Guadalajara: espacio de lagunas

Laguna Grande y Laguna Chica en Puebla de Beleña
Laguna Grande y Laguna Chica en Puebla de Beleña

«El agua es vida». Una realidad que se observa en la rutina diaria. El ser humano no podría subsistir sin el líquido elemento. Algo que también ocurre en la naturaleza. El medio ambiente necesita esta «sustancia» para conservar su equilibro. Por ello, se debe enfatizar la importancia que tienen los humedales. Son un elemento clave, debido a sus funciones hídricas, naturales, ecosistémicas e –incluso– de abastecimiento.

En consecuencia, no es extraño que muchos de estos espacios lacustres posean protección. “Los humedales son ecosistemas que albergan una alta biodiversidad y que, como consecuencia de su elevada fragilidad y el uso que en –muchas ocasiones– se ha hecho de ellos, son cada vez más escasos. Su conservación y restauración es de gran interés”, aseguran desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha, administración competente en la materia.

En este sentido, se debe destacar el caso de Guadalajara. En la provincia, a pesar de no ser una de las más lluviosas del país, existen varias lagunas de enorme relevancia. Y muchas de ellas presentan algún grado de conservación. Un ejemplo de ello se emplaza en Somolinos. Esta charca reúne “valores geológicos y geomorfológicos de gran interés, contando con humedales permanentes, hoces y escarpes naturales. Todos ellos, elementos geomorfológicos de protección especial”, señalaba el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de dicho entorno.

Laguna de Somolinos
Laguna de Somolinos

El origen de este espacio es kárstico, se sitúa en el fondo de un valle y presenta un buen estado de conservación. “Se trata de un sistema lacustre frágil y singular por su génesis, que le convierte en un tipo muy poco frecuente a nivel europeo”, se aseguraba en el mencionado documento. Esta fragilidad del ecosistema hace que su conservación sea mucho más necesaria. “Cualquier actuación que implique variaciones importantes del caudal o afecte a la estructura tobácea del dique natural de la laguna puede poner en peligro el delicado equilibrio físico–químico–biológico de la misma”, aseguran las autoridades competentes.

Además, es destacable toda la vida existente en rededor de esta «balsa». Por una parte, la flora. Muchas de las “formaciones vegetales” existentes en el lugar poseen una “consideración de hábitats de protección especial”, se indicaba en el PORN. “El hecho de que la Sierra de Pela constituya un nexo de unión entre los Sistemas Central e Ibérico, unido a sus peculiaridades geomorfológicas, litológicas y climáticas, determina ámbitos corológicos muy diversos, que propician una apreciable riqueza florística”, añaden los gestores del espacio.

De igual forma, la fauna del lugar presenta una riqueza digna de mencionar. Existen especies que, como el «zampullín chico», la «polla de agua» o la «garza real», se encuentran protegidas bajo la consideración de «Interés especial». Incluso, en el entorno existen aves no acuáticas, como el «águila real», el «buitre leonado», el «alimoche» o la «alondra Dupont».

Un ave se zambulle en la Laguna de Somolinos
Un ave se zambulle en la Laguna de Somolinos

Sin embargo, tampoco se debe pasar por alto la comunidad de anfibios y reptiles. Algunas de las especies que campan a sus anchas por la laguna de Somolinos son la «salamandra común», el «tritón jaspeado», el «sapo partero común», la «ranita de San Antonio», el «galápago europeo» o la «culebra lisa europea», entre otros ejemplos. Incluso, hay mamíferos en el lugar. Uno de los más destacados es la nutria. Sin embargo, existen otros muchos, como el tejón, el gato montés, la garduña o la comadreja. “La laguna supone un enclave de gran variedad cromática y alto valor paisajístico”, se explicaba en el PORN.
Grande y chica.

No muy lejos de allí, en Puebla de Beleña, se encuentra un humedal de carácter temporal, compuesto por las lagunas Chica y Grande, de 17,57 hectáreas y 34,18 hectáreas respectivamente. Las mismas se constituyen como unas balsas de agua “sedimentarias, endorreicas y temporales”, según indicaba su PORN. La única aportación de agua a estas charcas procede de las precipitaciones, lo que genera que se vean sometidas a “largos periodos de desecación y, también, de encharcamiento”.

La Laguna Grande en Puebla de Beleña
La Laguna Grande en Puebla de Beleña

En su ecosistema se distinguen tanto formaciones de vegetación acuática como otras especies. Por ejemplo, en los bordes de las lagunas se instalan “formaciones de pequeñas plantas anuales”. “Y, al avanzar el verano [tras producirse la desecación], y sobre los suelos que soportan una inundación más prolongada, se desarrolla una comunidad en la que la planta más representativa es el cardo de las charcas”, se indicaba en el PORN. Incluso, en el lugar se distinguen ciertas especies singulares, como el «trébol de cuatro hojas peludo».

Con respecto a la fauna, las lagunas de Puebla de Beleña son una zona importante a nivel nacional como colector en migración para la grulla común. También tienen una gran importancia para las aves acuáticas, con presencia de especies amenazadas como el zampullín cuellinegro y la cigüeñuela –a lo largo del su periodo reproductor– o la garza imperial, la cigüeña blanca o la cigüeña negra, durante sus migraciones”, aseguran desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. “El uso que realiza la avifauna acuática de estas lagunas es muy dependiente de su nivel de encharcamiento, que presenta una gran variabilidad estacional e interanual”, añaden las autoridades competentes.

El carácter temporal de las charcas mencionadas provoca que no existan peces en las mismas. “La población piscícola es inexistente a causa de las repetidas desecaciones naturales a las que se ven sometidas estas lagunas. No obstante, en tiempos pasados tuvieron una comunidad de carpas, introducida artificialmente”, explican los especialistas.

En cualquier caso, se han identificado ciertas actividades que pueden ocasionar amenazas para la pervivencia de este espacio, debido al pequeño tamaño del espacio inundado. Entre los peligros más relevantes se encuentran los cambios en el uso del suelo. “Presentan un elevado riesgo de eutrofización por aumento de la cabaña ganadera o por el uso de fertilizantes y biocidas en los cultivos en los cultivos de cereales adyacentes”, confirman los expertos.

Vamos al Señorío de Molina

La Laguna de Taravilla
La Laguna de Taravilla

Sin embargo, la riqueza lagunar arriacense no finaliza aquí. Todo lo contrario. Y para muestra, un botón. El Señorío de Molina es digno de visita. En esta comarca se encuentra uno de los espacios acuáticos más conocidos de la provincia. Se trata del ubicado en Taravilla, que se constituye como una balsa de agua de montaña situada al sur de esta localidad. Por tanto, se encuadra en el Parque Natural del Alto Tajo…

Esta charca se encuentra a 1.140 metros de altitud y está alimentada por un arroyo permanente. Su profundidad es importante. En las zonas más hondas alcanza los 11 metros. El complejo se caracteriza por ser de origen kárstico y por tener aguas dulces.

Además, el fondo del valle en el que se ubica presenta un cerramiento de tipo glacial, que permite que el líquido elemento se embalse y dé lugar a la laguna…

La Laguna de Taravilla
La Laguna de Taravilla

Por su exuberancia y valores naturales, el espacio existente en Taravilla siempre ha recibido un gran número de visitantes. Incluso, ha aparecido en obras literarias. De hecho, se trata de uno de los escenarios de la novela «El río del Edén», de José María Merino.

Precisamente, uno de los principales riesgos a los que se ve sometido este entorno ha sido la presión turística que sufre. Y, más concretamente, la práctica del baño por parte de los visitantes. También se deben mencionar los peligros derivados del abrevado del ganado del manantial del que proceden parte de los aportes para esta laguna.

El norte molinés

Laguna Honda, Campillo de Dueñas
Laguna Honda, Campillo de Dueñas

Sin salir del Señorío, el visitante también podrá disfrutar de un gran sistema lagunar. Se encuentra ubicado al norte de la comarca. Más concretamente, en Campillo de Dueñas, que es el término con mayor extensión de esta figura natural. Le siguen en importancia Tartanedo, La Yunta, Torrubia, Embid, Tortura, Rueda de la Sierra y Molina de Aragón. En total, la superficie de este enclave de la Red Natura es de 6.227,93 hectáreas, según el «Plan de Gestión de lagunas y parameras del Señorío de Molina».

El espacio está constituido por un conjunto de parameras, charcas estacionales y estepas cerealistas enmarcadas en la rama castellana del Sistema Ibérico. En el seno de este paisaje se encuentran charcas estacionales muy someras establecidas sobre un lecho de cantos rorados cuarcíticos, unidos por una matriz arcillosa”, se explica en el mencionado Plan de Gestión.

Estas circunstancias han permitido generar un ecosistema propio. “El hábitat que se desarrolla en las charcas estacionales está constituido por vegetación de carácter anfibio –con representaciones escasas y muy localizadas a nivel regional– y por pastizales húmedos donde abundan la «menta cervina» y otras especies características de estos ambientes de carácter mediterráneo con encharcamientos estacionales”, explican los especialistas. Entre la flora más representativa del lugar se encuentran los «tréboles peludos de cuatro hojas» o los «helechos acuáticos».

Laguna Honda, Campillo de Dueñas
Laguna Honda, Campillo de Dueñas

Empero, la riqueza de este espacio no finaliza aquí. También destaca la fauna. “En las épocas en las que las charcas se inundan, las mismas sirven como lugar de hibernada y/o paso a numerosas especies de aves acuáticas, limícolas y otras de mayor tamaño, como cigüeñas o grullas. En este sentido, destaca por su importancia la «Laguna Honda» de Campillo de Dueñas, que cuenta –de forma artificial– con una lámina de agua permanente”, describen desde la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha.

Sin embargo, esta riqueza natural –como en los casos anteriores– no está exenta de peligros. “Los recursos existentes en el espacio están íntimamente ligados a los usos agrícolas y ganaderos tradicionales junto a los que ha coevolucionado durante siglos. Por tanto, la mayor amenaza que sobre éstos recae es la modificación de los mismos, revistiendo especial importancia la intensificación para las lagunas temporales”, denuncian los especialistas.

Desde Ecologistas en Acción (EA) aseguran que los riesgos que sufren los humedales y las zonas lagunares no solo se circunscriben al Señorío de Molina. Afectan a toda la provincia. Entre los mayores peligros se encontrarían las altas concentraciones de nitratos y pesticidas, la caza –en casos concretos– y la sobreexplotación de los recursos hídricos, tal y como enumera el portavoz ambientalista, Alberto Mayor.

Por ello, desde EA reclaman “una apuesta fuerte y decidida” para una mayor y mejor conservación de los humedales guadalajareños. Una decisión que implicaría destinar “todos los recursos necesarios” a este tema. Sería la única forma de apostar realmente por la supervivencia de dichos contextos ambientales. “El cambio climático pone en riesgo estas zonas húmedas, por lo que tendremos que evitar su explotación. Pero, sobre todo, los planes de gestión deben dotarse de recursos económicos y humanos para la protección real de unos ecosistemas ricos y diversos, que están en peligro de desaparición”, asegura Mayor Barahona.

No hay que olvidar que las zonas lacustres y húmedas son fundamentales por diferentes motivos. Entre ellos, “el suministro de agua dulce, de alimentos y materiales de construcción y de biodiversidad, además de alzarse como control de crecidas, de recarga de aguas subterráneas o como una manera de mitigación del calentamiento global”, confirman los ecologistas. Al fin y al cabo, «el agua es vida».