La producción de proximidad llega a Guadalajara (y lo hace para quedarse)

El 2020 ha sido un año que nos ha permitido reflexionar sobre diversas realidades y comportamientos. Hemos tenido tiempo para ello. Un ejemplo ha sido el modelo de consumo adoptado durante los últimos tiempos. Nos hemos dado cuenta de la importancia de los productos de proximidad. Se trata de aquellos recursos –alimentarios, manufacturados o de cualquier otro tipo– que cuentan con el marchamo de «kilómetro cero». Es decir, que proceden de las cercanías del lugar que habitamos…

Guadalajara ya cuenta con experiencia en este sentido. Iniciativas como el supermercado del «Grupo APAG», gestionado por la SAT–Coagral, es un ejemplo de ello. Emplazado en la capital provincial, este complejo cuenta entre sus secciones con una centrada en «productos de la tierra». “Desde que se creó la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) siempre hubo una tienda en Guadalajara, primero situada en la calle Marqués y luego en Francisco Aritio”, rememora Antonio Torres, secretario general de la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos de Guadalajara (APAG) y gerente de la SAT–Coagral.

Pero, ¿cómo brotó la idea de este supermercado? Para poder responder a esta pregunta, hay que retrotraerse al nacimiento de APAG en 1977, después de la desaparición de los sindicatos verticales. “Tras la muerte de Franco se estableció el modelo de «sindicalismo libre» que tenemos actualmente. Justo en ese momento es cuando se creó la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos de Guadalajara. Y un poco más tarde, en 1982, surgió la necesidad entre los miembros de la organización de abordar la comercialización de los productos que realizaban. En otras palabras, pretendíamos impulsar las ventas y comprar en común”, explica Torres. Así es como apareció la SAT–Coagral.

Y, para ello, se guiaron por ejemplos de trabajo ya vigentes en otros lugares. “Durante un viaje que hicimos a Francia, conocimos el sistema de comercio de cercanía que tenían allí los agricultores, en concurso con los supermercados de zona”, recuerdan los impulsores de la iniciativa. Entonces, “nos preguntamos sobre la posibilidad de hacer algo parecido en Guadalajara”. La idea pudo implementarse y, tras años de esfuerzo, desembocó en la superficie comercial existente en la ciudad.

Uno de sus departamentos más relevantes es la «Sección Alimentación (Productos de la Tierra)», donde el cliente encuentra una gran cantidad de recursos procedentes de la provincia. Entre ellos, carnicería, quesos, mieles, vinos, aceites, conservas vegetales, legumbres o bebidas, además de otros muchos ejemplos. “Esta alternativa ha tenido muy buena acogida”, confirman los encargados. Sin embargo, “implementar el apartado de frutas y hortalizas está siendo más complicado”, debido a dificultades logísticas que conlleva. Además, “quien más y quien menos tiene un huerto en las proximidades de su casa”.

De cualquier forma, este supermercado se ha convertido en una de las tres patas fundamentales en las que se apoya el «Grupo APAG». Las otras dos tienen que ver con la prestación de servicios a los agricultores y con las cosechas e «inputs» de campesinos y ganaderos. Un concepto que, en definitiva, vela por el bienestar de los productores arriacenses.

Una práctica cada vez más extendida
Sin embargo, el supermercado impulsado por la SAT–Coagral, perteneciente al «Grupo APAG», no es la única opción que se puede encontrar en Guadalajara con productos de proximidad. Existen otras muchas alternativas. Entre ellas, «El Rincón Lento», situado en la calle Marqués de Santillana, justo detrás de la antigua cárcel. “Uno de nuestros intereses iniciales es poder conocer, apoyar y promocionar el trabajo de los productores locales”, confirma José Ramón Paramio, tesorero de este centro social.

En el mismo se puede disfrutar de una amplia oferta de artículos procedentes de los alrededores. Entre ellos, mermeladas de Cogolludo, huevos de Mazuecos, pan, miel de la Alcarria, cerveza artesanal o mercancías ecológicas procedentes de Humanes, Fontanar, Torija u otras localidades. “La ciudadanía se está interesando cada vez más por este tipo de productos. Por ejemplo, el aceite de olvida está teniendo muy buena acogida”, explica Paramio. “Incluso, viene gente de fuera de Guadalajara para preguntar por alguna las estas opciones que ofrecemos”.

“Hay que tener en cuenta que se ha ido incrementando la conciencia sobre la importancia de estimular la «producción de proximidad», que –también– implica ayudar a tu vecino”, aseguran desde «El Rincón Lento». “Ha calado la idea de «economía pequeñita» frente a la «globalización» en la que estamos inmersos”. De esta manera, se han ido fomentando iniciativas sostenibles y de «kilómetro cero».

Un ejemplo de productores locales arriacenses son Nuria Tornero y Francisco Martín Cadenas, que tienen su huerto en Utande y sirven su cosecha de verduras y hortalizas al «Grupo de consumo Alkhalachofa», ubicado en Alcalá de Henares. La mencionada entidad, que comenzó su andadura en 2009, está conformada por más de una treintena de familias alcalaínas.

Sin embargo, cuando comenzó la iniciativa hace 12 años, el número de componentes era la mitad. “Pero vimos que una quincena de socios no era suficiente para que un campesino pudiera vivir de la mencionada actividad”, rememora Martín Cadenas. Por ello, “fuimos ampliando la membresía hasta llegar a las 32 unidades que somos actualmente”.

El ejemplo del «comercio de proximidad» francés
En cualquier caso, muchos de los implicados en este sector mencionan como modelo la forma de trabajar que existe en Francia. Diversas localidades del país vecino cuentan con mercados en los que participan campesinos y ganaderos de la región, con el fin de vender sus productos. Incluso, grandes superficies galas han apostado por potenciar los recursos alimenticios procedentes de sus comarcas. Por no hablar del apoyo al campo existente por parte del gobierno francés…

“Envidiamos este modelo de productos de proximidad, ya que cualquier pueblo tiene su mercado, en donde se puede acceder a productos de «kilómetro cero»”, confirma José Ramón Paramio, de «El Rincón Lento». Se trata de un ejemplo a seguir. De hecho, medidas similares se estarían impulsando en algunas Comunidades Autónomas españolas, como Madrid, País Vasco, Navarra o Cataluña.

No obstante, en nuestro país se debería estimular mucho más el comercio de «kilómetro cero». “Realmente se apoya muy poco a esta realidad”, denuncia Francisco Martín Cadenas. Una circunstancia de la que ya empiezan a ser conscientes desde diferentes instancias gubernativas, que se habrían puesto manos a la obra para intentar promocionar dicha actividad. En Castilla–La Mancha, por ejemplo, la Junta de Comunidades ha pretendido regular la «venta directa» de agroalimentos…

De hecho, el pasado otoño entraba en vigor el decreto que normativiza la mencionada labor. Y lo hacía a través de la reglamentación de dos modalidades que intentarán favorecer la mencionada tarea. “Por un lado, está la «venta directa» como tal, que se podrá realizar en la propia explotación o en establecimientos de titularidad del agente productor o de la agrupación a la que pertenezca; en el domicilio de la persona consumidora; o en ferias y mercados dentro de la comunidad autónoma y provincias limítrofes”, confirman desde la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural.

Asimismo, también se regula “la posibilidad de llevar a cabo un canal corto de comercialización, con un máximo de un intermediario, a través de un local habilitado al que le suministre directamente el agente productor o bien mediante la venta on line a través de internet”. Además, “este decreto permite que se puedan vender los productos propios –primarios o transformados– en establecimientos de restauración y turismo o en un comercio minorista que sean propiedad del mismo agente productor”.

Por tanto, se trata de un paso hacia adelante. Además, no hay que olvidar que la salubridad en la cadena alimentaria es fundamental, pero –al mismo tiempo– no se puede tratar de la misma forma a un gran productor que a un pequeño campesino. Se debe adaptar la regulación a la realidad de cada afectado. La ley sanitaria se ha de cumplir, aunque se ha de amoldar a las diferentes realidades que posee cada agricultor o ganadero. En este contexto, los estímulos a la economía de proximidad son un primer paso. Una alternativa que ha sido muy apreciada por la ciudadanía durante la pandemia…

El «Mercado de la tierra» de Azuqueca de Henares
Cada vez hay una mayor conciencia social en torno a la importancia de la economía de proximidad. Progresivamente, van apareciendo nuevas propuestas en este sentido. Sin embargo, otras no han logrado sobrevivir. Un ejemplo ha sido el «Mercado de la tierra», que se desarrolló en Azuqueca de Henares durante años y donde se podían adquirir productos naturales y ecológicos de gran calidad. 

Esta iniciativa llegó a la villa azudense en octubre del 2014, aunque anteriormente ya se había celebrado en otros puntos de la provincia, como Moratilla de los Meleros. En este pueblo “se realizó un encuentro de productores locales de Guadalajara. Entonces, el Ayuntamiento de Azuqueca se enteró de la iniciativa y se puso en contacto con nosotros para que desarrolláramos esta idea en su localidad. Y así lo hicimos”, corrobora Nuria Tornero.

De hecho, inicialmente el gobierno azudense les apoyó en diversos aspectos. “Lo hizo, por ejemplo, con actuaciones dinamizadoras, con la impresión de los carteles anunciadores, etc.”, recuerda Nuria Tornero. Pero Azuqueca de Henares “ha cambiado un poco y el alcalde actual, José Luis Blanco, no le ha cuadrado esta actividad y se la ha cargado de un plumazo”. A pesar de ello, los promotores del «Mercado de la tierra» no cejan en su empeño. “Pensamos presentar un proyecto similar en Guadalajara capital, pero –entre medias– se cruzó la pandemia de la COVID–19 y se ha parado todo”, concluye Nuria Tornero.