Guadalajara, tierra de carnaval

Vaquillones de Zarzuela de Jadraque
Vaquillones de Zarzuela de Jadraque

Cuando se habla de la tradición carnavalesca en Guadalajara, a todos nos vienen a la mente las celebraciones que se realizan en la capital. Unas fiestas que este año comenzarán el 24 de febrero, de la mano del «Jueves Lardero», y que se prolongarán hasta el 3 de marzo, cuando tenga lugar el «Miércoles de ceniza». Sin embargo, hablando de homenajes a Don Carnal, los ciudadanos más avezados mencionarán que, en estas fechas, también son muy habituales las botargas. Aseveración que también es muy cierta.

Ejemplos de dicha circunstancia se pueden encontrar en Valdesaz o en Almiruete, donde los referidos personajes aparecerán el sábado 26. No obstante, tampoco se deben dejar de lado otras representaciones muy comunes en diferentes pueblos caracenses en estas fechas. Entre ellas, los diablos, los vaquillones y las vaquillas. En cuanto a los primeros, se han de destacar los de Luzón, cuyos protagonistas saldrán a la calle el 26 de febrero, a partir de las 18.00 horas.

Botargas y Mascaritas de Almiruete
Botargas y Mascaritas de Almiruete

Se trata de una festividad que “se lleva a cabo por un número variable de personajes, que en ocasiones han llegado a alcanzar los 30, vestidos de negro hasta los pies, con un ancho faldón y una blusa sin mangas, muy amplia”, explicaba el etnógrafo José Ramón López de los Mozos, ya fallecido, en su libro «Fiestas tradicionales de Guadalajara». Además, en su cabeza llevan unos enormes cuernos de toro.

Diablos de Luzón
Diablos de Luzón

“Embadurnan sus brazos y su cara con una mezcla de aceite y hollín molido que les da un color negro muy brillante y característico, que contrasta con el blanco de los dientes hechos a base de trozos de remolacha, de sabor más agradable que el de la patata que empleaban antiguamente. Su misión sustancial consiste en asustar a las mujeres y dar miedo con su estruendo, tratando de mancharlas con hollín preparado al efecto”, explicaba López de los Mozos en uno de sus trabajos.

De hecho, los diablos de Luzón –por su tradición e historia– tienen la consideración actual de Fiesta de Interés Turística Provincial, a pesar de que en la década de 1960 desaparecieron debido al éxodo rural que sufrió la zona. Sin embargo, se recuperaron apenas 20 años después –hacia el decenio de 1980–, gracias a la implicación vecinal.

Empero, esta tradición no es exclusiva de la localidad luzonera. También se puede disfrutar en otras poblaciones cercanas, como Luzaga, donde –asimismo– existe la posibilidad de disfrutar de las «vaquillas»…

Vaquilla de Luzaga
Vaquilla de Luzaga

Y no, en esta ocasión no se sueltan reses en la plaza de toros municipal. Se constituye como otra realidad que, junto a los vaquillones, brota en diferentes pueblos caracenses, para llevar la diversión a sus ciudadanos y visitantes. Pero, ¿en qué consiste la referida costumbre? “Durante el Carnaval se produce la transformación de roles. Los ricos se convierten en pobres y los pobres, en ricos”, asegura el especialista José Antonio Alonso. “Y dentro de estos cambios se encuentra la mutación de personas en animales”, como ocurre en el caso de la referida tradición.

– En este sentido, ¿por qué se elige la figura taurina y no la de otro animal?

– Se habla de vacas más que de toros de lidia –explica José Antonio Alonso–. Es algo que, en realidad, se vincula con la importancia que tiene la ganadería en la economía rural de la provincia.

Por tanto, los participantes se caracterizan con elementos que representan a dichos bóvidos. Algunos casos son cuernos –que se instalan sobre unas amugas– o cencerros. Eso sí, en cada lugar hay especificidades. “Estas representaciones no eran de la misma forma en la totalidad de Guadalajara”, aclara José Antonio Alonso.

Vaquilla de Ribarredonda
Vaquilla de Ribarredonda

En cualquier caso, existen diversos municipios donde se desarrollan este tipo de manifestaciones. Entre los más destacados, Membrillera, Zarzuela de Jadraque, Ribarredonda o Riba de Saelices, donde aparecerán públicamente el «Sábado de carnaval» a partir de las 20.30, acompañadas por música castellana. Más concretamente, la realizada por el grupo de dulzaineros de «La Pinocha».

Vaquillones de Robledillo de Mohernando
Vaquillones de Robledillo de Mohernando

Asimismo, los «Vaquillones» destacan en Robledillo de Mohernando. “Son mozos vestidos de saco, a los que se les tapa el cuerpo por completo, incluida la cara. Y, además, portan sobre los hombros unas amugas con los consabidos cuernos de buey y los cencerros”, aseguraba el malogrado José Ramón López de los Mozos en su «Fiestas Tradicionales de Guadalajara». “Su principal misión consiste en topar a los concurrentes”.

Algo que también sucede en Villares de Jadraque, donde los vecinos son –igualmente– los protagonistas de la fiesta. “Gentes del propio pueblo –disfrazadas con arpilleras, una especie de chaqueta roja y sombrero de paja, y portadores de una amuga en cuyos extremos van engastados unos cuernos y una ristra de cencerros–, persiguen a las mozas para mancharlas de hollín”, describía López de los Mozos. Todo ello –además– acompañado por unas caretas que tapan enteramente la cara de los protagonistas.

Vaquillones de Villares de Jadraque
Vaquillones de Villares de Jadraque

Precisamente, en esta localidad serrana han organizado este 2022 todo un programa en torno a las referidas alegorías. Tendrá lugar el 26 de febrero y comenzará con la inauguración de sendas exposiciones fotográficas sobre dicha tradición y los paisajes de la población. Media hora más tarde se nombrará «vaquillón del año» a Tomás Gismera, escritor, historiador serrano y colaborador de Henares Al Día.

También se ha previsto la presentación de un libro del propio Gismera en torno a los «vaquillones», así como una obra de José Ignacio Llorente, denominada «Te daré gusanos de seda». La jornada continuará con dos recorridos de los «bóvidos» por las calles del municipio. El primero, a las 13.00, y el segundo, a las 16.30. Ambas apariciones estarán intercaladas con la degustación de migas serranas.

Incluso, se sabe de enclaves donde –en el pasado– llegaron a salir «vaquillas», pero que en la actualidad ya no pasean por sus calles. Es el caso de Bustares, donde –sin embargo– no han querido pasar por alto las celebraciones carnavalescas, recuperando el «Jueves Lardero». Un evento que lo festejarán con un paseo para pedir el aguinaldo y mediante la realización de diversos juegos y meriendas.

Por tanto, se puede observar cómo, durante el periodo carnavalesco, la provincia de Guadalajara arde en fiestas. Es un hervidero de costumbres ancestrales, que hablan de nuestro pasado y de una riqueza patrimonial que se ha de recuperar y valorizar. No en vano, la misma se puede convertir en un recurso económico y turístico de primer orden. Además, se alza como una realidad que ha sobrevivido a todos los problemas, incluida la dictadura de Franco y el despoblamiento rural. Al fin y al cabo, y como dijo el novelista y aventurero André Malraux:

«La tradición no se hereda, se conquista»

Nota de la redacción: En nuestro apartado Eventos y citas de interés podrás encontrar toda la información sobre los carnavales en la provincia.

Bibliografía.
LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón. «Fiestas tradicionales de Guadalajara». Guadalajara: AACHE, 2000.
LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón. «Fiestas tradicionales de Guadalajara». Guadalajara: Diputación provincial de Guadalajara, 2006.