Horche, rica arquitectura en un enclave perfecto

Dice Juan Manuel Moral, alcalde de Horche, que la mejor forma para conocer la historia de la villa alcarreña, situada en un enclave perfecto con preciosas vistas a las vegas del río Tajuña y del río Ungría, es a través de sus monumentos y no le falta razón. No en vano, un simple paseo por las empinadas calles de la localidad horchana nos servirá para poder apreciar su rico patrimonio arquitectónico.

Sin duda, Horche es una villa de ermitas y cada una de ellas, tal y como nos recuerda Moral, “tiene un significado diferente”. De entrada, la Ermita de San Roque, construida en el siglo XVII en agradecimiento al fin de la peste bubónica que asoló a la localidad y acabó con la vida de la mitad de sus 600 vecinos, nos recibe con sus piedras labradas, si bien la ermita más importante desde un punto de vista artístico y religioso es la de Nuestra Señora de la Soledad, construida en 1565 y que sobresale por su atrio porticado sustentado sobre cuatro columnas. También del siglo XVI es la Ermita de San Isidro, que despide al pueblo y saluda al campo en su ubicación, y que ha ido cambiando de denominación según el paso de los años: primero se erigió en honor a Nuestra Señora de las Nieves, después se dedicó a Santa Ana y, por último, honró a San Isidro. Mientras, la más antigua de las ermitas es la Ermita de San Sebastián, construida en el siglo XII sobre el antiguo Castillo de Mayrena levantado por Alvar Fáñez de Minaya y que fue la Iglesia Parroquial de la localidad hasta el siglo XV.

Precisamente, siguiendo con los edificios religiosos, la actual Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción data del siglo XVI y se construyó según los designios de los estilos renacentista y barroco. Destaca sobremanera su precioso artesonado de madera de estilo neomudéjar sobre el altar. Por su parte, también conviene añadir el convento franciscano, del siglo XVII y saqueado por las tropas napoleónicas en 1813, que todavía mantiene su estructura original.

En cuanto a la arquitectura civil, la picota, destruida por un rayo hace 400 años y que fue recreada en 2017 por el escultor local Juan Francisco Ruiz, y el Museo Etnográfico, inaugurado en 2012, son el anticipo perfecto a tres emplazamientos inmejorables de la villa: la Plaza Mayor y su Ayuntamiento, una típica plaza castellana con dos laterales soportolados sobre columnas; el fotogénico Lavadero y la Fuente Vieja, junto con la Fuente de los Chorrillos, destinada inicialmente a lavar la ropa de los enfermos; y la Fuente Nueva y Abrevadero, con su fresca agua de manantial.

Y, claro, sería imperdonable que nos olvidáramos de las bodegas, centenares ocultas a lo largo de toda la villa, que son el gran tesoro del pueblo y sirven como reflejo de la cultura y tradición del vino en el municipio.

Porque en Horche, además de arquitectura y naturaleza, tampoco puede faltar nunca una buena copa de vino.

(Más sobre Horche en: http://www.horche.org/)