Por ello, desde el Ejecutivo regional se ha decidido –al fin– preservar la zona. “El objeto de la presente declaración es establecer el marco normativo preciso para otorgar una atención preferente a la conservación de los valores ecológicos, geológicos, estéticos, paisajísticos, culturales, educativos y científicos del territorio”, indican fuentes autonómicas.

Una decisión que pretende la protección de la relevancia ambiental del lugar; la restauración de las áreas y recursos naturales que se encuentren degradados; o la garantía del uso sostenible de los recursos naturales renovables. En definitiva, se busca “el desarrollo sostenible, compatibilizando al máximo la conservación de los valores con el aprovechamiento ordenado de sus recursos y la utilización de los mismos con fines científicos, educativos, culturales y recreativos, en armonía con los derechos de su población y su desarrollo socioeconómico”.

Por ello, se han previsto una serie de actividades que han de estar sujetas a autorización, aunque no se encuentren prohibidas. En esta categoría llaman la atención la inclusión de “la instalación de nuevos tendidos aéreos de transporte o distribución, si no hay otra alternativa técnica viable”, o la edificación de “gaseoductos, oleoductos, líneas eléctricas o telecomunicaciones soterradas”. Si se solicitan los permisos oportunos, se podrían ejecutar las referidas infraestructuras…

La polémica
Una disposición que sólo adquiere sentido si se pone en contexto. De hecho, en la «zona periférica de protección» –aquella que rodea al nuevo «Paisaje» definido por Castilla–La Mancha– se consideran «actividades sujetas a autorización» –es decir, no prohibidas– la edificación de “instalaciones industriales para la producción y transporte de energía, sustancias o materias no soterradas, salvo las que se ubiquen a menos de 250 metros del límite del espacio natural”. Por tanto, a nivel legal, se permitiría la posibilidad de realizar plantas de obtención energética, cuyo impulso se vería facilitado por la posibilidad de realizar “nuevos tendidos aéreos de transporte o distribución” en el territorio que acaba de protegerse…

Además, y como se comentaba anteriormente, en el decreto 22/2022 no se ha contemplado la inclusión de las parameras en la nueva declaración –se consideran «zona periférica»–, a pesar de reconocerse su relevancia paisajística. Sólo se ha querido conservar el valle del Ungría. “Desde la Consejería no han atendido ninguna de las alegaciones que han planteado los ayuntamientos de Atanzón, Valdegrudas y Caspueñas, ni las presentadas por los grupos ambientalistas, entre los que nos encontramos Dalma, Ecologistas en Acción y nuestra propia organización”, denuncia Rosa Pardo, de la Asociación para la Defensa del Paisaje Protegido Río Ungría (ADEPRU).

“Y el resultado ha sido que el espacio que se ha dejado de amortiguación [correspondiente con las parameras] podrá ser llenado de placas solares, salvo en los 250 metros más próximos a la nueva declaración”. A día de hoy, ya se han se han presentado varios proyectos fotovoltaicos en estas mesetas. Al menos, uno de casi 500 hectáreas en Fuentes de la Alcarria, otro de 100 hectáreas en Valdegrudas, y otras dos iniciativas más en Caspueñas, critican desde ADEPRU.

En consecuencia, “lo que han hecho [desde el gobierno regional] ha sido pervertir completamente el sentido que tenía el proyecto cuando fue consensuado entre los ayuntamientos y los vecinos”, explica Pardo. En la petición inicial se pedía “la protección del páramo como elemento fundamental del paisaje alcarreño”, medida que –finalmente– no se ha incluido en el decreto 22/2022. “Han desprotegido la meseta para dar paso a las megainstalaciones solares”, enfatizan los ecologistas. “Se han plegado a los intereses de las compañías eléctricas”.

– Pero, ¿por qué no se han contemplado los páramos de esta zona, cuando son una parte fundamental del paisaje alcarreño?

– Esta unidad geográfica no representa ninguna singularidad especial. Se trata de un elemento que aparece a lo largo de decenas de kilómetros en muchos puntos de la provincia, como en el entorno de la A2 –explican desde la Delegación de Desarrollo Sostenible de Guadalajara–. Entonces, ¿por qué hay que proteger las parameras de estos pueblos y no los de Almadrones, Saúca o Torija? No existe ninguna particularidad en las mesetas del Ungría. El valle del río es el que marca la diferencia…

Sin embargo, desde diferentes consistorios y entidades ecologistas insisten en que la conservación debería ser integral, incluyendo los «altiplanos». No debería limitarse únicamente a la depresión fluvial. Incluso, denuncian que la exclusión de los «altos» estaría motivada por la implantación de complejos de energía solar. Pero, ¿qué opinan de estas acusaciones desde la administración competente? “En primer lugar, recalcar que no todos los ayuntamientos de la zona están de acuerdo en proteger las parameras”, confirma el delegado de Desarrollo Sostenible en Guadalajara, José Luis Tenorio. En cualquier caso, “este proceso de declaración se ha realizado de forma completamente independiente al asunto de las fotovoltaicas”.

“Es indudable que estamos en una zona en la que se han presentado unos proyectos producción solar, pero las delimitaciones del espacio protegido se han realizado –en todo momento– bajo un criterio técnico y de acuerdo a unos valores que se deben conservar”, aclaran desde el ejecutivo regional.

– Entonces, ¿confirman que se ha planteado la edificación de complejos de producción de energía solar en las proximidades de la nueva figura de preservación?

– Sí, porque en la provincia existen pocos puntos donde se pueden enganchar los parques tecnológicos. Uno de ellos se encuentra en la subestación del AVE y varios proyectos se conectarían a la misma para descargar la energía –confirma José Luis Tenorio.

En cualquier caso, el delegado de Desarrollo Sostenible insiste que estos son dos procesos “independientes”. Por un lado, se encuentra el de la protección del Ungría. Y, por otro, los de las placas solares. Según este representante autonómico, no tienen nada que ver entre sí. De hecho, Tenorio insiste en que sólo se habrían atendido a “criterios técnicos” en la delimitación del nuevo «Paisaje Protegido».

De cualquier forma, esta nueva declaración ambiental traerá muchos beneficios a la zona. “El principal de ellos es que dicho territorio, a partir del establecimiento de un nuevo régimen de usos y actividades, quedará blindado ante posibles agresiones”, explica el coordinador de la Dirección General de Medio Natural y Biodiversidad, Alfredo Chavarría. “Y, al mismo tiempo, dicha figura de conservación se alza como una marca de calidad de cara al desarrollo de propuestas vinculadas con el uso y el disfrute de la naturaleza”. No en vano, el “valle del río Ungría era un perfecto desconocido, y con esta protección empieza a sonar con bastante fuerza tanto en Guadalajara como en Castilla–La Mancha”. ¡No te lo puedes perder!